Lo de escribir recto con renglones torcidos es una frase ocurrente, pero cuando alude a personas que quieren huir de la pobreza extrema se torna quebradiza

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Por todo el planeta, uno de los dioses actuales, el Banco Mundial, ha impulsado proyectos para, según publicita, rescatar de la pobreza a la gente. Muchas veces sus actuaciones -paradojas de la vida- han perjudicado a los más desfavorecidos. Es lo que pasa cuando los proyectos se elaboran en despachos asépticos, muy alejados del territorio y manipulados por agentes locales sin escrúpulos; eso sí, con unas vistas maravillosas. El Consorcio Internacional de Periodistas de Investigación ha denunciado una y otra vez la mala praxis del Banco Mundial, así lo han recogido periódicos como El País y Huffington Post. Hasta el mismo Banco Mundial reconocía que no sabía si se habían hecho las cosas bien o mal. ¡No te digo!

Se me ahogaron las cifras en mares de palabras vacías. Volcaron la patera que las traía

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En la reciente Cumbre de Barcelona que reunió a los mandatarios del norte y el sur del “Mare Nostrum”, ¡qué ironía!, se hablaría mucho de protegerse ante los otros –yihadistas e ilegales- y de hacer negocio con la energía, mucho menos de convivir con los que sufren por llegar hasta Europa, por saber cuántos son y cómo se les puede ayudar. ¿Tendrá algo que ver en esta catástrofe el descenso de la Ayuda Oficial al Desarrollo (AOD), o todo obedece a los deterioros sociales que originan las políticas del comercio mundial? Se me ahogan las palabras de Eduardo Galeano, pero nos dejó su legado: “Desde siempre, las mariposas y las golondrinas y los flamencos vuelan huyendo del frío, año tras año, y nadan las ballenas en busca de otra mar y los salmones y las truchas en busca de su río. Ellos viajan miles de leguas, por los libres caminos del aire y del agua…” Del tema de los ahogados en el Mediterráneo -es así menos pomposo- quedan cifras sin rostro. Se habla poco en las tertulias de aquí, en los medios de comunicación y entre los amigos. Preocupa mucho más la chaqueta que nos pondremos para las elecciones de mayo. Mientras tanto, no estará de más recordar que el Mediterráneo es el lecho mortuorio de muchosno tenemos sus caras ni conocemos sus nombres que realizan el tramo final de un largo calvario, cuando intentan encontrar una tierra que acoja una parte de sus ilusiones. La Unión Europea calla, después vendrán hermosas palabras huecas.

El mundo de consumo incita mucho al yo, bastante al tú, apenas a él. Nada de nosotros ni vosotros, y menos ellos. ¡Hazte visible ante los demás!, ese es el lema

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Las campañas televisivas nos abruman, las emisoras de radio no le van a la zaga. Las revistas de moda como Woman o Cosmopolitan marcan el ritmo glamouroso para quien las compre. Las hay más baratas que seducen a nuestras jóvenes con los trapitos y a los chicos con otros ganchos comerciales. Los demás no existen apenas, oscurecidos en “la insoportable levedad de nuestras necesidades”, interesante artículo del periódico El País. El ego se enaltece, pero puede que el yo vaya desnudo, como aquel rey del cuento. Échele un vistazo a la entrevista a Araceli Caballero, autora del libro Protozoos insumisos. Ciudadanía y consumo responsable. Se lo puede descargar en pdf de la página de Oxfam Intermon, una luz en este brumoso y ególatra mundo del siglo XXI.

Siete mil millones somos demasiados para hacer cada uno lo que le plazca. Así no cabemos en el planeta Tierra

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Tan cruda está la cosa que por decir que con la actual huella ecológica el mundo está en peligro te acusan de hacer terrorismo ecológico. Critican que se hable de extravíos catastróficos, dicen que enfundados en mentiras, cuando lo que se intenta es llevar la ecología a la vida cotidiana, para que se dialogue de (con) ella cualquier día, en la reunión de amigos y en familia. Los malentendidos surgen porque muchos se empeñan en no leer la obra que dejan cada segundo en su entorno. ¿No lo creen? Anímense a calcularla. Algunos urbanitas han sido drásticos; han roto con todo y han comenzado su transición. Cuando lea este mismo chispazo está generando una huella ecológica, por el gasto energético que supone, pero hay maniobras para minimizarlo. Conózcalas.

Actuemos como adivinos para construir mundos impensables, que venzan la rutina diaria, para evitar que esta quede despojada de recuerdos e ilusiones

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No es “vox pópuli” pero casi. Hay mucha gente que se pregunta. ¿Eso de la cooperación internacional sirve para algo? Bueno, si, pero, en según que casos … Es tan poco lo que podemos hacer, dicen muchos. Quienes no sabemos si se lo preguntan son nuestros dirigentes. ¿Será que tienen más datos que nosotros?, o quizás han olvidado cuando éramos menos ricos. ¿Acaso han aparcado sus esperanzas? Sea como fuere, han reducido de tal manera la Ayuda Oficial al Desarrollo que este insatisfecho observador la titularía así: “Limosna en diferido; permanezcan a la espera”. Pero si se anula todavía será peor.

 

La trastienda del cambio climático está en el Ártico. Con el deshielo se desatan las especulaciones de los depredadores

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Se va deshelando. Dicen que en los últimos 30 años se han perdido las tres cuartas partes de su hielo. El asunto pinta mal: ¿Qué pasará con la compleja dinámica climática global, con la corriente termohalina, si desaparece ese imprescindible refrigerador? Cuando se va a cumplir el centenario del intento de circunvalación ártica de Amudsen, de quien se dice que tenía poco de lo que hoy llamaríamos ecologista, otros exploradores mucho más interesados lo quieren convertir en el nuevo Eldorado. Los “agoreros” tememos que pase a ser campo de explotación petrolífera, mina global, destino turístico, etc. Lo mismo piensan las “exploradoras” Mengual y Anaya que se han unido a Greenpeace. Hay que renovar la presión ciudadana para imponer diques a las prácticas de los depredadores económicos. Dejemos de consumir sus productos; ahora conocemos su trazabilidad. Mientras tanto, qué tal si firmas para que el Ártico sea declarado por la ONU “Santuario global”.

Mujeres con vidas tortuosas, a quienes la melancólica mirada hacia otras no rescata de su soledad

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Seguro que las mujeres que atesoran desgracias piensan en las del mundo rico. Esas que salen en la televisión y tienen de todo, hasta derechos, aunque de vez en cuando sus compañeros hombres lo olviden. Las mujeres omitidas en las listas de dignidad – abandonadas hasta en el pensamiento por esas otras ricas que le sirven de espejo- sufren en silencio, porque son mujeres en países pobres: una desgracia añadida. Allí les falta de casi todo, hasta los hombres tienen más móviles. Alguien dice que solo debería haber una ONU de mujeres; no sería mala idea. Mientras tanto, disfrutemos de esas gratas pinceladas de futuro; algunas consiguen revivir con los microcréditos. Al menos un levísimo desahogo, pero es descarnadamente insuficiente.

Todos somos iguales, pero «ni tanto como ni mucho menos». Nos acerca una estrecha cuerda extremadamente elástica, y más en las ciudades

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La desigualdad admite todo. Da para discursos misericordiosos acompañados de eslóganes partidarios. Se esconde dentro de las estadísticas porque las macrocifras la sepultan. Habla muchos idiomas, la puedes encontrar en cualquier país, aunque está muy asentada en África, Asia, América latina, y también en el Occidente rico. Tiene rostros incrédulos, tanto negros como blancos y de otras tonalidades, de gentes de vidas tortuosas que se pregunta más de una vez: ¿Por qué yo? Quizás un castigo divino los pilló desprevenidos; también en las ciudades ricas de la Europa insensible, en la España confiada según nos cuenta Fedea. El único consuelo que les queda es que se acerca hacia ellos gente que se siente mal ante las desigualdades: las ONG de distintos tonos. ¿Conseguirán reducir las lejanías?

En el “monopoly” de los transgénicos ponen las reglas quienes nos incitan a consumir, pero siempre tenemos la carta salvadora: la información contrastada

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Cual si fuera una partida del entretenido juego, hay unos cuantos que aspiran a retener muchas tierras, o a comerciar con sus propietarios. Allí plantarán cultivos, alimentarán animales y elaborarán productos, que solo ellos pueden comercializar. Las estaciones ferroviarias del juego podrían ser aquí enormes puertos con contenedores, o pequeños comercios, incluso las redes de Internet podrían hacer de compañías distribuidoras. No faltan casillas de la suerte, pero las cartas boca abajo esconden muchas sorpresas, aunque no todo deba considerarse malo de entrada, según algunos. Queda la duda de quienes acabarán en la cárcel y de los que verán deteriorada su vida. Los jugadores ya no lanzan dados; los han cambiado por la información y la conciencia crítica, a veces por la resignación o por el despiste asumido. Pero, ¿quién decide el valor de cada casilla? Las abejas no cuentan, ya casi no quedan.

Complacientes verdades que esconden mentiras amargas. Aplausos complacidos frente a miradas incrédulas. De los ODM a los ODS

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Los Objetivos de Desarrollo del Milenio (ODM) parecían ciencia ficción cuando se formularon. Estamos en 2015, el año del cuenteo de los éxitos y fracasos. De todo ha habido, pasos firmes y retenciones dolorosas. Como todo en la vida, depende de cómo se mire. Los balances nos muestran miradas diversas. La Plataforma 2015 y más aboga por aumentar el estudio, el análisis, la reflexión y el debate como vía para dar respuesta a los desafíos actuales y no quedarse en resúmenes complacientes. El PNUD se muestra satisfecho en su balance y plantea el post-2015. Por ahora, en los países ricos, estas preocupaciones globales quedan demasiado lejos. Hagamos cultura social. Leamos el estupendo reportaje periodístico que nos ofrece “Planeta futuro” de El País que lleva por título “De los Objetivos de Desarrollo del Milenio a los Objetivos del Desarrollo Sostenible”. Comentémoslo con nuestros amigos y conocidos. Algunos pensamos, creemos en un acto de fe socioecológica, que otro mundo es posible.

Princesas atrapadas en un mundo color de rosa que las sumerge en la irrealidad de la diferencia, en el propósito de no ser ellas

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Ahora son niñas. De mayores es posible que ojeen Woman, Cosmopolitan, Elle, u Hola, qué más da. Quizás se contenten con los programas cutres de las teles privadas. Por ahora la publicidad las presenta como princesas en un mercado infantil que no ha dejado de sexualizar los productos, ayudando poco a la igualdad de género. Por si esto fuera poco, las princesas de Disney siguen presentándose frágiles, sensibles y bellas frente a los chicos/hombres duros y salvadores. Seguro que la educación se podía haber hecho mucho mejor, al menos bastante diferente. ¿De quién es la culpa? De todos según se cuenta en estos artículos de eldiario.es y El País. Al final, el rosa se impuso, hasta en el pensamiento. Aunque me quedo más tranquilo porque Zara ha retirado del mercado de unas ropas rosas vs azules.

Envía un wasap urgente al futuro y pregúntale cómo será el mundo dentro de 15 años. Me impaciento cada minuto que pasa

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No es mucho tiempo, no será muy difícil la predicción, teniendo tantos adivinadores. Pero hay muchos hilos que se nos escapan, porque tejer a la humanidad es difícil. A principios de cada año, la Fundación Belinda y Hill Gates publica sus deseos para el año en forma de una carta. Para este 2015, pronostican que mejorará mucho la vida de los habitantes de los países más pobres en donde también se reducirán las muertes de niños y las enfermedades, que el mundo será mejor. Algunos dudan de tales rotundidades. Y nosotros, ¿cómo vemos el 2030? Oxfam Intermon nos proponía hace unos años Cultivar un futuro mejor. La apuesta sigue vigente. A ver si el futuro nos responde lo mismo a todos. ¡Ya sería casualidad!

¡Tener o no tener salud, esa es la cuestión! La duda es universal, lacerantemente cartesiana, … Sin respuesta fiable

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Anteayer se recordaba en todo el mundo, con la celebración del Día Mundial de la Salud, la importancia de la alimentación en la preservación y mejora de la existencia de las personas. ¡Vaya tontería!, dirá alguno. Pero en este asunto todavía quedan muchas cosas por aprender, o recordar. La inocuidad de los alimentos ni siquiera está garantizada aquí, en el mundo rico. Quien quiera enterarse solamente debe revisar el resumen de las noticias de RTVE. Mientras la duda sigue ofendiendo, la cobertura sanitaria universal todavía es una entelequia. A la vez, se acrecienta el despilfarro de alimentos, como denunciaba El Huffington Post. Sigue, más bien se acrecienta, la duda y se convierte en extremadamente cartesiana: ¿Somos una especie colaborativa?

Secuelas de inhumanidad si los castigados son los más pequeños. Cuando lleguen a adultos conservarán el estigma que les tocó vivir

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Mientras los mayores responsables se muestran irresponsables, una parte de los más pequeños viven situaciones difíciles. Aseguran los médicos de la salud pública que “la pobreza infantil dejará efectos indelebles en la salud” porque cuanto más precoz es la exposición, más irreversibles son los efectos. La población infantil en riesgo de pobreza ha pasado del 28,2 % al 36,3 % entre 2008 y 2012, según el último informe de Unicef. La Sepas (Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria) advierte: «Con las políticas actuales se está hipotecando la salud y la vida en general de la futura sociedad española». Un buen tema para la matraca electoral que se nos avecina.

La educación es algo así como recorrer un camino largo, con atajos y circunvalaciones que uno mismo se marca

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Debemos preguntarnos cual es el propósito de un sistema educativo, para saber si estamos de acuerdo o no en lo que hacemos. Quizás es mostrar a la gente cómo aprender por sí mismos, para saber usarlo, para encontrar algo nuevo en lo que crecer. Quizás es encaminar a los alumnos hacia la investigación creativa antes que entrenarlos para pasar exámenes; impulsarlos hacia los desafíos en sus aprendizajes antes que adiestrarlos en la memorización de contenidos estancos, esos que repite la gente formateada. ¿Cómo han sido y son las escuelas? Un momento de atención para repensar los modelos, para reconocer si lo bueno de la educación está en el camino, y no en la meta. Ya nos lo propuso Chomsky hace años y nosotros sin querer enterarnos. ¡Cada vez da más pereza pensar!