Economía

Un día de consumo sostenible, mejor toda la semana. Y si es la vida…

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Y se me apuran muchos días, porque todos es imposible. Vivimos rodeados de trampas consumistas, entrampados con consumos más o menos deseados, muchos son de otros pero el espíritu es débil y caemos en la trampa. Quienes no consumen sin parar parecen asociales.

Algunos no somos muy entusiasta de los días de…, porque en cierta manera se convierten en un fraude afectivo. Sirve para esos días ser mejores, o comportarnos más razonablemente, y lavarnos un poco la envoltura de la conciencia. Hoy mismo todas las empresas que nos venden y los gobiernos que dictan leyes dirán que su intención básica es la protección de los consumidores. 

Pero no, esos días también son importantes pues las organizaciones de consumidores, nuestra conciencia colectiva, no repasan cariñosamente lo que no hacemos bien y podemos mejorar, nos alertan para que no nos dejemos engañar. La OCU nos anima hoy a unirnos al consumo sostenible, esa esperanza global difícil de gestionar. Hoy, realmente, es el día de los derechos de los consumidores-as. Parece ser que la pandemia ha cambiado tanto el consumo que habrá que reflexionar sobre el asunto. Especialmente este año en el uso de los plásticos.

Lo dicho, no se olviden de los derechos. ¡Hay tanto que conquistar todavía! Ah, y no se consuma consumiendo. No sea como esa gente que se siente más atraída por comprar que por dedicar atención y uso a aquello que compra.

Como pregonaba un eslogan publicitario de una valla desconchada de un pueblecito de un querido país centroamericano: Con-sumo j(g)usto.

 

La marca España destaca en las infracciones ambientales de la UE

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Los expedientes a países por infracciones ambientales en la UE oscilan entre los 481 del año 2008 y los 284 de 2016; el año pasado 451. La mayoría de las infracciones tienen relación con la gestión de residuos (un 36%), aunque también la calidad del aire (16%), las agresiones a la naturaleza (14%) o la calidad de las aguas (14%). En este asunto, España ya está pagando una multa por el deficiente tratamiento de la depuración de las aguas residuales de las grandes urbes. Ya recibió un ultimátum, que a este paso se convertirá en denuncia,  por la contaminación de aguas superficiales y subterráneas por los restos de la agricultura y la ganadería intensiva. Ahora se ha sumado el asunto de la caza de la tórtola europea.

El año pasado por estas fechas, Rtve publicaba un reportaje sobre estos descuidos, dejaciones graves más bien, en el que situaba a España en segundo lugar, vamos a peor. No se pierdan la fuerza expresiva de la foto en donde las garzas comen la mierda de las aguas residuales y todo lo que en el reportaje se cuenta. 

Visto como van las cosas, los 30 expedientes que colocan a España en primer lugar de la UE por infracciones ambientales, aumentarán. A nuestro pesar y el de mucha gente que desearíamos que España tuviesen un distintivo ambiental fuerte, los planes por riesgo de inundación están empantanados, el asunto de la costa enladrillada está esperando la llegada de otro temporal, ¡qué decir de la gestión de residuos! Como la tramitación de la UE es tan lenta puede que alguno de estos asuntos haya mejorado en el año 2030, o no. Mientras esto suceda, las diferentes administraciones (Gobierno, CC.AA., ayuntamientos) agotarán las etiquetas de verde que llevan prendidas en sus estandartes. La mayor parte de la ciudadanía calla, no sabemos si porque quien calla otorga o por otras razones. Las ambientalizaciones empresariales se cuentan con cuentagotas: más lavados de cara que apuestas firmes por evitar el deterioro ambiental. Y eso en cada lugar hay gente bien intencionada, que desea transiciones ecológicas verdaderas. En fin, esto es lo que hay: marca España. 

 

La pandemia reduce aún más el gasto educativo en los países pobres

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El recorte presupuestario dedicado a educación va en contra de los nuevos retos que ha traído la pandemia por la COVID-19, especialmente en los países más pobres. Duele conocer que dos tercios de los países de ingresos bajos y medios-bajos lo han hecho ya. Esto sucede a pesar de las crecientes necesidades de financiación adicionales. Por contra, apenas un tercio de los países de ingresos medios-altos y altos han reducido sus presupuestos, por ahora. Existe el temor de que aumenten los descuidados educativos pues se espera que la pandemia siga degradando la economía, que la situación fiscal empeore. Y ya se sabe, cuando hay que recortar la tijera se emplea especialmente en aquellos ámbitos que no elaboran un producto visible, competitivo en la economía global.

Esas tendencias diferenciadas entre los países de ingresos bajos y altos, no hacen sino aumentar las desigualdades. Todo esto lo asegura Education Finance Watch(EFW), un informe que han elaborado conjuntamente el Banco Mundial y la UNESCO. Allí se recoge que el año anterior a la pandemia los países de ingresos altos dedicaban anualmente unos 8.500 dólares en la educación de cada niño o joven, mientras que en los países de ingresos bajos no llegaban a 50 dólares. ¿Dónde se esconden los derechos humanos y la justicia universal que permiten semejante desatino?

Es más, si bien el acceso a la educación había mejorado en los últimos diez años, la tasa de pobreza de aprendizaje –la proporción de niños de 10 años incapaces de leer un texto corto y apropiado para su edad– era del 53% en los países de ingresos bajos y medios antes de la COVID-19, en comparación con solo el 9% en los países de ingresos altos. Es altamente probable que el cierre de escuelas por la pandemia aumente esta proporción del 53% hasta un 63%.» Copiamos textualmente de la nota de prensa que habla del EFW en el blog de la Educación Mundial.

Todo lo anterior es una muestra más de las desigualdades, inequidades, injusticia educativa y social, etc., con las que van a vivir las generaciones jóvenes después de que se logre rebajar todo este cúmulo de golpes a la salud, la economía y la sociedad. Está por ver cómo aumentará la tasa de pobreza de aprendizaje después de tantos cierres escolares, incluso en los países de ingresos medios o altos.

¡Cómo se puede consentir semejante desatino! Algo se podrá hacer para reducir las diferencias. El peor estadio social es la indiferencia, venga de donde venga. Hay un camino por recorrer que se llama Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS). Hay que avanzar más rápido hacia ellos, a pesar de las dificultades. De lo contrario…

El desarrollo humano es un compendio de incertezas y desigualdades

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Hasta hace unos años, el PIB nos decía si un país era rico o pobre, no hablaba de las personas. Ya está desfasado, aunque en términos económicos siga teniendo su tirón. Ahora le ha restado protagonismo el IDH (Índice de Desarrollo Humano) porque habla de personas (acceso a la educación, desigualdad, género, pobreza multidimensional, etc.) más que de dineros, productos elaborados y vendidos y esas cosas. Nos da una foto más nítida de los países y así podemos comparar los niveles de bienestar. En el último IDH conocido, referido a 2019, Noruega, Irlanda, Suiza, Islandia, Alemania, Suecia, Australia, Países Bajos, Dinamarca y Finlandia ocupan las diez primeras posiciones; España se encuentra en el lugar vigésimo cuarto.

Pero la lectura de los datos no puede ser unidireccional: si hay países que lo tienen mejor, en conjunto y sus habitantes, es a costa del planeta en su conjunto y del resto de las personas de otros países y de los seres vivos. Noruega  cae 15 posiciones en la lista si se incluye la presión que ocasiona al planeta por sus emisiones de dióxido de carbono y la huella ecológica de su elevado consumo, que por supuesto no se queda encerrada en su territorio. Otro tanto se podría decir de Islandia, la cuarta en la lista, que retrocede 25 lugares o Australia, que interconectada con el mundo occidental y formando parte de él pero situada en la antípodas, retrocedería más de 70 puestos.

Resulta que los nórdicos europeos, como el resto de los países ricos, son igualmente depredadores de un planeta que no es propiedad de nadie. Por todo esto, ¡más justicia universal ya!, para que el IDH refleje menos diferencias. Se decía que “el desarrollo desarrolla la desigualdad”, quién sabe si el argumento camina colgado de índices como el PIB, los del banco Mundial o la OCDE, e incluso el IDH 2019. ¡Es hora de cambiar el modelo de crecimiento, desarrollo, vida personal y en común! La pandemia nos lo ha demostrado claramente.

Leer artículo completo en La Cima 2030 de 20minutos.es.

Qatar y Luxemburgo ya han vaciado su despensa de 2021

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Estos pequeños países son, por las noticias que tenemos emitidas desde el Banco Mundial y organismos similares, dos de los más afortunados en renta per cápita del mundo. Allí hay bastante gente que debe vivir muy bien, o poca que vive muy mal. Pero claro, como en esto del PIB entran variables ligadas a movimientos dinerarios y comerciales, a la hora de prorratear por habitante, son pocos, la cosa sale bien. Digamos que desmesuradamente elevada para lo que sucede en otros lugares.

Pues bien, no es oro todo lo que reluce. El primero consumió los recursos generados por el planeta para el año 2021 en relación con sus habitantes, llamámosle la huella ecológica permitida si hubiera una cosa que se podría llamar estrategia de supervivencia global, el día 9 de febrero; Luxemburgo el 15 del mismo mes. Si todos los países del mundo hiciesen lo mismo ahora mismo nos encontraríamos al borde de una grave extinción. Las diferencias de los niveles de vida entre países es abismal, más todavía en este 2020 que la pandemia ha hecho estragos en muchos. Echemos una mirada a la previsión del Earth Overshoot Day (Día de Sobrecapacidad de la Tierra) para el año presente; en la asignación de días no se tienen todavía en cuenta el impacto de la pandemia, que por lo que se dice va está siendo brutal y se verá reflejada en los datos de los años 2020-2021. 

Tenemos siempre la duda ética de si esto es justicia universal; también hasta cuándo durará el planeta si las prácticas no se detienen. Los países pobres, que tienen huellas menos dañinas para el planeta, no pueden proporcionar una vida digna a sus habitantes, aunque les quede algo en la despensa. Qatar y Luxemburgo, y muchos de los que están representados en la parte derecha de la esfera planetaria y parte de la izquierda, consumen en demasía. Pero claro, unos cuantos guardan en su despensa/bancos muchos dineros que les sirven para comprar el futuro de aquellos que tienen una huela ecológica más llevadera. Para colmo, se nombran muchas veces como modelo y no faltan reportajes televisivos que nos muestran sus derroches/bienestares. No pasa un día sin que dudemos si nos acercaremos a aquello que decía Wangari Maathai: El mundo necesita una ética global con valores que den sentido a la experiencia de vivir. En fin.

El caro cambio climático, ruinoso en salud y para la economía

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No resulta sencillo reconvertir una vida global, dentro de la inercia internacional, para disminuir la velocidad del cambio climático, que ya está aquí. Cómo será dentro de un tiempo, difícil de prefijar, depende del valor que demos a nuestras acciones u omisiones. Siempre resultará caro, por el esfuerzo que supondrá después de tantos años de manga ancha en la percepción colectiva de las afecciones ambientales.

Hay un escenario muy visible y a pesar de eso menospreciado: los graves perjuicios a la salud humana. De ello se ocupaba un artículo publicado en The Lancet hace poco más de un año en unos escenarios que valoraban tanto la adaptación, planificación y resiliencia para la salud como las actuaciones de mitigación y cobeneficios para la salud, además del análisis de indicadores en otros tres aspectos básicos: impactos, exposiciones y vulnerabilidad del cambio climático; economía y finanzas; y participación pública y política.

Decía el mismo artículo que El costo económico proyectado de la inacción para abordar el cambio climático es enormePor ejemplo, en comparación con mantener un límite de 2 ° C, se espera que los costos de calentamiento de 3 ° C alcancen los cuatro  billones de dólares por año para 2100 (alrededor del 5% del PIB mundial total en 2018), y los costos económicos totales de un aumento de 4 ° C se estiman en 17,5 billones de dólares (más del 20% del PIB en 2018)”. Insistía, como se ha hecho desde muchos ángulos de la ciencia y la economía que “la inversión para mitigar el cambio climático reduce sustancialmente estos riesgos y genera más beneficios económicos”. ¿Por qué no se hace?

Leer el artículo completo en La Cima 2030 de 20minutos.es.

Los ODS desfilan en la pasarela de las tendencias empresariales y económicas

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Esta entrada es corta y además es casi una copia de otra publicada en la Web del Pacto Mundial. Allí se dice que el ritmo de los ODS depende de las tendencias marcadas en 2021, que será el año 5 y a la vez el -10 para alcanzar el deseado 2030. La verdad es que esperamos tanto de este año, por comparación con el pasado, que corremos el riesgo de vernos defraudados. Pero aun así, o precisamente por eso hay que intentar convertir 2021 en una lanzadera social y ambiental. 

Vamos a exponer las tendencias económicas y empresariales -son las que marcan nuestra vida por más que nos empeñemos en negarlo- que imagina el Pacto Mundial. Ordénenlas por orden de preferencia y asignen a cada una sus esperanzas de logro (alto, medio, bajo). Aquí las tiene:

  • La sostenibilidad será el propósito de la alta dirección.
  • Las financias apuestan por al sostenibilidad.
  • Aumentarán las Normativas y políticas públicas relacionadas con los ODS.
  • Cada ves son más las empresas que publicitan sus compromisos por los ODS y los cuantifican.
  • La gestión empresarial tendrá muy en cuenta los derechos humanos.
  • Nos dirigimos hacia una economía baja en carbono.
  • Está aumentando el modelo de economía circular. 
  • Cunden las alianzas pata lograr los ODS.
  • La resiliencia empresarial aumanta mes a mes.