Cambio climático
Megaaeropuertos 2030 en la incierta puja del recambio climático
Hubo quien dudó de aquello de la movilidad sostenible que se deducía de los ODS. Se preguntaba cómo se compaginaba el deseo comercial de inundar el mundo de mercancías viajeras y la inclinación de las personas al viaje perpetuo con el uso racional de las energías, y que estas fuesen cada vez más limpias. El recambio climático planea como un nexo regulador de los ODS. Sin él la vida será muy complicada. parecía que las ciudades se implicarían en la movilidad sostenible. Ahora hasta de eso duda. 2030 se aparecerá enseguida y pedirá cuentas. En realidad ya lo está haciendo con respecto a los aeropuertos King Fahd de Arabia Saudí; los estadounidenses del Denver, Dallas, Atlanta, Washington o Houston; los chinos de Shanghai, Beijing y Guangzhou; ese de Dubai que hace de parada universal; Tokio, …; en Europa, Amsterdan, Londres o el parisino De Gaulle. Eso solo por citar unos cuantos de los grandes. El mapa de vuelos en tiempo real es para asustarse si pensamos en los millones y millones de gases de efecto invernadero que lanzan al aire; y sus consecuencias acumulativas. El ODS 11 (Meta 11.2) en entredicho y muchas metas de otros ODS con los que tiene relación.
El verano es la época de la movilidad, del turismo. Hacer ambas cuestiones sostenibles es imprescindible en el contexto global. ¿Pueden serlo de verdad y si es así bajo qué condiciones? Por eso sorprende el anuncio de que el Gobierno de España quiere convertir en el año 2030, qué fecha tan mal avenida con los macroaeropuertos, en el del despegue masivo de la aviación mastodóntica en Barcelona y Madrid. Parece incuestionable que el incremento de la movilidad mundial recalienta el cambio climático. ¿Qué objetivo tiene acumular entradas y salidas de mercancías y personas en unos pocos nodos?
Además, si se hiciese realidad implicaría evidentes desequilibrios territoriales: varios nodos superpoblados frente a la España vaciada, prácticamente en paulatina extinción. El medioambiente ecosocial convertido cada vez más en parcelas excluyentes. Nos preguntamos si no sería mejor dedicar los miles de millones que nos van a costar estos vuelos en recuperar una red ferroviaria sostenible que interconectase la España abandonada. ¿No vendrán los dineros del Pacto Verde europeo?, porque sería el acabose. Por cierto, las poblaciones cercanas a los aeropuertos gigantes verían afectada su salud por ruidos y otros peajes.
Por otra parte, parece que la ampliación del aeropuerto de Barcelona amenaza con agravar el frágil espacio natural que lo rodea. También el de Madrid tiene sus peros, y no solo es por la contaminación sonora. Hay muchas voces que claman por llevar a cabo una reflexión profunda de estos proyectos para que no tengamos que lamentar «el falso 2030», aquel año que se nos vendió como el del lanzamiento universal de una nueva convivencia global. Las desilusiones lastiman la esperanza social y anulan los compromisos particulares.
La teoría ambientalista tarda en ser asimilada por la población. Seguro que en 2030 no será mayoritaria. Por eso debe estar condicionada a un discurso coherente, progresivo, comprometido, reflexivo; no movido por impulsos partidistas ni globos sonda que al final se desinflan o explotan. En el necesario y potente recambio climático no caben estas maniobras. Piénsenlo nuestros gobernantes y dejen de atufarnos.
La crisis ambiental veranea en el olvido
Suponía que andaba todo el mundo buscando a los culpables del cambio climático y del resto de crisis ecológicas. Ahora me doy cuenta de que era una mera impresión. Dado que soy un preocupón pienso que cada persona es una sucursal del medioambiente. Así no despego nunca hacia la ilusión transformadora. Hacemos y deshacemos a nuestro albedrío. No tenemos un foco iluminador de lo coherente, de lo conveniente. Si así fuera, haríamos cola para penetrar en el medioambiente. Pero no como consumidores sino como una especie de franquicia. Pero claro, en ese estadio mental o sitio físico nos empeñaríamos en vender un pretendido orden ecológico. No es fácil. Mejor poner carteles o imágenes para que la gente entre simplemente a leer. Un rótulo grande, para leer al principio y al final, avisaría de que somos ecodependientes. Pagarían una prenda los que se manifestasen negacionistas. Permanecería custodiada allí hasta que un suceso ecosocial que los hubiese zarandeado les demostrase la incerteza hecha realidad.
Las ciudades se llenarían de franquicias pues el asunto ambiental está que arde, o inunda, o quema, o emponzoña el aire, o se filtra en los suelos, o enmierda las masas de agua. Llegó el verano y la mente ambiental se tomó un descanso. El pensamiento perdió su trascendencia, o arrinconó su presencia. Además lo hizo con simetría universal. Llamativa esa unanimidad. La desidia ecológica dejó de ser un asunto de lesa humanidad. Gente que va y viene. No se sabe adónde ni para qué. Tampoco importa mucho al resto. No se trata de dar un paso hacia el más allá seguro sino de no olvidar el presente ascendente. ¿Acaso será un plan de fuga del territorio habitual?
Hubo algunos ilusos a quienes les dio por darse una vuelta por los medios de comunicación. Buscaron el rincón ambiental. Si lo encontraron fue exiguo, reducido casi al mínimo. Como si no tuviera importancia. A pesar de eso, se dieron cuenta de que el verano se había limpiado de la(s) crisis ambiental(es). Bueno, de todas no, quedaron en forma de incendios y sequías varias. También en inundaciones porque los ríos quisieron recuperar sus cauces usurpados. Las máximas mandatarias europeas Der Leyen y Merkel se acordaron momentánemente del cambio climático.
Algo se dijo de la huella ecológica y del día de sobrepaso del Planeta. Quienes buscan los olvidos se preguntan si están en el sitio que les corresponde. También si eso es el medioambiente. Y lo peor es que no dejan de darle vueltas al asunto. Como en una noche de insomnio incómodo. Al lado, alguien ronca.
Doble de calor en diez años pero ¿a qué coste?
Los cálculos realizados por la NASA y la Agencia Nacional Atmosférica de EEUU (NOAA) referidos al periodo 2005-2019 demuestran que el calor que absorbe el sistema Tierra se ha duplicado en diez años. es algo así como el combustible que incrementa el cambio climático a marchas aceleradas. Y lo que es peor todavía, un 90% recalienta los océanos, con todas las repercusiones que sabemos que esta circunstancia tiene en la dinámica climática global.
Quienes no somo científicos empezamos a sospechar que los episodios extremos de precipitación torrencial (Europa central y oeste, China) y sequía e incendios acaecidos en este mes de julio de 2021 (América y Siberia por la creciente megasequía) algo querrán decir. Sin duda son consecuencia de los síntomas climáticos de los que tantas veces se ha hablado. Quienes somos observadores de las actitudes globales de las personas nos preguntamos hasta cuándo podremos aguantar sin cambiar drásticamente las prácticas generadoras de aumentos demostrados de calor. O si lo miramos de otra forma ¿qué tiene que suceder para que se ponga en marcha la revolución social climática? Hasta ahora solamente se dan pequeñas escaramuzas.
Según la OMM (Organización Meteorológica Mundial) «todos los indicadores climáticos han ido a peor en 2020«. Se suponían que la reducción de la movilidad y de la actividad económica iban a provocar lo contrario. Pero ya se sabe, el clima no es cosa de un año; sus causas y consecuencias son acumulativas.
Hipótesis no deseada enunciada por la NASA Y NOAA en el citado informe: «podemos esperar cambios aún más grandes en el clima en las próximas décadas» si no se revierte este fenómeno. Hipótesis nuestra: como sigamos al mismo ritmo puede suceder ya en los próximos diez años un grave conflicto social, económico y ambiental de consecuencias inabarcables.
No se trata de alarmar, más bien de despertar el pensamiento y tramitar cambios personales duraderos. De este asunto sabe mucho la inteligencia humana. Por eso, para quienes quieran conocer más les recomendamos este artículo de Delia Gutiérrez Rubio, meteoróloga de la Aemet: Entonces, ¿es verdad que el clima está cambiando?
El apetito cárnico atraganta hasta al planeta
La vida es extremadamente compleja. Se pudo constatar hace unos días cuando una declaración del Ministro español de Consumo recomendaba la reducción del consumo de carne por su relación con problemas de salud de las personas. Originó un aluvión de críticas. Vertía varios comentarios reflexivos sobre la alimentación, a la vez que aportaba sugerencias no muy diferentes a las que desde hace años recomiendan la OMS y organismos y entidades diversas de reconocido prestigio científico; también la mayoría de nutricionistas. Pasados unos días merece la pena volver a ellas.
En primer lugar porque fueron tomadas como un ataque al sector comercial y ganadero. Me da la impresión de que quienes así lo vieron no atendieron al discurso completo, diseccionando cada parte para analizarla bien. Es imprescindible porque mejora la convivencia colectiva.
Digamos de entrada que la necesaria crianza ganadera es muy variada. En ella no habrá solo vacuno, de donde parece que procedía un chuletón alabado por el Presidente del Gobierno español para defender el sector. Debería haber concretado si su defensa iba dirigida a la ganadería extensiva que muchas mujeres y hombres practican con profesionalidad en la España vaciada. Con sus iniciativas agroganaderas pequeñas o medianas realizan un ejercicio de custodia del territorio cuyos beneficios sociales y naturales trascienden fuera del espacio concreto. A modo de ejemplo serviría lo contado en «El campo es n(v)vuestro» de la Televisión de Aragón.
Consumir una carne de cercanía de esas explotaciones no tiene comparación con esa elaborada en las macrogranjas estilo EEUU, en las que no faltan incentivos medicinales supuestamente peligrosos. O la procedente de Sudamérica criada en extensas zonas deforestadas, por ejemplo la Amazonía, que tantos daños ambientales provoca en suelos, acuíferos y aire. Además deja de lado a los pequeños campesinos de allí. Así no asfixiaría a las otras y facilitaría que el conjunto ecosocial se pueda ir gestionando para las generaciones futuras. Algo de esto de consumo de carne y salud de las personas se decía en el Plan para la España 2050 del Gobierno, que el Presidente prologaba curiosamente con «España: un país con hambre de futuro».
Ojalá las manifestaciones del ministro Garzón, se vean o no oportunas, sirvan para impulsar la sosegada búsqueda de una sociedad informada en su nutrición y alimentada más equitativamente en conjunto. Además, tal que reflexiva se puede convertir en cuidadora del Planeta. Pero claro, quién se mete en estas controversias. Es mejor disimular o lanzar cortinas de humo. Aplazar la respuesta sine die, transferir los problemas presentes al futuro.
Leer artículo completo en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es.
La dana que ha ahogado al oeste de Europa convive con los incendios de Siberia
Las catástrofes naturales nos recuerdan que vivimos tiempos complejos. Alemania, Bélgica, Países Bajos y Luxemburgo padecen inundaciones y destrozos no vistos o recordados. Llueve demasiado en poco tiempo y los drenajes naturales se colapsan. Las causas son diversas, entre ellas la ocupación del espacio inundable por construcciones y la antropización general de territorios frágiles. También dicen las autoridades alemanas y la Presidenta de la UE que el cambio climático puede estar detrás, o al lado, de la virulencia de estos episodios. La comunidad científica tiene sus fundadas sospechas, como el hecho de la alteración de la corriente en chorro o el aumento de la temperatura global, cada cierto tiempo alumbra nuevos estudios para certificarlo. Se avanza que va a haber una reflexión sobre esta amenaza. La Canciller Merkel ha prometido reparar lo destruido. Esperemos que no lo dejen tal cual estaba antes porque la repetición está servida.
Al mismo tiempo arde la región siberiana de Saja-Yakutia, allí donde lo normal es que haya temperaturas bajas casi todo el año y moderadas en verano pues el territorio está dentro de los límites del Círculo Polar Ártico. El calor registrado este mes no tiene precedentes. Yakutsk, a más de 8.000 kilómetros de la capital rusa y que en invierno roza los 50 grados bajo cero, ha estado a 35 grados. Incluso la zona se está calentando 2,5 veces más rápido que la tasa promedio mundial. Hasta ahora han ardido más de millón y medio de hectáreas. Los incendios han existido siempre como alternancia natural de los ciclos de la biomasa, pero no con la dimensión y recurrencia de ahora.
Humos y más gases dificultan la vida de allí pero es que el deshielo del suelo, permafrost, por el calentamento global y la desaparición de las masas vegetales es una amenaza al clima mundial. El metano retenido en los suelos helados se liberará, añadiendo nuevos incentivos al inquietante cambio climático, a la crisis ambiental que tenemos ya presente. Y lo peor es que arde por los cuatro costados la Siberia rusa. Hace poco se quemó el NO americano y otros lugares. Así crecen los temores de que los episodios se repitan.
¿Qué podemos hacer? Para empezar creernos de verdad la influencia antrópica como generadora de la crisis climática. A continuación cambiar nuestro estilo de vida para no echar más fuego al problema, que también nos trae danas erráticas que descargan donde antes eran desconocidas. A la vez respetar los caminos del agua, que libre como quiere sentirse siempre no entiende de daños provocados sino que busca sus itinerarios ancestrales.
El Gobierno francés recula y no llevará la lucha climática a la Constitución
La pretensión era admirable. El Presidente Macron manifestó que quería llevar al artículo 1 de la Constitución la protección del medioambiente y la lucha contra el cambio climático.
https://www.lemonde.fr/politique/article/2021/07/07/referendum-climat-l-executif-contraint-d-enterrer-la-promesse-d-emmanuel-macron_6087284_823448.html?xtor&&M_BT=35298898330415#x3D;EPR-32280629-[a-la-une]-20210707-[zone_edito_1_titre_1]
Todo se andará. Por lo que parece, las necesidades serán tan grandes que entre o no en las constituciones de los países democráticos habrá que actuar como si ambos cometido fueran un derecho universal. ¿Acaso no lo son? Tiempo al tiempo, estamos seguros de que la gobernanza se desatará de las leguleyas trabas y mirará la vida colectiva. Como es su obligación.
La desertificación avanza pero no afecta al debate político
Podría calificarse como uno de los más graves problemas ecosociales y, a la vez, colocarlo en la trastienda donde se arrinconan los grandes ausentes de conversaciones privadas y no digamos del debate político. O si estos últimos hablan de ello no nos lo dicen, con lo cual la posiblemente inducida preocupación ciudadana no puede existir, a no ser que brote como planta efímera del desierto. El asunto es más incomprensible si pensamos que la desertificación es algo así como un libro escrito en la tierra en el que se pueden leer muchas historias, leyendas y anécdotas.
Hablamos de España para no perdernos en latitudes de los trópicos. Advierten Greenpeace y otra gente sensible con el asunto de que más del 75% de la superficie de España está en riesgo de desertificación. No solo eso es preocupante ya que el 70% de las demarcaciones hidrográficas presentan niveles de estrés hídrico alto o severo. Apremia el Observatorio Ciudadano de la Sequía de FCyT (Fundación para la Ciencia y la Tecnología) de que es urgente acabar con la sobreexplotación y contaminación de los recursos hídricos. Tampoco este asunto merece la atención de la política española actual, y el problema ya es añejo. Pero ahora se ha visto amplificado por el cambio climático. Así lo asegura el informe Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España (2021)
Cómo estará el asunto que hasta el Tribunal de Cuentas redactó su informe especial núm. 33 en 2018 con un título expresivo La lucha contra la desertificación en la UE: una amenaza creciente contra la que se debe actuar más intensamente.
En el artículo publicado en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es hablamos más sobre el avance de la desertificación en España.
Días internacionales para rescatar del olvido retos pendientes
El mes de junio reúne muchos días internacionales que llaman nuestra atención. Estas fechas sirven para recordarnos los retos pendientes, las posibles actuaciones globales sobre una problemática determinada que necesita una o varias mejoras. En cierto modo nos avisan de que determinados descuidos o usos sociales ponen en riesgo algo tangible o no. No se sabe muy bien lo que tienen de celebración o conmemoración, quizás más de lo segundo. Este mes se señalan días que alertan sobre asuntos sociales (enfermedades varias, desigualdades lacerantes, olvidos de quienes más sufren, etc.). Asuntos que necesitan una urgente y continuada atención colectiva y mucha dotación económica prioritaria por parte de los gobiernos. Además de estos, encontramos otros muchos sobre cuestiones que tienen que ver con el medioambiente. Sabemos que no basta con llamar la atención un solo día pero a nadie perjudica recordarle la tarea pendiente.
El 5 de junio fue un día que a casi nadie pasaría desapercibido. Una jornada estrella pues los medios de comunicación suelen hablar sobre el tema y presentar reportajes interesantes. Ciñéndonos solo a ecología global anotamos el 1 de junio dedicado a los arrecifes, el 2 a la bicicleta, el 5 al medio ambiente y también a la pesca ilegal, el 7 al vencejo, el 8 a los océanos, el 15 al viento, el 16 a las tortugas marinas, 17 a la desertificación y sequía, el 21 al Sol y a la hidrografía, el 22 a los bosques tropicales, el 29 a los trópicos y así seguiríamos.
El día internacional en sí es nada, pero dice bastante si queremos escucharlo. Lo poco que se haga o se piense es mucho comparado con lo que sucedería de no haber nadie que llamase la atención sobre lo desatendido, que para nada es superfluo sino una parte importante de la existencia colectiva.
¿Qué tienen en común los vencejos y los océanos? Los unos negros, aéreos, diminutos, pasan desapercibidos para mucha gente. El otro enorme, universal, onmipresente en el horizonte y los pensamientos. Quizás se parezcan en que sean migrantes, que no encuentren fronteras en el mundo. No lo sé, o me lo imagino pero no hay que darle excesivas vueltas. Me basta con leer el poema de Unamuno (1908) «Han vuelto los vencejos».
Posdata del 5 de junio: la tarea ambiental no ha hecho sino empezar
Empecemos por recordar que somos ecodependientes, que la naturaleza que nos acoge merece una consideración afectiva, que no solo tiene la cualidad de utilidad. Las capacidades individuales y colectivas se generan en el campo de la experimentación, si es un grupo salen reforzadas. Pasó la fecha del 5 de junio. Para que los deseos de esos días no se desvanezcan enseguida debemos poner en marcha otros sistemas de convivencia ecosocial. El informe IPBES puede servir de referencia para empezar a hacer lo que se evaluará dentro de una año. Lleva un título reflexivo: Evaluación mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. Resumen para los encargados de la formulación de políticas. Ahí está el asunto vital, o uno de ellos.
Rescatemos solamente dos supuestos del Informe. Están traducidos a guías de acción para quienes se encargan de formular/acordar políticas:
- La naturaleza es profundamente ecosocial. Busquemos una convivencia sin estridencias entre una y otra. Logremos que en todo el mundo mejore la alimentación, se reparta y se utilice mejor la energía, la salud universal sea casi una realidad. hagamos realidad que el bienestar humano sea universal. Alcancemos la mitigación del cambio climático. Conservemos más y mejor la naturaleza y hagamos de ella un uso hiper sostenible. Movámonos en el escenario de las alianzas, con instrumentos normativos ágiles nacionales y suprenacionales que ilusionen a la gente de todo el mundo. En fin, consigamos el apoyo individual y colectivo para impulsar el cambio transformador, tan urgente y necesario.
- Convenzámonos de que todavía es posible conservar, restaurar y coexistir con la naturaleza de manera amigable, sostenible a la vez que se pueden alcanzar varias metas sociales. Para lograrlo los formuladores de políticas debemos acometer urgentemente iniciativas coordinadas en todo el mundo. Empecemos a hacerlas realidad en la Conferencia del Cambio Climático de Glasgow.
Leer artículo completo Con(Pre)servar la naturaleza en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es.
Preludio para el Día del Medio Ambiente: la Tierra agotará pronto su despensa anual
La Tierra en su conjunto, sus habitantes con ella, se enfrentan cada año a un reto no superado: limitar su uso de los recursos naturales que se pueden generar en el año. La sobrecapacidad es un término que asusta en cualquier actividad humana individual y colectiva. En el caso de la Tierra no, será porque parece que es de todos para utilizarla y de pocos para protegerla. «Eart Oversoot Day», El Día de superación de la Tierra se establece con una operación simple, entendible por toda la gente (Biocapacidad del planeta / Huella ecológica de la humanidad) x 365 = Día de la superación de la Tierra. Se han mejorado los cálculos por parte de Global Footprint Network.
Cada año llega antes, cada año se consumen tesoros guardados en la despensa Tierra. ¿Hasta cuándo durarán? Ya tenemos cerca el día global del mundo -en España fue en mayo, en China llega en unos días, otros muchos países lo hicieron con antelación- y nos da tiempo para pensar qué significa y hablarlo con la gente que nos rodea, para lo que podemos consultar cómo han ido o irán distintos países. Por eso avisamos con antelación. Acaso prever la posible influencia del cambio climático en algunos de los parámetros que tienen que ver en el acontecer de la vida en la Tierra.
Cuando llegue el día D, cuando la Tierra esté sobrepasada lanzará llamadas de socorro. ¿Quién las escuchará? Habremos de prepararnos para los años venideros, que por ahora parece que van a restar hojas del calendario global. Las generaciones actuales deberían dejar una Tierra menos maltrecha a las futuras. Es una de las misiones que se marca cualquier especie. La humana, dotada de una enorme capacidad de pensar, perdió la referencia biológica hace demasiado tiempo.
Pero todavía puede… Mañana se habla en todo el mundo de Día del Medio Ambiente. Algo que celebrar habrá, pero pesará mucho más lo que hay que lamentar: apenas cambiamos nuestra manera de ver las relaciones ecosociales.
Cosas de cigarras estadounidenses, 17 años después
Sale, canta y revoluciona el mundo. La cigarra es un artrópodo relativamente reconocido en la cultura universal. De ella se han escrito cuentos, curiosos audiocuentos de la naturaleza, poemas y libros enteros. Se la ha querido comparar con la hormiga, como especie y colectivo pero el cuento no cuenta la verdad del todo porque es una fábula que Esopo lanzó al mundo. Después Jean de la Fontaine y Samaniego, entre otros, la divulgaron con matices su manera de estridular.
Quién sabe si el cambio climático retrasará o evitará que las cigarras estadounidenses acudan prestas a su cita de cada 17 años. Tantos años madurando, tanto tiempo esperando a que la posible fertilidad se haga realidad. La costa este de EE.UU. espera expectante. ¿Quién sabe que relojes o calendarios siguen esas cigarras? Pues el año próximo serán otras y así sucesivamente. Esto de los ciclos de la naturaleza tiene su misterio y su belleza. También el resto de los seres vivos tienen ritmos que a nosotros se nos escapan. La eclosión va a ser brutal, por el ruido solamente pues las cigarras son inofensivas. Solamente están al servicio de la especie, para que esta no desaparezca. La gente se asustará por lo que la Agencia de Protección Ambiental de EE UU (EPA, por sus siglas en inglés) ha impulsado una fuerte campaña en redes sociales para que la población no las extermine con fumigaciones, dado que los insecticidas dañan otras muchas vidas.
Por aquí no aguantan tanto bajo tierra; de esto saben mucho en National Geographic. Las cosas de los seres vivos nos resultan a veces incomprensibles, como el hecho de que lo de las cigarras tenga relación con los números primos; otras tienen ciclos de 13 años. Por eso, entender la biodiversidad, o ser conscientes de que nos enriquece es una de las tareas que tenemos pendientes. Por cierto, el pasado 22 de mayo fue el Día Internacional de la Biodiversidad 2021. Este año tenía un lema digno de ser descifrado: Somos parte de la solución. Pues eso.
España sufre una creciente calentura a la vez que aprueba una Ley contra el cambio climático
Por fin, a pesar de los pesares, con más de diez años de retraso, se ha aprobado en España la Ley de cambio climático y transición energética. En principio supone una asunción de compromisos en el marco de una política global de la Unión Europea, que siempre va lenta pero es mucho más sensible al cambio climático y más favorable a la transición energética hacia la descarbonización que la mayor parte del mundo. Ahora se trata de ponerla en marcha, de caminar sin dilaciones hacia los objetivos que se marca. Los plazos marcados son cortos o largos, depende de la pedagogía que sepa emplear el Gobierno y la acogida de empresas, agentes sociales y ciudadanía en general. Bienvenida sea, aun con sus envites poco atrevidos al decir de algunas organizaciones ecologistas. Ojalá signifique un punto de inflexión en la cultura económica, social y ambiental de España.
Algunos de los detalles de transición que aborda necesitan un impulso rápido, inmediato si me apuran. Al día siguiente de aprobarse la ley, la Aemet (Agencia Estatal de Meteorología de España) advierte de que España sufre de una calentura creciente pues la temperatura media se ha incrementado 1,3º C en apenas 60 años. Si seguimos así, esperemos que las medidas que la ley pretende implementar lo remedie, el aumento podría ser de unos 5º C hasta finales de siglo. ¡Una auténtica catástrofe! Bueno, muchas. A pesar del parón económico originado por la pandemia, la concentración de GEI no ha dejado se subir. Ojo al dato: 2020 fue junto con 2017 el año de temperatura media más elevado desde que se tienen registros fiables y completos. Esto es, desde hace unos 60 años.
Hay más detalles, además de los trastornos meteorológicos como pueden ser los ciclones o borrascas del año pasado. La salud ambiental, existe y se va deteriorando, afecta a la salud social y personal. Aunque solamente fuese por eso, todos necesitamos ponermos en tratamiento preventivo, o en cura de algunas molestias más o menos graves. Tomemos la naciente ley como el inicio de una auténtica política sanitaria ambiental, ayudemos todos (gobiernos, empresas, agentes sociales y ciudadanía) con nuestro compromiso a llegar en mejores condiciones a los plazos de salud que marca. Para ello habrá que cambiar ciertos estilos de vida, pero la salud bien merece algunos «sacrificios».
El cambio climático llega hasta el eje de la Tierra
Parece ser que el cambio climático está detrás de la posible creciente inclinación del eje de la Tierra. En realidad esto del giro del planeta alrededor de un eje es algo complicado de entender, pues a la vista no tiene una fuerza que lo explique y menos todavía que justifique que las vueltas sean siempre de oeste a este. Es más, si pudiésemos colocarnos como observadores externos a unos centenares de kilómetros por ejemplo manteniendo una posición fija observaríamos que lugares de la zona ecuatorial giran más rápidos, 465,11 m/s, que lo hacen países como España; no digamos ya lo «lenta» que va Laponia. Si lo pensamos bien es normal, porque dan una vuelta mucho más larga en el mismo tiempo que todas. es algo así como lo que sucede cuando hacemos girar a una serie de personas formando una cadeneta.
Es más, según la gente de la ciencia ese eje de rotación está modificándose. La cosa no es nueva pues parece que ya tuvo que ver en la finalización de las edades de hielo del último millón de años; se producía cuando el ángulo de inclinación del eje de la Tierra se acercaba a valores más altos. Asegura una investigación publicada en la revista Geophysical Research Letters que la velocidad promedio de la deriva del Polo Norte -el punto donde el eje de rotación de la Tierra se cruza con su corteza- entre 1995 a 2020 fue 17 veces más rápida que la de 1981 a 1995. Si esto es así, la posición de los polos se ha movido unos 4 metros de distancia desde 1980, debido a cambios en el almacenamiento del agua terrestre. Leemos en un artículo de National Geographic que la extraña rotación de la Tierra podría resolver el enorme cambio climático que supuso que paisajes frondosos se convirtiesen en desiertos hace unos 160 millones de años.
Leer artículo completo en el blog La Cima 2030 de 20.minutos.es.
¿Qué perfil ambiental diría que tiene España?
La estampa que defina cualquier país nunca tendrá una silueta armónica, la vida es extremadamente compleja. En el asunto ambiental, si bien hay diferencias enormes entre unos y otros, ninguno alcanza un manejo extraordinario. Tampoco los nórdicos europeos hacia los que dirigimos muchas veces nuestras miradas de envidia. Sabemos que arrastran unas huellas ecológicas desmesuradas, muy relacionadas con sus estados de bienestar vital, que es alto. Pero no siempre coinciden con el “bienpensar y actuar en consecuencia” que se les supone y que llevamos tanto tiempo admirando.
El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico publicó no hace mucho el Perfil Ambiental de España 2019 , como lleva haciendo cada año desde hace más de una década. En la presente edición dedica un preámbulo inicial a relacionar medioambiente y salud, asunto que emerge en cualquier escenario de debate social que aborda las incertezas del futuro. Lo presenta como un problema global pues se sabe que las alteraciones del medioambiente tienen una influencia inmediata y duradera en la salud colectiva; de tal forma que dificulta que sea haga realidad como derecho humano para todas las personas, a cualquier edad y en todo el mundo. En el caso de España, el PAE analiza aquellos agentes físicos, biológicos, climáticos y otros que condicionan la salud.
Hace hincapié en los factores que definen la interacción entre salud y medioambiente: la calidad del aire interior y exterior; el acceso universal, equitativo y sostenible al agua potable, el saneamiento y la higiene; la minimización de los efectos adversos de los químicos en la salud humana y el medioambiente; la gestión saludable y sostenible de los residuos y los sitios contaminados; la adaptación al cambio climático y el esfuerzo general en su mitigación; la conversión de ciudades y regiones en espacios físicos y sociales más saludables e inclusivos, seguros, resistentes y sostenibles; la consideración de la sostenibilidad ambiental en los sistemas de salud.
Seguir leyendo en La Cima 2030, un blog de 20minutos.es.
Una mirada al estado del clima global en el año 2020
Acostumbramos a mirar el presente para adivinar el futuro. Antes nos servía como estrategia, ahora tenemos dificultades para ver porque las incertezas se nos han revelado como dominadoras. El clima se estudia por activa y por pasiva. No dejan de aparecer simulaciones que echan mano de tal o cual algoritmo para prever lo inseguro. A la vez, reuniones y más reuniones -ahora mismo están hablando los líderes mundiales incluido el presidente de EE.UU.- buscan la descarbonización de la vida por reducción de emisiones. Loable empeño.
Mientras se ponen de acuerdo gobernantes y multinacionales varias, podemos ampliar conocimientos de cómo nos encontramos. La reciente publicación de la Organización Meteorológica Mundial y otras agencias ONU State of Climat Globate 2020 insiste en que hay que poner en marcha con urgencia una política más ambiciosa para detener su velocidad de transformación, para ganarle tiempo. Una y otra vez constata que el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera debido a las actividades humanas es uno de los principales impulsores del cambio climático. Dice que a pesar de la covid-19, aumentó la emisión a la atmósfera de GEI. Razona por qué son tan importantes esos gases. Incluye gráficas, con datos de diversas instancias evaluadoras, que demuestran su evolución desde hace unos 150 años. Llama la atención sobre la evolución de las temperaturas en lugares muy sensibles, como el Ártico o la zona Antártica, por las graves repercusiones que dicho fenómeno tendría en la dinámica global del clima. Además, alrededor del 90% del exceso de energía que se acumula en el sistema debido a las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero va a los océanos, con el grave impacto que supone en la vida marina, entre otras cosas por la acidificación de las aguas, y para las comunidades humanas que viven en sus orillas.
No se olvida de valorar el aumento de los eventos extremos ligados al clima en todo el mundo. Se lamenta de las pérdidas de las masas glaciares continentales, con la consiguiente disminución de su efecto albedo. Dedica un capítulo especial a los refugiados, los desplazados internos y los migrantes ligados a la crisis climática y sus eventos. Durante la última década (2010-2019), los episodios relacionados con el clima provocaron un promedio de 23,1 millones de desplazamientos de personas cada año. Es más, esos eventos provocaron en gran parte, influirían otros factores, unos 9,8 millones de desplazamientos en el primer semestre de 2020, concentrados principalmente en Asia meridional y sudoriental y el Cuerno de África.
En fin, que la cosa está complicada. Aquí un acceso resumido en español.
Por cierto, las gigantes petroleras siguen con su renovable lavado de cara mientras aumentan sus emisiones. Lo recoge The Guardian llamándolo «El gran engaño».
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