Economía
La desertificación avanza pero no afecta al debate político
Podría calificarse como uno de los más graves problemas ecosociales y, a la vez, colocarlo en la trastienda donde se arrinconan los grandes ausentes de conversaciones privadas y no digamos del debate político. O si estos últimos hablan de ello no nos lo dicen, con lo cual la posiblemente inducida preocupación ciudadana no puede existir, a no ser que brote como planta efímera del desierto. El asunto es más incomprensible si pensamos que la desertificación es algo así como un libro escrito en la tierra en el que se pueden leer muchas historias, leyendas y anécdotas.
Hablamos de España para no perdernos en latitudes de los trópicos. Advierten Greenpeace y otra gente sensible con el asunto de que más del 75% de la superficie de España está en riesgo de desertificación. No solo eso es preocupante ya que el 70% de las demarcaciones hidrográficas presentan niveles de estrés hídrico alto o severo. Apremia el Observatorio Ciudadano de la Sequía de FCyT (Fundación para la Ciencia y la Tecnología) de que es urgente acabar con la sobreexplotación y contaminación de los recursos hídricos. Tampoco este asunto merece la atención de la política española actual, y el problema ya es añejo. Pero ahora se ha visto amplificado por el cambio climático. Así lo asegura el informe Impactos y riesgos derivados del cambio climático en España (2021)
Cómo estará el asunto que hasta el Tribunal de Cuentas redactó su informe especial núm. 33 en 2018 con un título expresivo La lucha contra la desertificación en la UE: una amenaza creciente contra la que se debe actuar más intensamente.
En el artículo publicado en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es hablamos más sobre el avance de la desertificación en España.
Posdata del 5 de junio: la tarea ambiental no ha hecho sino empezar
Empecemos por recordar que somos ecodependientes, que la naturaleza que nos acoge merece una consideración afectiva, que no solo tiene la cualidad de utilidad. Las capacidades individuales y colectivas se generan en el campo de la experimentación, si es un grupo salen reforzadas. Pasó la fecha del 5 de junio. Para que los deseos de esos días no se desvanezcan enseguida debemos poner en marcha otros sistemas de convivencia ecosocial. El informe IPBES puede servir de referencia para empezar a hacer lo que se evaluará dentro de una año. Lleva un título reflexivo: Evaluación mundial sobre la diversidad biológica y los servicios de los ecosistemas. Resumen para los encargados de la formulación de políticas. Ahí está el asunto vital, o uno de ellos.
Rescatemos solamente dos supuestos del Informe. Están traducidos a guías de acción para quienes se encargan de formular/acordar políticas:
- La naturaleza es profundamente ecosocial. Busquemos una convivencia sin estridencias entre una y otra. Logremos que en todo el mundo mejore la alimentación, se reparta y se utilice mejor la energía, la salud universal sea casi una realidad. hagamos realidad que el bienestar humano sea universal. Alcancemos la mitigación del cambio climático. Conservemos más y mejor la naturaleza y hagamos de ella un uso hiper sostenible. Movámonos en el escenario de las alianzas, con instrumentos normativos ágiles nacionales y suprenacionales que ilusionen a la gente de todo el mundo. En fin, consigamos el apoyo individual y colectivo para impulsar el cambio transformador, tan urgente y necesario.
- Convenzámonos de que todavía es posible conservar, restaurar y coexistir con la naturaleza de manera amigable, sostenible a la vez que se pueden alcanzar varias metas sociales. Para lograrlo los formuladores de políticas debemos acometer urgentemente iniciativas coordinadas en todo el mundo. Empecemos a hacerlas realidad en la Conferencia del Cambio Climático de Glasgow.
Leer artículo completo Con(Pre)servar la naturaleza en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es.
Preludio para el Día del Medio Ambiente: la Tierra agotará pronto su despensa anual
La Tierra en su conjunto, sus habitantes con ella, se enfrentan cada año a un reto no superado: limitar su uso de los recursos naturales que se pueden generar en el año. La sobrecapacidad es un término que asusta en cualquier actividad humana individual y colectiva. En el caso de la Tierra no, será porque parece que es de todos para utilizarla y de pocos para protegerla. «Eart Oversoot Day», El Día de superación de la Tierra se establece con una operación simple, entendible por toda la gente (Biocapacidad del planeta / Huella ecológica de la humanidad) x 365 = Día de la superación de la Tierra. Se han mejorado los cálculos por parte de Global Footprint Network.
Cada año llega antes, cada año se consumen tesoros guardados en la despensa Tierra. ¿Hasta cuándo durarán? Ya tenemos cerca el día global del mundo -en España fue en mayo, en China llega en unos días, otros muchos países lo hicieron con antelación- y nos da tiempo para pensar qué significa y hablarlo con la gente que nos rodea, para lo que podemos consultar cómo han ido o irán distintos países. Por eso avisamos con antelación. Acaso prever la posible influencia del cambio climático en algunos de los parámetros que tienen que ver en el acontecer de la vida en la Tierra.
Cuando llegue el día D, cuando la Tierra esté sobrepasada lanzará llamadas de socorro. ¿Quién las escuchará? Habremos de prepararnos para los años venideros, que por ahora parece que van a restar hojas del calendario global. Las generaciones actuales deberían dejar una Tierra menos maltrecha a las futuras. Es una de las misiones que se marca cualquier especie. La humana, dotada de una enorme capacidad de pensar, perdió la referencia biológica hace demasiado tiempo.
Pero todavía puede… Mañana se habla en todo el mundo de Día del Medio Ambiente. Algo que celebrar habrá, pero pesará mucho más lo que hay que lamentar: apenas cambiamos nuestra manera de ver las relaciones ecosociales.
Aprender la ciudadanía global como estrategia de futuro
Hace un par de meses fui invitado a participar en un encuentro que tenía como nexo de unión la función educadora de la ciudadanía global, manifestada en la forma de aprenderla y practicarla. Allí se dijo que lo que se pretendía con esa estrategia era la construcción permanente de ciudadanía, en este caso aragonesa, que fuese crítica y activa, que estuviese comprometida en la construcción de una sociedad más lejana, marcadamente global, pero en la que no faltase nunca la solidaridad, la justicia universal y la búsqueda de la equidad como camino para limitar las desigualdades.
Todo lo anterior surge en forma de un proyecto basado en alianzas entre el Gobierno de Aragón, Diputación Provincial de Zaragoza, Ayuntamiento de Zaragoza, Universidad de Zaragoza, la FAMCP y la FAS (Federación Aragonesa de Solidaridad) y cuenta con la colaboración de la Comisión Europea a través de la iniciativa “Global Schools”. Ese proyecto, marcadamente escolar pero no solo, coexiste con la Estrategia aragonesa de Educación para el Desarrollo y la Ciudadanía Global. En ella se han definido 26 líneas estratégicas (LE) y 61 medidas de acción (MA), estructuradas en seis ámbitos de actuación que suponen una vuelta ideológica a la atonía que observamos en el conjunto social. Tres abordan los compromisos educativo, social e institucional. Uno pone toda su énfasis en la participación, en la potencia de las redes y en el valor de la coordinación. El quinto se fija en la imprescindible formación de todos los agentes implicados. No falta uno dedicado a los supuestos metodológicos que harían más eficaz el proyecto y valorar posibles cambios. El tiempo nos dirá si el trayecto fue fácil, si los cambios cualitativos en las personas de aquí ayudaron en algo a mejorar el mundo de allá.
El anterior es un ejemplo de lucha contra las desigualdades. Se conocen otros muchos en España y en el mundo, impulsados por ONGs muy conocidas o entidades diversas, grandes y pequeñas. Ante la creciente intransigencia y barbarie -jaleada en Europa y en España por partidos políticos con evidentes carencias democráticas y medios de comunicación tergiversadores de la realidad- hacia los diferentes, extranjeros, inmigrantes o menores sin respaldo social, etc., ¿quién se atreve a asegurar que no se puede hacer nada o que ya está todo dicho?
La estrategia contra la inequidad se puede llamar Educación para la Ciudadanía Global, y a veces lleva el añadido de Desarrollo, que se hace visible en forma de ayudas y compromisos con gente de otros países que nos siguen mirando con envidia pero también con algo de pena, sobre todo por cómo somos. Ahora es más necesaria que nunca esa ciudadanía global que a menudo nos interroga. Si alguien se esfuerza llega a aprenderla y entenderla, a practicarla finalmente.
¿Qué perfil ambiental diría que tiene España?
La estampa que defina cualquier país nunca tendrá una silueta armónica, la vida es extremadamente compleja. En el asunto ambiental, si bien hay diferencias enormes entre unos y otros, ninguno alcanza un manejo extraordinario. Tampoco los nórdicos europeos hacia los que dirigimos muchas veces nuestras miradas de envidia. Sabemos que arrastran unas huellas ecológicas desmesuradas, muy relacionadas con sus estados de bienestar vital, que es alto. Pero no siempre coinciden con el “bienpensar y actuar en consecuencia” que se les supone y que llevamos tanto tiempo admirando.
El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico publicó no hace mucho el Perfil Ambiental de España 2019 , como lleva haciendo cada año desde hace más de una década. En la presente edición dedica un preámbulo inicial a relacionar medioambiente y salud, asunto que emerge en cualquier escenario de debate social que aborda las incertezas del futuro. Lo presenta como un problema global pues se sabe que las alteraciones del medioambiente tienen una influencia inmediata y duradera en la salud colectiva; de tal forma que dificulta que sea haga realidad como derecho humano para todas las personas, a cualquier edad y en todo el mundo. En el caso de España, el PAE analiza aquellos agentes físicos, biológicos, climáticos y otros que condicionan la salud.
Hace hincapié en los factores que definen la interacción entre salud y medioambiente: la calidad del aire interior y exterior; el acceso universal, equitativo y sostenible al agua potable, el saneamiento y la higiene; la minimización de los efectos adversos de los químicos en la salud humana y el medioambiente; la gestión saludable y sostenible de los residuos y los sitios contaminados; la adaptación al cambio climático y el esfuerzo general en su mitigación; la conversión de ciudades y regiones en espacios físicos y sociales más saludables e inclusivos, seguros, resistentes y sostenibles; la consideración de la sostenibilidad ambiental en los sistemas de salud.
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Una mirada al estado del clima global en el año 2020
Acostumbramos a mirar el presente para adivinar el futuro. Antes nos servía como estrategia, ahora tenemos dificultades para ver porque las incertezas se nos han revelado como dominadoras. El clima se estudia por activa y por pasiva. No dejan de aparecer simulaciones que echan mano de tal o cual algoritmo para prever lo inseguro. A la vez, reuniones y más reuniones -ahora mismo están hablando los líderes mundiales incluido el presidente de EE.UU.- buscan la descarbonización de la vida por reducción de emisiones. Loable empeño.
Mientras se ponen de acuerdo gobernantes y multinacionales varias, podemos ampliar conocimientos de cómo nos encontramos. La reciente publicación de la Organización Meteorológica Mundial y otras agencias ONU State of Climat Globate 2020 insiste en que hay que poner en marcha con urgencia una política más ambiciosa para detener su velocidad de transformación, para ganarle tiempo. Una y otra vez constata que el aumento de los niveles de gases de efecto invernadero en la atmósfera debido a las actividades humanas es uno de los principales impulsores del cambio climático. Dice que a pesar de la covid-19, aumentó la emisión a la atmósfera de GEI. Razona por qué son tan importantes esos gases. Incluye gráficas, con datos de diversas instancias evaluadoras, que demuestran su evolución desde hace unos 150 años. Llama la atención sobre la evolución de las temperaturas en lugares muy sensibles, como el Ártico o la zona Antártica, por las graves repercusiones que dicho fenómeno tendría en la dinámica global del clima. Además, alrededor del 90% del exceso de energía que se acumula en el sistema debido a las crecientes concentraciones de gases de efecto invernadero va a los océanos, con el grave impacto que supone en la vida marina, entre otras cosas por la acidificación de las aguas, y para las comunidades humanas que viven en sus orillas.
No se olvida de valorar el aumento de los eventos extremos ligados al clima en todo el mundo. Se lamenta de las pérdidas de las masas glaciares continentales, con la consiguiente disminución de su efecto albedo. Dedica un capítulo especial a los refugiados, los desplazados internos y los migrantes ligados a la crisis climática y sus eventos. Durante la última década (2010-2019), los episodios relacionados con el clima provocaron un promedio de 23,1 millones de desplazamientos de personas cada año. Es más, esos eventos provocaron en gran parte, influirían otros factores, unos 9,8 millones de desplazamientos en el primer semestre de 2020, concentrados principalmente en Asia meridional y sudoriental y el Cuerno de África.
En fin, que la cosa está complicada. Aquí un acceso resumido en español.
Por cierto, las gigantes petroleras siguen con su renovable lavado de cara mientras aumentan sus emisiones. Lo recoge The Guardian llamándolo «El gran engaño».
El perfil ambiental de España, trazos finos y borrones
El Ministerio de Transición Ecológica y Reto Demográfico dio a conocer el Perfil Ambiental de España 2019 (PAE) unos meses, algo que hace todos los años. En la presente edición insiste en relacionar medioambiente y salud. Lo presenta como un problema global pues se sabe que las alteraciones del medioambiente tienen una influencia inmediata y duradera en la salud colectiva. En el caso de España, el PAE analiza aquellos agentes físicos, biológicos, climáticos y otros que condicionan la salud. En el año 2017 se firmó la Declaración de Ostrava que definía el perfil de la Agenda 2030 para el Desarrollo Sostenible. Ese documento señala los fundamentos de la interacción entre salud y medioambiente: la calidad del aire interior y exterior; el acceso universal, equitativo y sostenible al agua potable, el saneamiento y la higiene; la minimización de los efectos adversos de los químicos en la salud humana y el medioambiente; la gestión saludable y sostenible de los residuos y los sitios contaminados; la adaptación al cambio climático y el esfuerzo general en su mitigación; la conversión de ciudades y regiones en espacios físicos y sociales más saludables e inclusivos, seguros, resistentes y sostenibles; la consideración de la sostenibilidad ambiental en los sistemas de salud. Es imprescindible creer en esos fines, además de convencerse de que es posible acercarse si se establecen las necesarias alianzas entre todos los agentes sociales y la ciudadanía.
Los abogados ambientales de ClientHearth publicaron un trabajo de investigación sobre los archivos del lavado verde que interpretaba el lenguaje de las grandes petroleras, de los mayores emisores de gases de efecto invernadero que venden su descarbonización casi inmediata. No son solo las petroleras, también lo hacen las multinacionales de la globalización. Y claro, dado que tienen tanto poder mediático y de todo tipo nos provocan distorsiones del perfil que tenemos ahora y el que deberíamos mejorar. Disponen de efectivas campañas de marketing verde, nosotros caemos en la maraña y consumimos sus productos. Para ello se aprovechan de las redes sociales para llegar a un público joven,incluso no falta el pago a influencers. Nos despistan, pues ya no sabemos a dónde mirar y lo peor, qué pensar y si este ejercicio merece la pena.
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Las recetas de la OMS para la recuperación saludable tras la COVID
La OMS (Organización Mundial de la Salud) quiere que todos seamos partícipes activos de su manifiesto de recetas saludables. La mayoría de sus propuestas son para ahora mismo, pero hay que mantenerlas de forma decidida y con compromiso en el tiempo, para pensar en ellas como argumento de vida, para recuperarnos de tantos males, para vivir las personas del mundo entero. No se trata de volver a la situación previa en salud y medioambiente sino de hacerlo mejor que antes. El envite es para todos: personas, administraciones y empresas, etc. Aquí las vamos a enumerar simplemente. Lean lo que se dice en el artículo completo.
Serían estas:
1) Proteger y preservar la fuente de salud humana: la naturaleza.
2) Invertir en servicios esenciales, desde agua y saneamiento hasta energía limpia en las instalaciones de salud.
3) Asegurar una transición energética rápida y saludable.
4) Promover sistemas alimentarios saludables y sostenibles.
5) Construir ciudades saludables y habitables.
6) Dejar de usar el dinero de los contribuyentes para financiar la contaminación.
Al final, o al principio, de lo que se trata es de que se ponga en marcha de verdad un movimiento mundial por la salud y el medioambiente; la universal naturaleza también cuenta.
Hasta la ley quiere reducir el cambio climático
Mal que nos pese, el cambio climático es todavía un espacio social sin alerta contundente, a pesar de sus riesgos, algunos muy graves y de difícil gestión. Debe abordarse con un gran compromiso social. En España se acaba de aprobar una Ley de Cambio Climático y Transición Energética. Se trata de poner en marcha transformaciones que hagan más racional la movilidad, la generación energética y su consumo o la industria turística; entre otras muchas cosas.
Si la ley fuese perfecta, si en su desarrollo se implicasen todas las fuerzas sociales, las administraciones y la ciudadanía, nos acercaría a esa utopía que quiere detener buena parte de las afecciones del cambio climático en todo el mundo. Gente de ciencia, ONGs y cada vez más entidades públicas y privadas son conscientes de que su aspiración nunca debe parecer inalcanzable, por más que ahora mismo sean visibles múltiples transgresiones que la dificultan demasiado.
Pero toda ley tiene tramitaciones que la despojan de parte de su ser. Se cuenta que al final las leyes se convierten en el máximo posible o en el mínimo común. De ahí que no lleguen a la ciudadanía las mejoras buscadas. Si lo hiciese es posible que se entendiesen los protocolos del camino a recorrer, para acelerar el paso si se intuye que la resolución de la crisis climática se ve cada vez más lejos, para demandar cambios a los poderes públicos y comerciales.
Los medios de comunicación no se han ocupado del tema, con escasas excepciones. En general han estado más pendientes de los argumentos de laboratorio mesiánico de algunos negacionistas exhibidos en los diferentes ámbitos legislativos, de partido y mediáticos.
Desde diversas instancias se ha criticado la escasa ambición de la ley, que le falta velocidad en sus fases y deseos más contundentes, que no lleva pareja una educación ambiental que sostenga a los gestores y anime a la ciudadanía. Aún así, habrá un antes y un después a partir de esta Ley, por más que su andadura no sea fácil. Por lo tanto, gracias a quienes han luchado por sacarla adelante. Apetece imaginarse, a pesar de sus imperfecciones, que la mayoría de los países del mundo tuviesen algo similar.
Pero para salir de esta situación de crisis climática se necesita algo más que una ley, hay que convertir la lucha contra el cambio climático en una especie de utopía que suponga la modificación del estilo de vida. Costará, sí, tampoco será fácil, pero no hay otra opción de futuro.
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El cuento de las macrogranjas no puede tener un final feliz
Lleva tiempo Greenpeace avisando a cualquiera que quiera escuchar que las macrogranjas suponen una práctica con agresiones múltiples (animales, suelo, agua, cultura global alimentaria, cambio climático, etc.). En fin un riesgo innecesario que tiene en vilo a los lugareños de enclave en donde se construyen, también en territorios limítrofes en donde el agua de los acuíferos empieza a sentir ya a los peligrosos nitratos y muchas más cosas.
Ahora mismo, el ejemplo de Caparroso (Navarra) con las vacas de protagonistas obligadas quiere extenderse a Noviercas (Soria), como poniendo en valor el modelo lechero norteamericano. Tal es el asunto que hasta ha merecido la atención de un Informe Semanal. Cuidado porque el proyecto supone la granja más grande de Europa y la quinta del mundo. El Moncayo, que envía sus aguas a Soria y Aragón, se estremece solo de escucharlo. Además, el modelo productivo, con la tecnología como estandarte, pone en cuestión buena parte de las pequeñas explotaciones que pueden vivir de su trabajo. Luego está el asunto de si el valor económico añadido de estos desperfectos se queda en el territorio que los soporta.
Qué ironía, la España vaciada sirve para ubicar las macrogranjas; quienes las defienden aluden a que ayudan a fijar población (sic) y a que contaminan más muchas granjas pequeñas, difíciles de controlar que una grande, sujeta en principio a protocolos más severos, según se cuenta en un artículo del Diario de Castilla y León, a propósito de «la fiebre de las macrogranjas de cerdos» y el poderío de las exportación al mercado chino. Ante esto, solo cabe exigir el cumplimiento de las leyes, que las hay y de recorrido amplio. Ya ha habido algún partido político que quiere llevar al Congreso español el asunto, que no afecta solamente a España sino que es una estrategia productiva más presente en muchos países.
La España vaciada se rebela contra las macrogranjas, decía el titular periodístico. Y no hemos dicho nada de las de pollos o gallinas. En el blog La Crónica verde de 20minutos.es pueden encontrar más información sobre las macrogranjas. El cuento no puede acabar bien, aunque le hubiéramos encargado un final romántico a Gustavo A. Bécquer, visitante temporal de Noviercas.
Agua libre en España: escasa y podrida. También en el mundo
La incoherencia en la gestión del agua ha adquirido desde hace años un carácter de pandemia, con mejoras parciales en algunos casos y desastres globales en otros. Siempre se ha hablado de que es debido a la escasez o la mala distribución espacial y temporal. Pero además, la desidia, la falta de interés o el mal uso de recursos económicos, junto con el despilfarro acuático, que cunden por todo el mundo, han limitado el derecho humano al agua. En el caso de España, los reservorios de agua (ríos, lagunas, humedales o acuíferos, etc.) incumplen la normativa vigente. Unos están sobreexplotados, otros tremendamente contaminados o deteriorados ecológicamente. Así no debe extrañarnos que se diga que un 40% de las aguas continentales se encuentran en mal estado.
Bien es cierto que los planes hidrológicos, por lo que se ve en permanente elaboración en algunas cuencas, están al acecho. Saben que se da un grave desequilibrio entre el reservorio de agua disponible y el volumen que se capta, que la calidad para según que usos es muy pobre, que los vertidos de restos agroganaderos a cursos y acuíferos viajan en permanente libertad, que la degeneración de los ecosistemas acuáticos es en algunos casos muy grave. Por eso, Bruselas (la UE) impone multas continuadas a España que suponen casi dos millones de euros mensuales.
Estamos hablando de un país de los privilegiados en recursos económicos y de gestión más o menos consensuada de los recursos públicos. Imaginemos lo que sucederá a muchos ciudadanos en los países que no gozan de estos privilegios. Cuando se redactaron los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) se tuvo en cuenta que Agua Limpia y Saneamiento era algo pendiente. Pero es que el ODS núm. 6 dice que se debe garantizar la disponibilidad de agua y su gestión sostenible y el saneamiento para todos. Si revisamos los datos, las metas de este ODS de hace unos años y lo comparamos con la situación reciente (2017) sentimos pena y enfado. El año 2030, el de la Agenda de los ODS, está cerca; mucho más que las metas que en él se habían fijado.
Una muestra de anteayer en España. Nos viene a la memoria aquella frase atribuida a A. Einstein, en la que hemos introducido una breve distorsión: ¿Qué sabe el pez (el género humano) del agua donde nada (que le da) toda su vida?
La escuela olvidada, versión Latinoamérica y el Caribe
Mientras aquí por Europa docentes, alumnado y familia esperan las vacaciones de Semana Santa, en otros sitios quieren volver a la escuela. Pronunciar escuela es abrir una puerta a la esperanza en Latinoamérica y el Caribe. Cerrar una escuela es limitar una parte importante de la vida, acaso negar un recorrido básico para millones de niñas y niños; siempre los más desfavorecidos. Algunos países latinoamericanos y del Caribe llevan un año con sus escuelas cerradas. Cabe pensar en las graves repercusiones que eso tendrá en sus vidas, en países en donde la desigualdad y la vulnerabilidad acamparon hace tiempo.
¿No les podríamos ayudar un poco desde los países ricos? Parece que no porque merman la ayudas desde buena parte de los ayuntamientos y gobiernos autonómicos (incentivados por el partido de los localistas excluyentes- y el Gobierno de España tampoco anda muy listo en eso de la Ayuda al Desarrollo de los que menos tienen.
No se pierdan la entrada de Planeta Futuro «Un año sin pisar mi escuela» es como un espejo donde deberían mirarse quienes no ven más allá de sus fronteras. ¡Qué todavía no se convencen! Revisen lo que dice el Banco Mundial sobre el asunto de la desigualdad en educación.
Esta primavera viene con flores dañadas por la incertidumbre
Cada primavera acude a su cita, este año lo hizo el 20 de marzo. Cada primavera trae sus flores, deseos, sensaciones, sentimientos, más horas de luz. La mitología griega cuenta que Deméter ejercía una gran responsabilidad vivificadora con la naturaleza y la agricultura. Tuvo una hija con Zeus a la que llamaron Perséfone, Proserpina para los romanos. En una ocasión estaba recogiendo flores en un praderío o en un bosque, allí fue raptada por el enamoradizo Hades, dios del mundo subterráneo. La madre enfadada maldijo la tierra y todo se torno oscuro, se cayeron las hojas y se marchitaron las flores, además de otros desastres. Se desvaneció de golpe lo que podría significar la exultante primavera. Zeus acordó con su hermano Hades que Perséfone viviese al menos seis meses con su madre para disfrutar de la cálida luz del sol y de toda la eclosión natural que este hecho ocasionaba y ejerce hoy mismo.
Así, tal fotoperiodo se convirtió en un bien apreciado por toda la gente,como esa primavera deseada que canta la Ronda de Boltaña, que recuerda que el país la espera cada año impaciente. La gente del Sobrarbe la recibe con un ramo de flor de aliagas, que aunque son bien pinchudas y no huelen a jazmín son las que mejor representan a su tierra, anclada a los Pirineos. Tanto aprecian los montañeses que la invitan a quedarse de huésped en su casa permanentemente, para no tener que lamentar su marcha, esa que se suele producir en junio. No quieren que les suceda como a Perséfone.
Primavera diversa que el pintor renacentista Sandro Boticelli plasma en La primavera (1477-1482) una celebración alegórica con personajes de la mitología. Por allí danzan sensualidad y deseo primaveral, con un barniz de neoplatonismo. Estampa diferente la que plasmó Brueghel en su La cosecha de heno.
Musicada por Vivaldi en su Cuatro estaciones. Alegoría de muchas sensaciones en La primavera porteña de Ara Malikian, otra secuencia musical del talento del libanés de origen y ciudadano del mundo. Ruptura melódica en La consagración de la primavera de Igor Stabrinscky, en donde lo bello y sentimental al uso hasta entonces en la música se esconde tras lo sublime.
Recibamos con prevención a la primavera de 2021 que llega tras un crudo invierno sanitario y social, que quebró ilusiones y esperanzas. Ojalá sea una primavera de las múltiples emociones, convertida en sí misma en un misterio inefable, a la vez que deseamos algo grandioso en sus expresiones, para mucha gente y en especial allí donde la vulnerabilidad se asentó hace tiempo. Eso querrá decir que habrá sido más amable que la anterior de 2020 –quién se acuerda ya de cómo la recibimos- que nos dejó maltrechos.
En los enlaces de «Bienvenida primavera, aunque para cada cual seas diferente«, de La Cima 2030 de 20minutos.es, podrán disfrutar de la música de Vivaldi, La Ronda de Boltaña, Ara Malikian y Strabrinscky; y de la contemplación de las obras pictóricas aludidas.
El Índice de desperdicio alimentario engorda. ¿Cómo lo novelaría Auster?
Sonroja conocer que el 17% de los alimentos acaban en la basura. Duele saber que el dato viene referido a los hogares (61%), los servicios de servicios de alimentación como restaurantes (en torno al 26%) y el pequeño comercio (13%). Ese porcentaje se traduce en unos 74 kg de derroche anual en cada hogar. Supone unos 931 millones de comida desperdiciada en todo el mundo, y no solo en los países ricos sino también en megaciudades símbolo de las desigualdades. Todo esto viene en el informe del Índice de desperdicio alimentario elaborado por analistas del Pnuma (Programa de las Naciones Unidad para el Medio ambiente) y de la ONG británica WRAP. A la vez, o por eso mismo, millones de personas pasan hambre y padecen inseguridad alimentaria, según la FAO. Sin tapujos: la sociedad tiene una seria necesidad de aprendizaje vital, de reescribir sus idearios; la mayor parte de los gobernantes y los mandamases de las empresas deberían dimitir ya, o reciclarse con convicción y compromiso. La situación ética es preocupante: a mucho se le da el valor de casi nada, con lo que cuesta todo.
Hace más de 30 años, Paul Auster publicaba El país de las últimas cosas. Un libro enigmático, para algunos apocalíptico y distópico, que habla de sobre un universo social sórdido, degradado y con niveles de violencia y miseria extremos. En la ciudad descrita, no queda casi nada de lo anterior, pero a la vez que lo sórdido campea, por otro lado poco se desecha sin más. De una forma u otra se buscan aplicaciones para dar segundas y terceras vidas a cosas que antes se desterraban en forma de basura. El desperdicio convive con la entropía y el ingenio. Hay gente, organizada en patrullas, que recoge por la noche los desperdicios de todo tipo; son los «fecalistas».
Ahora mismo, en nuestras ciudades, mucha gente rebusca en los contenedores algo de valor, que dejó de tenerlo para otras personas. La pandemia ha trastocado la cesta de los alimentos en muchas familias; nada queda en sus despensas y por eso acuden a centros de ayuda. Y mientras tanto el desperdicio alimentario engorda. ¿Qué enfoque le daría Auster a la novela si el escenario fuese el año 2020? Nos gustaría pensar que los protagonistas habían aprendido a reducir a la mitad el desperdicio mundial de alimentos per cápita a nivel de los minoristas y los consumidores, así como a reducir al mínimo las pérdidas a lo largo de las cadenas de producción y suministro. Es la meta 12.3 de los ODS (Objetivos de Desarrollo Sostenible).
Leer el artículo completo «Entre el desperdicio alimentario y los fecalistas de Paul Auster» en La Cima 2030, de 20minutos.es.
Un día de consumo sostenible, mejor toda la semana. Y si es la vida…
Y se me apuran muchos días, porque todos es imposible. Vivimos rodeados de trampas consumistas, entrampados con consumos más o menos deseados, muchos son de otros pero el espíritu es débil y caemos en la trampa. Quienes no consumen sin parar parecen asociales.
Algunos no somos muy entusiasta de los días de…, porque en cierta manera se convierten en un fraude afectivo. Sirve para esos días ser mejores, o comportarnos más razonablemente, y lavarnos un poco la envoltura de la conciencia. Hoy mismo todas las empresas que nos venden y los gobiernos que dictan leyes dirán que su intención básica es la protección de los consumidores.
Pero no, esos días también son importantes pues las organizaciones de consumidores, nuestra conciencia colectiva, no repasan cariñosamente lo que no hacemos bien y podemos mejorar, nos alertan para que no nos dejemos engañar. La OCU nos anima hoy a unirnos al consumo sostenible, esa esperanza global difícil de gestionar. Hoy, realmente, es el día de los derechos de los consumidores-as. Parece ser que la pandemia ha cambiado tanto el consumo que habrá que reflexionar sobre el asunto. Especialmente este año en el uso de los plásticos.
Lo dicho, no se olviden de los derechos. ¡Hay tanto que conquistar todavía! Ah, y no se consuma consumiendo. No sea como esa gente que se siente más atraída por comprar que por dedicar atención y uso a aquello que compra.
Como pregonaba un eslogan publicitario de una valla desconchada de un pueblecito de un querido país centroamericano: Con-sumo j(g)usto.
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