Ecología

La acumulación de camisetas como símbolo de consumismo

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Ecocuento. Las camisetas inundan el mundo y enmascaran el paisaje ecosocial[1].

“Todos los cerebros del mundo son impotentes

contra cualquier estupidez que esté de moda”.

Jean de La Fontaine (1621-1695)

 

Hablo desde mi posición de flor/fruto, pero al tiempo de ser semilla algodonosa tuve una obsesión: ser camiseta. Pero no una vulgar, sino alguna con un diseño glamuroso. Me imaginaba ya hilada, junto con otras hebras, en los talleres de modistos como Armani o Galliano, apilada con otras exclusivas en las cajas fuertes en donde guardan sus tesoros y joyas. Me veía triunfando en las pasarelas de París y Milán arropando con mi suave hechura a esculturales modelos: ellas y ellos. El mundo mundial pendiente de mí; las revistas de moda plagadas de instantáneas conmigo en primer plano.

No estaba loca. No me pregunten la razón de mi visión, quizás lo llevaba en los genes. No me extrañaría, la semilla que me originó había sido fabricada en el Laboratorio de Genética Vegetal Moderna del Estado de Oregón europeo, un lánder independiente ubicado en la Red, sin localización física conocida. Después de múltiples peripecias recalé en la India, el país de las fábulas, ¿o era Pakistan?, o por ahí. Le gente tenía la piel casi negra y tenía manos delicadas; había muchas vacas por la calle.

Cerca del pueblo me plantaron en la tierra, me cultivaron con mimo, aunque aquella primavera el tiempo había sido malo, caluroso y seco. Escuché que por un asunto grave llamado cambio climático. Unas oscuras tiernas manos de mujer recogieron mi flor. Belleza sin par, blancura desparramada en finas hebras. Blanco y negro mezclados compensándose emocionalmente. Me transportaron en trenes, amontonada; poca delicadeza, pero todo lo daba por bien empleado. El fin justifica los medios, me dije a mí misma. Estaba segura de que conseguiría mi sueño. Otras muchas manos pequeñas, quizás demasiado jóvenes, hilaron mis hebras y las de quienes me acompañaron como tejido. Todas nosotras blancas en un lugar un lugar triste, ruidoso, con negrura que se pegaba al cuerpo, y mucho sudor en las gentes que nos manipulaban. Pero de las máquinas salíamos todas bellas, coloridas, con logotipos. Las mejores entrábamos en las cajas de “Made in”. Por supuesto que yo fui una de ellas; por los pelos, por los hilos, pero entré. Las defectuosas o no bellas eran trituradas en ruidosas máquinas infernales, por llamarlas de alguna manera.

Nuevo viaje, largo tiempo en reposo, como olvidada. Me sacaron de la caja “Made in”, pero ya no me encontraba en ese país que me vio nacer de una semilla y crecer como planta, donde llegué a ser algodón luminoso y camiseta bella. Las pulsiones emocionales, sobre todo la calidad del aire, me decían que estaba en un lugar muy diferente.

De pronto se hizo la luz. ¡Al fin! Cuando me colocaron en la estantería, ¡qué decepción! Encontrarse con muchas iguales a mí, en un amontonamiento ordenado de un lugar tan lúgubre como el que me vio nacer confeccionada. Si al menos hubiese acabado en una tienda de Zara o Mango, aunque no tuviese pasarela. Nuevo viaje. Me miro y casi no sé quién soy: esta o la de allí, quizás la que asoma detrás de la bolsa. Me encuentro ahora en una estancia luminosa. Nuevos ojos que me miran; otras manos que me apilan, me cogen, me dejan, me prueban, me hablan. Mucha gente diversa que viste igual, como si quisiera camuflarse. Bueno, no está tal mal la cosa; la gente que me compra me debe apreciar. Sonríe, pero me corroe por dentro el adiós a las pasarelas.

Pagan por mí con un plástico. Entiendo un poco de números, a fuerza de oírlos y de llevarlos pegados en unas etiquetas con las que me han catalogado. Si mal no recuerdo, empecé cotizando a dos céntimos allá en La India, Pakistán o en Bangladesh, ya no lo recuerdo bien. Ahora se me llevan de la mano por 80 euros, que parece que es muchísimo más. Reconforta semejante valoración. Ahora sí que me siento importante.

Se me olvidaba. Me pusieron nombre con letras grandes y un número en el dorso. En este momento la felicidad me visita de nuevo; casi se diría que me adoran cuando veo que coincidimos miles en el mismo lugar. Vestían a gente que rugía; nada reconfortante para mi ilusión maltrecha. Las llevaban también quienes corrían mucho más abajo del lugar que yo ocupaba. Mi sueño de pasarela se había convertido en un vulgar partido de fútbol. ¡Vaya decepción!

El aprecio anterior se esfuma: me sudan, me olorizan, me lavan, me tienden, me planchan. Una vez tras otra hasta que otra camiseta más estilosa me suplanta y viste el cuerpo que dejé yo. Pero, ¿dónde va ese malvado que me tira al cubo metálico grande?

Acabé en un fardo, con un montón de ropa de segunda mano. Un viaje largo hasta que fui vendida en un mercado de Yaundé, de esto sí me acuerdo. Quien me compró solía jugar al futbol en un descampado, junto con otros niños descalzos. Se me empezaron a hacer agujeros, perdí color. El niño tardó en deshacerse de mí. Al menos alguien me quiso de verdad. Siempre es un consuelo no ser de pasarela pero hacer feliz a alguien de África.

Me queda un alivio póstumo: aunque fui pieza de cambio, y muchas como yo estuvimos de moda, nunca me dejé sobornar.

NOTA DEL RECOPILADOR: todo esto lo pude saber porque la camiseta portaba un chip que nadie se ocupó en quitar o desactivar. Me llegó en una reparación de mi teléfono móvil. Quizás formaba parte de una investigación de universidades de todo el mundo bajo el manto de la ONU; se citaba en otro archivo. En él se criticaba la maniobra de los países ricos de lucha contra la desigualdad del mundo regalando camisetas similares a las de futbolistas famosos a las escuelas de los países más pobres. También que las camisetas de algodón devoran agua (unos 2.000 litros cada una) y energía. Por cierto, acabo de leer en Hello Magazine que en África hubo un pionero desfile de moda de la firma Chanel en Dakar. ¿Ganarán glamur allí las camisetas del sureste de Asia?

[1] Esta fábula esperpéntica y totalmente apócrifa es un extracto del artículo “Mitos y leyendas del comercio de marca en los eventos deportivos de la futbolería moderna –y otros deportes mediáticos- y su repercusión en el desarrollo del Tercer Mundo”, aparecido en la revista “Elle et lui sport” en su edición del verano de 2023- la primera parte del nombre de la revista hacía honor a un libro de George Sand publicado en el siglo XIX-. Por aquel tiempo todo el mundo mundial estaba pendiente de los millones de petrodólares que derrochaban los países árabes petroleros para comprar jugadores que llevaban camisetas más luminosas como Neymar y compañía que la aquí descrita y cuyo consumo aumentará. Unicef se preguntaba si eso era ético cuando hay tanta gente –entre ellos niños que guardaban como un tesoro esas camisetas- que muere de hambre. Apelaba a la solidaridad entre países árabes.

*Esta entrada fue publicada en el blog La Cima 2030 de 20 minutos.es el día 15-8-2023 con un título más crítico dentro de la serie de Ecocuentos. Lo reproducimos aquí porque España entera estaba en fiestas y puede que no lo haya visto. No se pierdan la ilustración, porque llama a la cordura. Podría ser el contrasímbolo consumista; la lucidez «camisetera».

Calor sin reverso, la queja de los indolentes

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Indolente es una palabra traicionera, si eso pueden ser las palabras. También calor es de esas. Indolente sirve tanto para el anverso como para el reverso de la vida. Alguien indolente es quien no se afecta o conmueve, simplemente disfruta o sufre. Acaso quien es flojo-a o perezoso. Se diría que casi no siente el dolor, en este caso procurado por el calor, aunque no llegue a doler sino a molestar o agobiar. Esto en el plano individual. En el contexto de la crisis climática abunda esta tendencia.

Calor es tanto una magnitud que se mide en calorías pero también una sensación más o menos subjetiva. Está el calor específico -cantidad de calor que por unidad de masa necesita una sustancia para que su temperatura aumente un grado Celsius- , el calor canicular -un calor excesivo y sofocante-, además de calores como el específico, el latente, además de otros que no vamos a considerar aquí. Visiten el diccionario de la RAE y lo verán. 

Durante estos días, desde hace un tiempo se habla mucho en todo el mundo de las olas de calor -superación de los umbrales x durante una serie de días seguidos-. Si prestan atención el calor sofoca informativos, tertulias, anuncios, recomendaciones de sanidad, ocurrencias de las redes sociales y, como no, conversaciones entre conocidos y familiares. Incluso se habla de calor 2023 y se compara con el del año 2022, que por aquí fue exagerado. Lo peor es que las multi conexiones con alcachofa en mano solo hablan, en forma de anécdota, de la temperatura en un momento en una ciudad y recogen las evidencias expresadas por ciudadanos acalorados. Nada se dice, o poco, de que muchas repeticiones de fenómenos meteorológicos año tras año, en muchos sitios, nos alertan de que el clima está cambiando. Así no hay manera de hacer cultura climática.

Todo esto, además de los consejos sabidos por todos, la atención especial a niños y personas mayores y la acertada regulación del horario de trabajo en estas situaciones y sus consecuencias en trabajadores y trabajadoras son el anverso.

En el reverso permanecen las personas, y particularmente quienes las gobiernan, que miran el calor desde lejos, por más que lo sufran. No se afectan ni conmueven. Menos aquella gente híper sensible que entra en la ecoansiedad que les acrecientan periodistas chillones con imágenes pavorosas. 

Denle la vuelta a la moneda y verán que detrás del calor, o como causa del mismo, están ciclos más o menos repetidos, estamos en verano. También la influencia antrópica demostrada -incluidos los desplazamientos en masa en coche o avión, el uso de combustibles fósiles que no cesa- que ha sobredimensionado las variables climáticas. Miremos el cambio climático en el aumento de la temperatura del aire y del agua, la duración y repetición de ciclos más o menos cortos, las islas de calor urbanas, la duración de los hielos permanentes -el glaciar del Aneto tiene los años contados-, la reducción en la captación del dióxido de las plantas por la pérdida de masas forestales enormes, etc. Todo esto es síntoma de pereza, es una anuncio de lo que se puede esconder en el reverso de la moneda. Como la desviación multidimensional de la corriente termohalina oceánica.

Aumentan las sequías, falta agua y se decretan restricciones hasta para el abastecimientos humanos, los manantiales se secan, los humedales se convierten en eriales, se baten récords de temperatura cada mes, año tras año y ahí se queda la noticia, etc. Todo esto está en el anverso de la vida indolente, despreocupada, perezosa. Cada cual debe darle vuelta a su moneda/vida. Una lectura de los pactos de los partidos que nos quieren gobernar nos avisa de que no tienen ni idea de la crisis climática, o no la quieren ver. 

Un recuerdo especialmente crítico para los negacionistas indolentes -a punto de gobernar nuestras vidas- que ven el aumento de los episodios críticos como una película de ficción: siempre ha habido temporadas de calor y frío. Sí pero no como ahora. Echémosle un vistazo al gráfico de el Programa Copernicus de la UE, que para nada es ecologista crítica. El calor indolente es el anverso de los… (póngale el calificativo plural que quiera). O valdría reflexionar en profundidad sobre aquello de Fernando Pessoa: el hombre es un egoísmo mitigado por una indolencia. 

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Ecocuento: La epopeya apícola inconclusa. ¿Llegará al 2030?

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“Si la abeja desapareciera de la superficie del globo,

el hombre no tendría más que cuatro años para vivir.

No más polinización, no más hierba, no más flores,

No más animales, no más hombres.”

Albert Einstein (se dice)

Arengaba la reina Apis, la Campeadora, ante todas las jefas de los batallones:

A las que conmigo vuelen nuestra musa Melpómene les dé buen pago.

Porque no se puede morir, una historia milenaria contempla nuestro pasado.

El saber vivir tan juntas, aun siendo tantas, es lo que nos ha salvado.

Hemos soportado sequías, y luchado contra gigantes, dioses y humanos.

Pero nuestra tragedia se escribe porque virus y hongos nos diezmaron,

o quizás han sido los insecticidas que los hombres han usado,

y en los continuos paseos florales en nuestros cuerpos entraron.

Bellacos humanos, nosotras siempre viandas les hemos procurado:

fragancias y colores de frutas que de la muerte los salvaron.

Solo nos queda morir o volar hacia donde nos protejan los hados.

A todos países, incluso al inframundo, allí donde nada está sentado.

Miellifa habló para ofrecerse como siempre para estar a su lado:

“Mi reina, aunque el mundo no sea el mismo, nosotras no hemos cambiado.

Con vos iremos todas a una por bosques, por yermos y despoblados,

hasta que al final encontremos el reposo que los hombres nos han quitado”

Aprobación general dieron con batir de alas a lo por Miellifa parlado.

Mucho agradece Apis el apoyo que todas le han mostrado.

NOTA EDITORIAL: Composición adaptada, por lo tanto con fallos de concordancia y desvíos conceptuales, de un poema incompleto encontrado en un palimpsesto medieval, anónimo. Aunque podría ser de un autor cercano a quien escribió el Cantar del Mío Cid. Es posible que fuese un árabe viajero que quedó impresionado por las pinturas rupestres de la Cueva de la Araña y otras de la región levantina donde aparecía la miel como protagonista.

La adaptación de lo que en su poema dejó escrito fue realizada ex profeso por una reconocida lingüista melífera para el Informe Los ODS en España en 2030. Debía estar incluido en “Mitos y leyendas de la Iberia medieval. Los mensajes de la Mía Apis Campeadora y otras criaturas insignes afectadas en la actualidad por la multiplaga que puede generar el fin del mundo (hipótesis)”, editada, en papel FSC y con tapas recicladas. De paso servía para conmemorar el setenta y cinco aniversario de la publicación de Viaje a la Alcarria, que habla de un territorio de expansión libre de millones de abejas, obra del Premio Nobel de Literatura Camilo José Cela.  Puede que fuese por eso que el Instituto Cervantes le haya dado tanta importancia en su estudio Tras la senda de la miel. La Unión Europea por su parte ha encargado a la Autoridad Europea de Seguridad Alimentaria (EFSA, por sus siglas en inglés), el proyecto MUST-B con el objetivo de desarrollar un método holístico para evaluar el riesgo de múltiples factores estresantes en las abejas melíferas. Ya era hora. La pena es que no dijese nada de las otras abejas silvestres que no hacen miel pero son extraordinarias polinizadoras, como la abeja azul de la que tan bien habla National Geographic.

Ambos asuntos fueron aprovechados por Greenpeace, que lleva un montón de años empeñado en salvar a las abejas de la extinción masiva. Siguen en ello. Han colgado en las Web de todo el mundo, al menos de muchos periódicos online, un anuncio que lo recuerda. Allí llaman a todos los insectos a una rebelión masiva. Muchos no podrán ir pues han desaparecido.

Como aquellos que se dice eran nombrados, junto a un hortelano, en un poema incompleto de Miguel Hernández. Fue escrito en una hoja de papel de estraza. Se encontró dentro del informe de la lingüista aludida; si bien se duda de su autoría. Se dijo por el año 2020, más o menos, que una versión del poema del pastor iba a figurar en unas placas del cementerio de La Almudena en Madrid, pero se rompieron no se sabe cómo. Nosotros interpretamos este fragmento como un epitafio a la desaparición apícola y de los insectos en general. Pues habla mucho de la polinización de almendros y rosales. Pero su significado debía ser más amplio, quién sabe si aludía a las personas que poeman la vida con sus pensamientos. Decía (adaptación libre) más o menos así:

Volverás a mi huerto y a mi higuera:
por los altos andamios de las flores
pajareará tu alma colmenera
de angelicales ceras y labores.
Alegrarás la sombra de mis cejas,
y tu sangre se irán a cada lado
disputando tu novia y las abejas.
Tu corazón, ya terciopelo ajado,
llama a un campo de almendras espumosas
mi avariciosa voz de enamorado.
A las aladas almas de las rosas
del almendro de nata te requiero,
que tenemos que hablar de muchas cosas,
compañero del alma, compañero.

¡Bien que lo lamentan los árboles frutales y el resto del reino vegetal! También los compañeros del compañero autor, imaginamos que cercanos a su pensamiento ecosocial; además de quienes aman la poesía.

  • Este artículo fue publicado en el blog La Cima 2030 de 2ominutos.es el día 8 de agosto de 2023

Los impactos humanos de las catástrofes naturales. Biescas en el recuerdo emocionado

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Hoy se cumplen 27 años de la «tragedia de Biescas». 87 personas murieron y muchas resultaron heridas en su cuerpo y sentimientos por algo que no debió suceder nunca. También sus familias vieron truncada su vida. El camping estaba mal ubicado; la naturaleza desbordada se lo llevó por delante. 

Detrás de los números y porcentajes hay personas. En el camping la gente veraneaba pero en otros lugares otra gente se ve castigada por el impacto de catástrofes naturales y, principalmente, por la falta de sistemas de prevención, tanto en España como en otros países y territorios concretos. Los mapas que utilizaremos a continuación son de Statista, una web que día tras día se preocupa de los habitantes del planeta Tierra. Si bien nos plantean puntos oscuros.

Sorprenden los números por continentes, con una gran diferencia en Europa, más de la mitad. ¿No será que algunos países ocultan sus datos? Reproducimos casi textualmente lo que dice la información. Según un informe de The International Disasters Database (EM-DAT), el año pasado hubo 387 desastres naturales en todo el mundo que causaron 30.704 muertes y afectaron a 185 millones de personas. Además, las pérdidas económicas fueron de aproximadamente 223.800 millones de dólares. Según el estudio, el total de catástrofes en 2022 es ligeramente superior a la media de 2002 a 2021 (370).

Sorprendente la siguientes información. La mayoría de las muertes sucedieron en Europa (53,5%): el exceso de mortalidad relacionado con las olas de calor en esta región, con aproximadamente 16.305 muertes, representó más de la mitad del total de víctimas mortales mundiales en 2022. Ese año se produjeron al menos cinco olas de calor, con temperaturas estivales que alcanzaron los 47 °C. El impacto de las olas de calor en las personas mayores es cada vez más frecuente y se ve reflejado en las cifras analizadas por el organismo.

La EM-DAT es una base de datos mantenida por el Centro de Investigación sobre Epidemiología de las Catástrofes (CRED, por sus siglas en inglés) y contiene información sobre más de 25.000 catástrofes naturales y tecnológicas desde 1900. El CRED define una catástrofe como «un acontecimiento imprevisto y a menudo repentino que causa grandes daños, destrucción y sufrimiento humano; una situación o acontecimiento que desborda la capacidad local y hace necesaria una nacional o internacional de ayuda exterior».

A continuación mostramos el Índice de catástrofes europeos por países. Nos creíamos a salvo de todo en la Gran Europa pero ya vemos que no es así. Ahora mismo las inundaciones asoman Centroeuropa. Qué decir de qué pasa en China! Una y otra vez lo decimos aquí: estamos expuestos a múltiples incertezas. Si alguien que ve esta entrada quiere ampliar datos, más que nada por si en algún país no son muy transparentes como nos tememos, visite World Risk Index 2022 del Foro Económico Mundial.

 

Misivas socioecológicas entre grandes músicos comprometidos. Ecocuento

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                                           «Vers le sauvage»… un jardín llamado Tierra…

                                                                             Anónimo hispano-francés

Todo empezó de una forma casual. Pero lo que sucedió a continuación fue una experiencia irrepetible. Lo contaba nuestra corresponsal anónima de la Europia ecosocial en un podcast. Decía así:

Se encontraban en una pausa de la grabación de su penúltimo disco, cerca de Amiens, justo detrás de la maravillosa catedral. Pusieron la televisión para relajarse, no importaba el canal. Ver la imagen de otros, escuchar sus voces, ayuda a olvidarse de uno mismo. Hasta los anuncios tienen su terapia, excepto los que engañan mucho. Algunos son tan malos que provocan una inspiración no buscada. Era una emisión de la Tf2. Se sentaron para escuchar la entrevista a un señor algo mayor. No tenía pelos en la lengua, como se suele decir de quien habla claro. Sin embargo deslizaba las frases e ideas con dulzura. ¡Qué difícil resulta hablar bien sin dañar los oídos de los demás! ¡Cuánto cuesta escuchar sin juzgar! Por eso los psicoterapeutas recomiendan platicar en positivo. Pensaron en enviarle una postal para felicitarlo. ¿A dónde? El manager lo buscaría. Mejor no. ¡Vaya cursilada! Vuelta a la pesada grabación.

Pasaron unos días, ni pocos ni muchos, solamente unos. En una reunión de trabajo con la agente discográfica salió el tema, de manera casual, en una de esas conversaciones intrascendentes que liberan tensiones. Son como descansos discursivos, como quien no quiere la cosa. El intermedio es vital; regula las vidas. Dio la casualidad buscada que las agentes de ambos se conociesen. Incluso habían mantenido una corta relación. Ese intermedio resultó ser casi una estancia en el paraíso. Se animó la intención relacional, se notaba en todas caras sonrientes. Pensado y hecho: varias llamadas y se consiguió el wasap del cantautor francés.

Ella dio el primer paso. Envió un wasap. No estaban seguros de recibir respuesta. Pasaron varios días.  Sucedió durante la grabación definitiva del último disco en unos estudios de Londres. En otro intermedio/descanso. Escribiendo esto me doy cuenta de lo importantes que son las pausas.

A wasapear pues.

A- Il y’avait un jardin qu´on apellait la terre Hacia lo salvaje
(Sorpresa mayúscula: a los tres minutos saltó el tono. Respuesta en español.)

G.M.-  Una pequeña parte del mundo.
(No se atrevían a responder. Pasaron dos días. Esta vez él comenzó.)

G.M.-  Queda el silencio

A.- Volverá la suerte.

G.M.- Mañana.

A- Mi libertad.

G.M. – Hacia lo salvaje.

A- La vida en el futuro.

G.M.- El mundo al revés.

A- El extranjero.

G.M.- Alerta.

A- La sombra.

G.M.- Las puertas del infierno.

A- El pequeño testamento.

G.M.- El blues de la generación perdida.

A- Mañana.

G.M.- Cuando suba la marea.

A- Para ir no importa dónde.

G.M.- Es demasiado tarde.

A- En el Mediterráneo.

G.M.- Esta madrugada.

A- Muy tarde es ya.

G.M.- Llegará la tormenta.

A- Réquiem por cualquiera.

G.M.- De la noche a la mañana.

A- El hombre del corazón herido.

G.M.- Sin ti no soy nada.

A- …

G.M.- Nada de nada.

A- Mi soledad.

G.M.- (emoticonos sin expresión)

A- … (emoticonos tristes)

G.M.- …

A- … (emoticonos, no daba tiempo para más)

G.M. – … (sin emoticonos, vacío)

Pasaron cinco días sumidos en un silencio atronador de mentes. No hubo respuesta a dos mail diarios. Al principio no le dieron importancia, había sucedido otras veces. Pasa a la gente que tiene muchos compromisos, como estos que tan preocupados estaban por el cambio climático como se deduce de sus wasap cruzados. De pronto, la televisión golpeó su ilusión. Repetía varias veces la noticia: ¡ha muerto el gran cantautor egipciofrancés! Sería por mayo de 2013, 45 años después de aquel histórico mayo francés. Al día siguiente, necrológicas en todos los periódicos. Cogieron el primer avión a París. No podían despedirlo desde la lejanía. El sepelio en el cementerio “Père Lachaise” fue intimista. Ravel y él mismo pusieron la música. El ciudadano del mundo, el inmigrante mestizo, admirado en todo lugar se había ido. Pero había dejado su compromiso universal por las gentes olvidadas, por la sociedad ignorada. Alguna lágrima surgió de muchos ojos; en todo el globo terrestre. Dejaron al lado de su tumba una copia de los wasap, por si alguien más se animaba a seguir su camino.

Así lució el cielo de los Monegros el día del “hasta siempre” del francés (23-5-2013). La sabina marcaba el posible cruce de sentimientos entre él y los de los dos de A. Alguien -se comenta que estos fueron hasta allí a entonarle una despedida- colgó un cartel que decía “Il y avait un jardin qu’on apellait la Terre”, “Hacia lo salvaje”. Se perdió. (Foto: Fernando González Seral)

ESTRAMBOTE PROSÁICO:

¿Ya han adivinado quiénes son esos personajes? ¿De qué hablan en esas frases aparentemente inconexas?, pero sustancialmente provocadoras en los títulos de sus canciones. ¿Se han pasado por Youtube? Si no es así, imaginen que se trata de cantores comprometidos con el presente, y muy preocupados por el futuro. Algo así como vigías que denuncian el despiste social mundial y europeo que provoca grandes atropellos socioambientales.

¿Aún no? Escríbanos y le enviaremos la solución. Por cierto, está en un libro que el Gobierno europeo de Bruselas, en asociación con el socialdemócrata de Celtiberia junto con el centrista de la antigua Galia –por eso del egipcio francés que tanto lustre dio a la música comprometida- coeditaron con la ocasión. “Mitos y leyendas. Buenas canciones que fueron éxito en Europia Unida sin decir nada, o mucho, del cercano 2030”.  O mejor, identifíquenlos con algún cantante actual en quien aprecien esos valores, valdría Manu Chao por eso de que es francés y un poco español y porque denuncia atropellos ecosociales. Por cierto, el libro fue presentado en un vagón de tren en Hendaya, junto con el álbum Salto al color del dúo A.; diez años después de la muerte del francés. Lograron que todos cantasen su Lluvia, que algo nos recordaba a “Les eaux de mars” del francés. Se intuía que detrás de las preocupaciones de ambos estaba el cambio climático. No viene a cuento pero a unos metros de aquel encuentro del 23 de octubre de 1940 donde hablaron Hitler y Franco del “juego macabro”, para ellos, de la II Guerra mundial.

Entre estos y otros cantantes -podríamos citar a Cecilia y su Un millón de sueños, objeto de censura represiva de la dictadura de Franco en 1973- nos cantaron pesares y esperanzas. Nos enseñaron a hacer de la vida musicada -en el último tercio del siglo XX y en el primero del XXI- un compromiso global, una rebelión ante las injusticias del mundo. Canten y canten, que los males espanten y derriben dictaduras.

No busquen el podscat, se borró en un descuido “no intencionado”.

P.D.: Este mismo ecocuento ha sido publicado hoy en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es. Los cantantes de los que hablamos se merecen esto y mucho más. 

Olas, mareas y corrientes; versión 2023. No son como las estudiamos

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Los libros de texto de siempre han tratado la dinámica la de las aguas marinas. En mis tiempos de estudiante de bachillerato lo hacían estilo enciclopedia: olas movimiento de la superficie del mar, mareas como acercamiento o alejamientos del agua costera y corrientes, ¡hay corrientes!

Debo reconocer que hay que realizar una abstracción considerable para creerse eso de que en la ola solamente se mueve el agua de la superficie, que lógicamente amplifica sus efectos en la llegada a las costas y cuando hace mucho viento. ¡He ahí la cuestión! Porque según contaba a principios de este año el Faro de Vigo contaba que se había medido una ola de 13 metros de altura. Es más, añadía que la mayor ola de España registrada en esta misma boya fue un día Reyes de 2014, con 27,81 metros, como un edificio de unas 10 plantas. Así que vaya lío: son movimientos en superficie o algo más. Qué lo pregunten a los chicos y chicas que hacen surf y windsurf. Además, estaba el asunto de los mares embravecidos que se llevaban las antropizadas playas mediterráneas una y otra vez por aquel entonces. 

Otro tanto para con las mareas que dicen son movimiento periódicos de ascenso y descenso del nivel del mar, debido a las fuerzas de atracción gravitatoria que el Sol, y sobre todo la Luna, ejercen sobre la Tierra. Es más, la marea sube y baja dos veces al día. Me tocó explicarlo como profesor y la verdad es que nunca quedé muy satisfecho. Además, en las playas a las que viajaban mis alumnas y alumnos tenían unos carteles avisando a qué horas se darían las mareas altas o bajas, vivas o muertas. Y otras muchas clasificaciones. Para motivar un poco al alumnado les decía que sabios tan sabios como Kepler y Galileo, el famosísimo Newton habían sido unos estudiosos de las mareas. Con esfuerzo personal considerable comentábamos aquel cuadro que traía el libro de que las había diurnas, semidiurnas y muchas más cosas. Lo dejamos ahí. Les interesó más saber lo de Saint-Malo pues había diferencias significativas entre las dos fotos comparativas que les enseñé. Por aquel tiempo pasó lo de tsunami del terremoto de Indonesia que les interesó mucho más. 

Con las corrientes no tuve más suerte explicando; además el libro lo traía fatal. Bien que me había provisto de animaciones que aclaraban una y otra vez lo de la corriente termohalina.  Bien que les hablaba de la astucia del marinero Cristóbal Colón para viajar hasta el nuevo continente por un itinerario más al sur y volver por otro más al norte. Pero lo de entender el símil de que en los mares hay como grandes ríos que comunican zonas polares con ecuatoriales les traía sin cuidado; de nada servía que su profesor fuese doctor en Geografía.Pero se lo aprendían para aprobar.

Dado el escaso éxito de lo que muchas veces se enseña me preguntaba sino podía saltármelo más de una vez y poner en su lugar documentales o recomendar películas como aquella de J.A. Bayona titulada Lo imposible.

Para colmo de lo poco que sirven muchas de las cosas de las que constituyen los currículos viene ahora el asunto de la incógnita de las corrientes, que se están desviando por la acción humana, según se cuenta en el artículo de eldiario.es. Se dice que la corriente atlántica podría colapsar. Y si eso sucede, que pasará con calores, vientos e inundaciones.

Diagrama simplificado de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico

Diagrama simplificado de la Circulación de Vuelco Meridional del Atlántico Muschitiello et al, Nature Communications, 2019

En fin, que valdría más enseñar en la escuela a saber mirar, a buscar información sobre asuntos reales antes que aprenderse una retahíla de cosas que enseguida se olvidan; una vez que cumplieron su misión de contribuir a una buena nota. Prefiero versiones recientes del complejo funcionamiento del ecosistema Tierra. Asómese a la posible circulación y eclosión en el Atlántico norte (AMOC).
apetecía hablar de esto ahora que muchos lectores de este blog estarán por la playa. Miren hacia el mar y piensen en olas, mareas y corrientes versión 2023; se entienden en relación con el aire y la tierra. Si se encuentran en el entorno del Mar Mediterráneo también; allí la cosa no está tan tranquila como se dice. Seguro que lo han notado en la temperatura del agua.

La hormiga que siempre quiso ser libre. Ecocuento

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CUENTOS DE VERANO APÓCRIFOS DE UNOS DOCUMENTOS 2030.

“Es admirable todo lo que hacen las hormigas
para perder el tiempo”

José Bergamín.

Debo reconocer que era una hormiga especial. Le gustaba saber; así, sin más, y eso siempre es un mérito, independientemente del individuo de que se trate en cualquier especie viva. Además tenía otra rareza excepcional: sabía descifrar códigos. Esa mutación solo se daba en una de cada cien mil millones de hormigas, pero por azares del destino se dio en Celtiberia. A pesar de su inteligencia, no descuidaba el trabajo. No quería levantar sospechas. Pero por las noches se deslizaba hasta la “Formigoteca” secreta, nivel X. Le costó muchos sobornos conocer la clave secreta de entrada, pero al final logró excretar unos olores mágicos que desencallaban el cierre. Allí se dirigió a escondidas. Tanto mirar un día tras otro, con el tiempo aprendió a leer en varios idiomas. Debo hacer notar que allí, en aquel recóndito escondite, se guardaban muchos legajos, grandes y pequeños -adaptados al tamaño de las hormigas se entiende- todos escritos en hojas de papiro con cagaditas pequeñas; era lo que se llevaba en aquel mundo subterráneo.

Un día, por azar buscado, cayó en sus manos uno de los legajos proscritos por apócrifos; de esos que solo debían manejar las élites, como en El nombre de la rosa. Se reconocían porque estaban señalados con un tinte rojo elaborado con los élitros de las mariquitas, que las hormigas capturaban para sus necesidades culinarias. El espectacular ejemplar que se desplegó ante sus ojos compuestos trataba de la Revolución Francesa. Lo firmaba un tal Denis Didérot. Le gustaba el nombre de Denis; por eso empezó a leerlo. De todo el texto, se quedó con un resumen incompleto en el que destacaban tres palabras escritas muchas veces: liberté, égalite, fraternité. Debían ser mágicas, y sí que lo fueron, pero de esto poco supo la hormiga, constreñida hasta entonces a un territorio limitado.

Se veían a escondidas, daba la impresión de que se habían enamorado. ¡Qué barbaridad! ¿Quién? Dos hormigas, se supone. Aunque, ¿puede desencadenarse el amor en un hormiguero con alguien que no sea la Reina? Allí no existen individuos, la colonia manda. Es la única unidad, la compendiadora y compleja, lo que da sentido a las vidas de todos los números que la forman. En muchos descansos se miraron, hasta que las antenas chocaron y se hizo el milagro: las hormigas expresaron sus afectos en forma de toquiteos anteniles y feromonas químicas, tacto y olfato.

Un día, nuestra letrada protagonista se atrevió a sacar de la biblioteca un ejemplar facsímil, diminuto a escala hormiga y por eso lo pudo esconder. Al azar, que nada organiza en un hormiguero, eligió “Mitos y leyendas. El disgusto de las naturalezas brutas del Mediterráneo occidental aledaño a Celtiberia por un colapso fórmico”, donde hablaba de una rebelión de hormigas en las Islas Pitiusas que llegó hasta Sicilia, pero de nula repercusión en el mundo fenicio. Sintió miedo al leerlo por vez primera, porque se adentraba en asuntos oscuros que no entendía y por su aviso de que se castigaría a quienes siguiese con el texto. Digo yo que al estilo de Jumanji, pero ella tampoco lo sabían. Contaba el texto que, alertados por los humanos, los dioses habían provocado una llamarada que chamuscó a todas las revoltosas mediterráneas; algo así como un Fahrenheit 451 rápido, como el que nos contaba François Truffaut, pero en este caso aprovechando el rayo de una tormenta. Aquella misma noche ella lo devolvió a la biblioteca. Le daba telele. Nada le costó a su amigo.

La atracción entre ambos, hembra y macho de hormiga común crecía en sus diminutos cuerpos, sería porque ya tenían algo que las unía, como a las parejas de otras especies: un deseo bien o mal hilvanado.

– Estoy hasta las antenas de esta dictadura himenóptera – gritaba XA-12.649 en una grieta escondida del hormiguero, a la que solamente tenían acceso las hormigas que se orientaban excelentemente.

– ¡No hables tan fuerte! – respondía YB-3.145, mucho más miedica y no tan reflexivo.

Más de una vez se escondieron de la trifulca organizada por el ente “hormiguil” que dominaba su colonia; “Formicator” se llamaba. Decidió atacar a la colonia vecina. Ambas dos, ella y él, estaban hartas de los sanguinarios conflictos entre vecinas de la misma especie y otros invertebrados, y eso que no habían visto la película Hormigaz, que tiene lo suyo. Se decían a ellas mismas que los conflictos solo servían para sembrar el campo de cadáveres. Eran más partidarias del diálogo. Pero temían pensar. No lo podían decir en voz alta. Por todos los lados había espías, inalámbricos por supuesto.

Le contó ella a él –este no tenía la mutación que le permitiese interpretar signos- que había encontrado otro legajo, también con marca roja, pero muy roja y muy grande. El manuscrito traducido hablaba de un tal Orwell, de segundo nombre. El primero estaba tachado con rojo, muy rojo. El documento hablaba de muchas cosas raras, pero una se repetía: los peligros de las dictaduras. Alguien, ¿quién?, lo habría copiado con unas letras pequeñísimas, como de hormiga.

Algunas noches, cuando no había luna, daban paseos. Ocurrió que un día se había celebrado en el hormiguero la fiesta final de la recolección de la cosecha de verano y muchas hormigas soldado se habían descompuesto por la ingestión masiva de hongos fermentados; nadie vigilaba los agujeros de salida de la colonia. La abandonaron temerosos, casi se podía decir que andaban a dos patas. Sería por eso que quedaron indecisos largo rato, pero poco a poco una melodía los atrajo más y más lejos; como si la gaita del flautista de Hamelin hubiera sonado, pero claro a este no lo conocían. Sin saberlo, se encontraron en un camping. La música procedía de una parcela ocupada por unos franceses. A XA-12.649. Le atraía el francés, sabía interpretarlo. Allí, un grupo de gente escuchaba una y otra vez a dos individuos. Ella supo que se trataba de Georges Moustaki y Edith Piaf, lo ponía en unos papeles cuadrados en forma de carpeta. Escucharon recitar una canción que ella no tardó en entender: Ma liberté. Los humanos que por ahí había –todos con el pelo blanco- estaban medio dormidos, supongamos que por la ingesta de hongos. La hormiga hembra le explicó a su compañero de huída la letra, más bien lo que escondía. De paso, sin pensarlo, le confesó su amor. Le dijo que le gustaría que ella y YB-3.145 fuesen como el rey y la reina de los que hablaba la canción. Se quedaron bastante rato medio atontolinados. Los humanos seguían tumbados. El día casi clareaba. Volvieron al hormiguero. Se acercaron con cautela. Ninguna vigilancia a la entrada; los vapores de los hongos fermentados seguían haciendo su efecto.

Tenían un escondite secreto en el hormiguero, un criadero de hongos abandonado por un derrumbe parcial. Allí, más de una vez cantaron al unísono “Non, je ne regrette rien” en francés. La habían escuchado muchas veces en la parcela del camping, al cual volvieron todos los días de fiesta; la excursión nocturna se convirtió en un rito. Se la habían aprendido tan bien que si Édith Piaf la hubiera escuchado las habría felicitado. Sería su canción el día que abandonasen el hormiguero. Se decían que no había nada más maravilloso que cuando una quiere ser una y el otro se ve otro. Tanto leer ella, habían aprendido a filosofar. Sabía pensar. Se miraron a la cara. Tan tiernos se pusieron que decidieron llamarse algo. Ella cambiaba su XA-12.649 por “Elle”, en honor de la voz rasgada de la mujer que cantaba; él dejaba de ser YB-3.145 para convertirse en Georges.

Pasaron unos días llenos de silencios continuados y alborozos momentáneos, de esperanzas y angustias. Al final se fue sola “en busca de la libertad, la igualdad y la fraternidad”, sin imaginar con qué se encontraría. Por la foto que ha llegado hasta nosotros nada bueno, pero había disfrutado de la libertad, cosa rara en las hormigas. Él dejó de sentirse Georges. Prefirió la seguridad del hormiguero. Se dijo a sí mismo: el orden siempre debe imperar; rebeliones ninguna, aunque sean en 1984, por decir una fecha. Pero la narradora, no se identifica en este legajo apócrifo, calcula que igual pudo haber sido en 2023 en Europia. ¿Quién puede asegurar que no fue Elle, que derrotó al bicho de la fotografía? Una y otra vez la narradora afirmó que el valor de la libertad no tiene precio. Sonaba continuamente en el subsuelo “Non, je ne regrette rien”.

Ante la deriva de Europia hacia regímenes autoritarios quiero hacer constar que dada mi profesión de periodista independiente soy simplemente transcriptora titulada; no tengo que ver nada es esto. Además no sé francés.

El desenlace de un encuentro siempre está sujeto a conjeturas (Foto: Fernando González Seral, https://fgseral.blogspot.com/)

Votar POR/CONTRA el medioambiente, ayer mismo.

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Alguien con fina sabiduría demostró que el medioambiente es nuestra casa común. Sería un ecologista nato. No, ha sido al papa Francisco, alguien que para los creyentes católicos debería ser un punto de referencia. Además añadió que nuestro medioambiente «parece convertirse cada vez más en un depósito de porquería». Otras voces, no dignatarios católicos, han acuñado expresiones que merece la pena traer aquí una pequeña muestra y cuya autoría desconozco:

  • La Tierra nos ofrece lo necesario para nuestras necesidades, pero no para nuestra avaricia.
  • Por como vivimos parece como si tuviéramos algún otro sitio donde ir.
  • Si destruimos el medio ambiente nos quedaremos sin sociedad.
  • Nuestro planeta no es un experimento.

Quedémonos simplemente con esas cuatros ideas: necesidad/avaricia, vida aquí/en otro planeta, destrucción medioambiente/daño social, observación crítica/experimento sin control.

Todo esto viene a cuento de una información que nos ha llegado vía Statista que dice, más o menos, que nos queda mucho por hacer y cada vez asumimos más riesgos. Como además va un largo el tránsito entre pensar con preocupación hasta obrar con compromiso, la cosa se nos pone peor. Imaginemos que los datos del gráfico fuesen totalmente verificables:

A pesar de la dispersión de los encuestados, de que en unos países se han realizado muchas más encuestas que en otros, si nos fijamos en España la cosa está fea. Solamente uno de cada tres habitantes piensa, o cree, que la protección del medioambiente es un asunto importante.

Pero nos hemos animado un poco al leer el Eurobarometer de la UE:


Seis de cada diez ciudadanos europeos -en España más de siete, según resalta vía https://twitter.com/PacoHerasHern nuestro amigo Paco Heras- se declara de acuerdo con la idea de que la adaptación a los efectos adversos del cambio climático puede beneficiar a los ciudadanos europeos. 

Añade que 9 de cada 10 españoles-as lo consideran una prioridad.

Vistos les resultados de las elecciones de ayer en España uno se pregunta cómo los partidos negacionistas (Vox y compañía) y retardistas (PP y compañía) han podido sacar tal cantidad de votos, dado la dejadez o el odio climático que han expuesto en la campaña preelectoral. O sea, que lo de la protección del medioambiente se barrunta pero falta compromiso, siquiera demostrarlo con un voto. O al revés, no hay tanto compromiso como para negarles el voto a los odiadores del clima aun sabiendo las tropelías ambientales de las que son capaces y que tanto pueden perjudicar al socioambiente.

Derrota sin paliativos. Posible exterminio de los gorriones en unos años. Ecocuento

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ECOCUENTOS APÓCRIFOS DE UN DOCUMENTO 2030

«A lo sonoro llega la muerte
como un zapato sin pie, como un traje sin hombre».

Pablo Neruda

Lo esencial es sobrevivir; lo dice la genética de la especie.

Al principio volaba despreocupada. Casi aprendí a cantar como los canarios, pero lo sonoro no es lo mío.

Me sentía bella con mi traje, por más que no tuviese los colores llamativos de las migratorias.

Hay que adaptarse. Pero me temo que sea casi imposible.

Apenas llueve. El calor del verano es sofocante ya en primavera.

Poco a poco van cayendo mis sustentos. Todos dejan de ser, desde pequeñas hierbas (con semillas menguantes) a invertebrados.

Da la impresión de que una no vive en la realidad que cree, o no cree la realidad que sobrevive en el tiempo. Ni el baño en tierra me tranquiliza.

A veces me siento como apátrida; no me veo reflejada en otros pájaros.

Queda la sombra, cada vez más oscura; como el porvenir.

Voy a perecer en los suburbios del tiempo. Además los humanos ya no nos echan en falta en sus casas y ciudades.

Una ruina, porque el más allá de la especie está lleno de miserias, como hacer las casas humanas sin agujeros donde anidar.

Me sabe mal morir, no haberme adaptado. Solo quedará mi testamento óseo.

Voy perdiendo la conciencia de mi cuerpo pues la mente se me desordena.

Ya no me sitúo en el espacio de las cosas que son; los recuerdos me nublan el futuro.

Me puede la nostalgia. Siempre tuve añoranzas de lo que J.M. Serrat me cantó, que bien podría ser mi epitafio. Seguro que lo llevará a la ONU cuando desaparezcamos del todo; si se llega a ese momento.

Intentando asegurar un futuro velado, mimetizados con el tejado lleno de líquenes para evitar la captura de las rapaces (Fot: Fernando González Seral, https://fgseral.blogspot.com/)

NOTA SOBRE ESTA ENTREGA DE CUENTOS DE VERANO APÓCRIFOS DE UN DOCUMENTO 2030: Algo me contó un eremita que vivía por allí con tres gorriones desparejados. Con parte de lo que dijo y algo inventado dejo este escrito a mano en la tapa que cierra el legajo. Era de un tamaño grande. Lo encontré en una caseta de monte de la sierra de mi pueblo, medio tapado por la paja ya castigada por los artrópodos. El legajo mostraba notables deterioros; seguro que había servido de sustento a pequeños invertebrados y algún ratoncillo. Apenas conservaba las dos tapas, de cartón fuerte y las primeras hojas. Se trataba de Mitos y leyendas de la extinta Celtiberia. Primeras conclusiones de la incidencia de las transgresiones climáticas y la agricultura extensiva en la población de volátiles asociados en tiempos pasados a la vida de las poblaciones sedentarias humanas. Tomo I.». Incluía una especie de apéndice escrito por otras manos sobre la masacre maoísta de los gorriones en China. Decía que el iluminado autor de su famoso cuello de camisa consideraba a los gorriones como animales del capitalismo, pues se comían el grano que debería servir para que sus súbditos no muriesen de hambre. Por eso había decretado su exterminio.

SEGUNDA NOTA: Esta ya es cosecha del anónimo trascriptor. El Diccionario de la Real Academia (RAE) describe a los gorriones como muy abundantes en España. Les escribiremos para que lo cambien por “en peligro de extinción”.

*Este artículo fue publicado el martes 18 de julio en el blog La Cima 2030 de 20minutos.es.

El hambre no veranea. ¡Será aguafiestas!

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Debería estar prohibido durante el verano de los ricos dar malas noticias que afecten a la condición humana. No sienta igual un baño metido en el bocadillo del placer cuando sus tapas son oscuras. Menos aún consentir que esas ONG que se llaman humanitarias nos bombardeen con ahogados en el Mediterráneo o en el Atlántico próximo al Sahara. Dañan sobremanera la marca España. El verano, veraneo, está pensado para no pensar; una ocupación pensativa que cada día está más en cuestión. Por eso los mensajes de los medios de comunicación deberían pasar por un corrector de texto que cambiase la palabra hambre por frases como alimentación no bien encaminada, no previsión colectiva de recursos alimentarios, escasa eficacia de las cadenas de distribución de alimentos, mercados mal provistos y muchas más que no cabrían por extensión en esta entrada. Las colas del hambre no han desaparecido de España. Por cierto, hemos leído que este problema, en realidad una minucia del sistema, se solucionará cuando se constituya el nuevo gobierno de España salido de las próximas elecciones. Así sea.

Tampoco la marca Europa UE está muy limpia. El acceso al poder de partidos poco sensibles con “los negros pobres y gentes por el estilo” nos presagia eso del amor universal que proclaman las religiones monoteístas que tranquilizan a la “nueva” Europa. La ONU denuncia que él hambre mundial aumentará por cuarto año consecutivo. Azota ya a más de 250 millones de personas. Cuándo se reunirán las naciones pudientes y las multinacionales que se están enriqueciendo con la crisis para asegurar la ética alimentaria? Debe ser duro morir de hambre y sentirlo un día tras otro. Si las televisiones de esos países dan imágenes de nuestra forma de vida qué pensarán los hambrientos de nosotros? Según el informe de la ONU “ más del 40% de la población expuesta a crisis, emergencia o catástrofe alimentaria reside en sólo cinco países: Afganistán, la República Democrática del Congo, Etiopía, partes de Nigeria (21 estados y el territorio de la Capital Federal) y Yemen”. ¿Qué pensarán de este asunto los partidos políticos europeos que odian a los inmigrantes? ¿Les votaría tanta gente como lo hace ahora si supieran sus intenciones? Mejor lo dejamos.

Por cierto, acabamos de leer que el Banco Mundial manifiesta que probablemente “el número de personas afectadas por inseguridad alimentaria aguda habrá aumentado en más de 220 millones entre 2019 y finales de 2023, debido en gran medida a los conflictos, el cambio climático y las perturbaciones económicas agravados por la pandemia de COVID-19. Cómo se atreve el Banco Mundial!, otro aguafiestas.

Aunque los datos hayan sido superado, no sólo en África se pasa hambre.

 

El caracol hermafrodita proscrito en Europa

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VERANO 2023. CUENTOS SATÍRICOS APÓCRIFOS DE UNOS DOCUMENTOS 2030

«To be or not to be. That is the question».  Shakespeare en Hamlet

Vivimos por todo el mundo, tanto en el mar como en la tierra. Mi familia en concreto pastaba con tranquilidad en los extensos campos de la Celtiberia. Eran algo así como nuestro paraíso terrenal. Nos apareábamos con placer. Tanto cuando ejercíamos de machos dispuestos a lanzar nuestros espermatozoides como en el momento que éramos hembras receptivas para acoger en nuestro seno las gónadas masculinas de otros congéneres de nuestra especie; que por eso nos llaman hermafroditas incompleta(o)s. ¿Lo sería el hijo de Afrodita y Hermes? La mitología griega así lo presenta. Volviendo a la realidad, digamos que nuestra vida transcurría con los sobresaltos propios de los peligros externos, la sequedad ambiental y los malditos depredadores. También había disputas familiares por el territorio. Vamos, lo normal.

Pero algo extraño iba sucediendo a mi alrededor, o en mí mismo. En mi periodo hembra (Frodita) estoy menos receptiva que de costumbre; muy desdeñosa de la proximidad de mis congéneres fase macho. Barruntaba que estaba sufriendo una transformación total, menos en las antenas. Me quedé parada, respirando lento con mis pulmones llenos a ver si entraba en fase macho (Hermo). Parecía que sí. Me acerqué a un grupo de congéneres. Mis tentáculos me indicaban que varios estaban en fase hembra. Debía intentarlo más que nada por costumbre copulatoria. También para que la especie no desapareciera de la faz de la Tierra. Notaba que me faltaban flujos. Hasta la rádula se me quedaba pastosa; ¡qué decir del pie! Me palpé y noté que la daga se me había empequeñecido. Me daba cuenta de que había perdido todo el apetito sexual. Una tragedia rondaba por mi cerebro: ¿Habría dejado de ser hermafrodita definitivamente?

NOTA DEL EDITOR: Se dice que todo sucedió tras la llegada al poder de Europia de unos partidos que consideraban que ser hermafrodita era una desviación sexual, muy peligrosa para el género humano. Esto se dice en “Mitos y leyendas; verdades y mentiras. Cambios zoológicos en la moderna Celtiberia”. Encontré el libro, al que le falta la primera hoja y por eso se catalogaba como de autor desconocido, en la Biblioteca Nacional, escondido en la estantería de los cómics manga. Explicaba que se había producido un cambio espectacular en casi toda Celtiberia: los caracoles habían dejado de ser hermafroditas.

Era vox pópuli por toda Europia que se quería legislar una censura biológica. Se contaba que las nuevas autoridades se habían aliado con una compañía anglofrancoamericana “Montesano”. Dicha multinacional estaba empeñada en fabricar semillas de maíz que produjesen plantas con panochas muy grandes. Los campesinos observaron grandes caracoles en los maizales. Los recolectaban y se los comían asados a la plancha, con ali-oli. En unos meses, aparecieron los primeros desequilibrios hormonales en los lugareños que los habían consumido. Científicos de todo el mundo, incluso japoneses, viajaron a los maizales para recoger muestras y entrevistar a los campesinos. La Universidad Autónoma de la Celtiberia interior subvencionó seis becas de investigación pos doctoral para estudiar el fenómeno; las conclusiones serían secretas. En un avance de sus averiguaciones aconsejaron recoger los hermafroditas, más pequeños, y que se tunearan para convertirlos en unisexuales.

Caracoles hermafroditas relictos en clínica de reeducación sexual.Caracoles hermafroditas relictos en clínica de reeducación sexual. (Fot: Fernando González Seral. https://fgseral.blogspot.com/) 

Se filtró, otra vez los de Wisquileas en acción, que la modificación genética de los maizales era provocada y tenía repercusiones hormonales en los consumidores, los hacía más seguros de su sexo. Como lo leí lo cuento. ¡Vete a saber lo que hay de cierto o imaginación en los informes de esa compañía! Lo habían visto en un informe pirateado de la Multinacional Montesano (sus productos eran infalibles en cargarse todo bicho malo del monte, fuese animal, vegetal, hongo o bacteria) titulado Mitos y leyendas de la Celtiberia transgénica. ¿Cómo hacer virtuosa la Madre Patria Celtibérica Moderna a partir de los caracoles tuneados? Avance 2030. Se había sabido también que varios grupos ultrarreligiosos celtibéricos querían acabar con la aberración evolutiva, presente también en ciertos humanos, que suponía la bisexualidad nata o adquirida. Las lombrices, otra(o)s hermafroditas incompleta(o)s, ya estaban temblando. La multinacional biocida selectiva fue acusada por “Solidarity and Peace Green” de prácticas biogenocidas ante el “Tribunal de la Baja Nederlandia”. A raíz de eso, colgó en los periódicos on-line de más tirada mundial, menos los chinos, un anuncio que decía en letras grandes sobre la bandera del arco iris: “The road to perfection does not exist”. Y en español ponía: Fastidiaos, en la mar océana no valen vuestras tretas, seguido de un emoticono de burla tipo así.

EmoticonoP.D.: Esta entrada fue publicada en 20minutos.es el 9/7/2023.

En la mitigación del cambio climático todo cuenta

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Mi impresión es que hasta los más negacionistas o retardistas del cambio climático se están dando cuenta de que algo raro pasa con el clima. Por supuesto que no lo achacan a la acción humana, faltaría más, sino que lo justifican en que en la historia de la Tierra, conocida o no, siempre habrá habido periodos más o menos cálidos, tormentas destructoras, sequías como aquellas que pasaban en Egipto, etc. En qué por mucho que hagamos poco podemos hacer ante lo que viene porque sí. Por este dejar de hacer también transitan los creacionistas y ciertos apocalípticos.

Pero frente a ellos hay mucha gente que está convencida de que algo podrá hacer por mitigar los impulsores del cambio climático con su vida diaria, que no es más que una adaptación responsable a la crisis climática y sus repercusiones que pueden venir y sumirnos en emergencia varias. Y lo decimos así para que no nos tachen de predicadores. Lo enunciamos simplemente como hipótesis. Vamos en plan positivo, no queremos echar la bronca a nadie. Por eso traemos aquí esta estupenda ilustración, cedida por «València. Clima i energía». Hasta el título es bonito y esperanzador: tus decisiones cuentan.

Todo cuenta porque todo depende de las decisiones que alguien toma. Algunas acciones van antecedidas de reflexiones y compromisos. Esas son las que más valen. En el gráfico de la Generalitat Valenciana se representan los ahorros mensuales que cada cual puede sumar en la cuenta global de emisión a la troposfera (atmósfera). Son acciones cotidianas pero al final suman mucho. Hay ahorros más o menos bajos pero si se hacen cotidianamente suman mucho; otros ahorros medios que suponen mucho más aunque se hagan menos veces y finalmente se representan con los iconos correspondientes los ahorros altos. 

Al final de la vida de cada cual todo cuenta; para los seres actuales y los venideros. Seguro que lo tiene en cuenta de ahora en adelante, o le ayuda a perseverar porque se había hecho las cuentas.

El hombre que amaba a los Monegros.

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Hay entradas que cuesta escribir porque por encima de las ideas están los sentimientos. No me ha resultado fácil. Perder a un tan querido familiar, tan pronto, deja una huella emocional que tarda mucho en cicatrizar. Pero no voy a hablar del pariente, al cual tenía un cariño especial como cualquiera que lo tratase, sino del hombre que amaba a los Monegros. Para alguien que no sepa de qué hablamos, le traemos cómo  La Bullonera  cantaba este espacio tan singular en la plaza de nuestro pueblo hace casi 50 años, cuando el protagonista de nuestro homenaje era un chaval.

Tras dejar los estudios se dedicó a trabajar en el campo, recolectando la paja de los cereales para que tuvieran una segunda vida. Entonces conoció la belleza y a la vez la dureza de la vida rural. Allí mandaba el cegador sol, la sed y la fatiga.  Retomó los estudios para aprender a delinear el espacio; él que ya era un observador delicado necesitaba acotar el volumen y la forma. La delineación fue su segunda vida laboral, pero siguió pegado a lo rural ayudando a rescatar muchas joyas del patrimonio de la provincia de Zaragoza a punto de perderse.

A menudo, cada semana al menos, volvía a los Monegros para sentirse uno más del paisaje. Capaz de estarse horas enteras para observar un pajarillo de cualquier rincón de nuestro monte o una migratoria acuática que había recalado para descansar y aprovisionarse en el salobrar que nosotros llamamos El Siscal. Observador meticuloso de plantas e invertebrados conocía sus vidas y pesares. No iba solo, sorprendería conocer la cantidad de naturalistas que hay en los Monegros: la tierra discreta y sublime donde parece que no pasa nada pero de todo sucede pausadamente. Amigo de cientos de plantas poco glamurosas como las ontinas y sisallos, sin faltar alguna gypsófila o nuestras identitarias sabinas, carrascas o coscojas; y los excelsos lentiscos de los cuales hablamos en más de una ocasión. Ejemplos todos de adaptación a las condiciones de dureza del territorio, que no gasta energías en adornarse de la belleza de colores; más bien disfruta de los grises y blanquecinos que componen el ecosistema estepario monegrino. Aún quiso recuperar la garnacha centenaria, parecía otro homenaje a su tierra, y se unió con otros jóvenes para elaborar un exquisito vino de consumo particular y limitado.

No hay ninguna descripción de la foto disponible.
Las relictas sabinas adoraban el afectivo espíritu del hombre que amaba a los Monegros (L.M.G.A.). Escuchémoslo si transitamos por allí, porque el espacio-tiempo lo guardará siempre.

Así era él, consecuente con el paisaje; sobrio en el vestir, comedido en el aparentar, nada capturado por el consumismo, amigo de muchos elementos de los Monegros que no se singularizan para no estropear el conjunto. Y siempre con una sonrisa amable. Así pasaba desapercibido, casi como todo en el horizonte de esta estepa única. Humilde como aquellos asnallos que tan bien conocía, pasaba por el suelo sin dejar pistas. Valdría aplicarle, él lo practicaba con sus paseos por el campo, aquello que manifestaba el gran conocedor de la estepa rusa, Leon Tolstoi: no hay grandeza donde faltan la sencillez, la bondad y la verdad. Atributos todos que también sostienen a bastantes de sus habitantes. Además, para él su biodiversidad era el bálsamo del espíritu.

Tanto amaba esta tierra que se implicó con su compañera en construir un alojamiento rural en la subida a la Sierra de Alcubierre. A los visitantes les enseñaba el entorno y sus habitantes. Disfrutaba sintiéndose libre y a la vez compartiendo con los demás sus amores con la sencilla belleza del monte, de los bosquetes que resisten desafiando sequías veraniegas y nieblas invernales, descubriendo tesoros ocultos para quienes no están entrenados en ver. Las sabinas se lo agradecerían prestándole sus olores y figuras. Por eso, cuando viajen por la A-129 y vean un cartel indicador de “El Serral” acuérdense que ese fue uno de los sueños de este personaje singular y excelso en su anonimato global. No sé por qué me lo imaginaba como aquel beduino que rescató a Sant-Éxupery y nos dejó el tesoro de El Principito. No tuve tiempo de conversar con el pariente sobre estas cuestiones. Algún día intentaré la reconexión, a ver si hay suerte. Las esquivas picarazas nos guiarán.

Pero el infortunio se cebó con él y fulminó su salud. Cuando la quimioterapia lo permitía se escapaba a los horizontes esteparios para recargarse de salud mental hasta la siguiente sesión; era su terapia de sol, viento y suelos yesosos. Largo tiempo hizo gala de la resistencia monegrina pero al final los rigores de la vida se lo llevaron. Y nos dejó con el alma partida. Su figura no será resaltada en libros ni periódicos, como le sucede a tanta gente grandiosa que desaparece en el anonimato. Un día de estos iremos a pasearnos por la estepa para intentar encontrarnos con algo de lo que él vio en amplitud. Hasta entonces lo dejamos a la escucha de Els ocells de Pau Casals, los pájaros a quien tanto respetaba -hasta les mantenía bebederos en el seco verano-, que tanta sabiduría le proporcionaron.

¿Será la efímera belleza de las amapolas lo que nos cautiva tanto?

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Hace unos días leía que los japoneses, que están por todos sitios buscando el arte, también la plástica en la naturaleza, habían descubierto un campo de amapolas de Zamora. Publicaron la foto en algún medio de comunicación de su país, instantánea que ha dado la vuelta al mundo. Tal recorrido tuvo la noticia que el lugar recibió tantos visitantes que con sus pisadas acabaron con la belleza natural. El enclave estaba situado en el Campo de la Verdad. Qué verdad es que todo lo que se populariza en la naturaleza genera la visita multitudinaria de fotógrafos móvil, que no se contentan con guardar la bonita foto que acompañaba la belleza efímera de los ababoles, así se llaman en mi tierra. 

Juan Ramón Jiménez seguro que conocía que las amapolas se asociaban a la fertilidad en la mitología griega, que había surgido de las lágrimas de la diosa Deméter (agricultura y fertilidad). Será por ello y más cosas que nos legó aquello de: novia del campo, amapola/que está abierta en el trigo,/ amapolita, amapola/ ¿te quieres casar conmigo? La única pega que tienen la amapolas es que son efímeras; la belleza nunca es eterna. Así lo vio Alfonsina Storni en su poema odio:

Oh, primavera de las amapolas,
Tú que floreces para bien mi casa,
Luego que enjoyes las corolas,
Pasa.

Beso, la forma más voraz del fuego,
Clava sin miedo tu endiablada espuela,
Quema mi alma, pero luego,
Vuela.

Risa de oro que movible y loca
Sueltas el alma, de las sombras, presa,
En cuanto asomes a la boca,
Cesa.

Lástima blanda del error amante
Que a cada paso el corazón diluye,
Vuelca tus mieles y al instante,
Huye.

Odio tremendo, como nada fosco,
Odio que truecas en puñal la seda,
Odio que apenas te conozco,
Queda.

Este año de calores prematuros en el Hemisferio Norte despistó a las semillas, que germinaron pronto, a las plantas que crecieron pronto y murieron pronto.

En una ocasión cuando loaba en clase a las amapolas, alguien me preguntó si servían para algo, como ocurría con otras muchas cosas de la naturaleza como moscas o avispas. Así de entrada no supe qué decirle pero le argumenté que todo servía para algo. Pocos día después me fui a internet que todo lo sabe y encontré una noticia en un periódico serio como La Vanguardia.Le regalé una fotocopia del artículo y que él juzgara.

Animado de curiosidad me fui a las etimologías. Y me enteré que viene de «habapaura», un arabismo hispano formado del árabe habb (semilla) y latín papaver. Papaver se refería tanto a la amapola común como a la planta adormidera de donde se extrae el opio. Conocí que amapola era un sinónimo de abundante. Pero mira por dónde, ababol, que siempre pensé que era un aragonesismo, resulta que es más antiguo que amapola. Violeta Parra decía: cuando se muere la carne el alma busca su sitio adentro de una amapola o dentro de un pajarito. A lo que Pablo Neruda respondió haciéndose una pregunta: ¿hay una estrella más abierta que una amapola? Aunque el pastor de mi pueblo me ha contado que este año ha visto menos; mala señal y cosechas mínimas.

El valor de lo diminuto, de lo aparentemente insignificante es lo que hace vida. Hasta Van Gogh las pintó metidas en un jarrón, aunque durante mucho tiempo se negó su autoría, como si una planta/flor tan poco comercial no mereciese estar en un cuadro del inigualable pintor holandés. Al escribir esta entrada me he enterado que en el Rincón de Ademuz editan una revista llamada Ababol.  Por todo esto y por mucho más en su función biodiversa, en los ecosistemas donde habita, no nos extraña que Miguel Fleta quisiese interpretar hace casi 100 años Amapola de José María Lacalle. Todo lo anterior sirva como homenaje al papel que los ababoles han tenido siempre en la vida.

A camiseta regalada___mírale la etiqueta y demás

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Cada carrera popular que se precie, cada evento más o menos multitudinario o reivindicativo lleva implícita el regalo, o la compra, de una camiseta. Pasear por un parque, incluso por la calle, es sentir la presencia de algo más que las personas, que a menudo portan camisetas con algún signo de algo. La «camisetitis» ha llegado incluso a las progresiones educativas; hasta se hacen camisetas para recordar que se ha pasado de primaria a secundaria. Una buena parte sirven de reclamo social hacia un empeño, una marca o un interés desinteresado. ¡Y no digamos nada de las camisetas futboleras de afamados jugadores que llegan, imaginamos que pirateadas, hasta la aldea más recóndita en los confines del mundo!

No somos quién para cuestionar esos gustos porque desconocemos el papel de los signos que se exponen y las ganancias dinerarias o afectivas de quienes las promueven. Pero sospechamos que una buena parte de esas camisetas tienen un reinado efímero; se portan unos pocos días y enseguida pasan al rincón de los olvidos en los armarios. En esto, como en tantas cosas de la vida se mezclan las necesidades (problemáticas objeto de atención, comerciales, etc.) con los deseos (a camiseta regalada no le mires el porqué). Lo peor es que algunas han entrado en el reino consumista del usar y tirar.

Todos esto viene a cuento, ya hemos hablado de estas costumbres más de una vez en este blog, de que hemos leído que además en Europa se estima que se destruyen entre 11 y 32 millones de camisetas. Se calcula que el total de los textiles que se producen pero no se venden, puede acabar en la basura como desperdicio, llegando incluso al 10%. La noticia se completaba con que también la electrónica ayuda a dilapidar de millones de toneladas de recursos (algodón, agua, acero, cobre, cristal y energía); a provocar emisiones al aire que empeoran la vida de todo el mundo. Producir y tirar es un signo de estupidez no analizada, pero exageradamente banalizada.

Mirar la etiqueta para entender qué contienen y de dónde vienen. Rtve ha dedicado a las camisetas documentales extraordinarios, como aquel del 12 de 2019, Día Mundial del Trabajo Infantil que contenía un encabezado estremecedor: Fabricar una camiseta puede implicar el trabajo de diez niños esclavos. La niñas más pobres de las aldeas trabajan para las industrias del algodón, en semiesclavitud, por sueldos de 120 € en 3 años. Cómo olvidar aquel documental de hace más de 20 años en El escarabajo verde sobre «Vestidos de ética«. O el reportaje del año pasado que sonroja hasta en su título «El precio de lo barato«. O aquella denuncia de diciembre pasado en El Economista que titulaba «la esclavitud de la moda mundialista: la camiseta de España se fabrica a 6 euros al día en Camboya.

Por eso hay que atender aquello que decían los Objetivos de Desarrollo Sostenible sobre “Producción responsable”, ODS 12 e “Industria, innovación e infraestructura”, ODS 9. Por eso hay que aplaudir y practicar lo que propone una carta dirigida al Comité Medioambiental del Parlamento Europeo para que prohíba la destrucción de artículos textiles y electrónicos sin vender. La alerta en forma de carta de petición del European Environmental Bureau ha sido firmada por 46 organizaciones europeas que representan a cientos de ONG, empresas y sindicatos. Que velan por la coherencia ética y la justicia social en este ancho mundo. Por cierto, cuánto cuesta la camiseta del ídolo futbolero más conocido; ¿sabría decir cuáles son los equipos de fútbol que más camisetas venden? Apetece imaginarse esas cifras convertidas en un par de euros el ejemplar y dedicarlo a favorecer la educación de niñas y niños de África central, por ejemplo. 

La República, 10 de julio de 2022

Por eso, hay que reconocer lo que implica consumir camisetas de un solo uso. Las industrias textiles deben implementar mejores estrategias de producción (todos los componentes deben ser reciclables) para reducir stocks, diseñar de manera que se puedan reutilizar esos artículos y facilitar la salida de los remanentes al mercado. ¿Qué se ha perdido? Busque aquí.

P.D.: Para gente responsable y con compromiso. Cuente el número de camisetas de esas que llevan llamadas sociales o comerciales, deportivas o de cualquier tipo y divídalo por el número de miembros de la familia en edad de portarlas. Por cierto hoy se nombra en todo el mundo el Día contra el Trabajo Infantil. Pues eso.