salud
Paradojas del universo social: a pesar de que el asma infantil crece con la contaminación del aire, esta la incrementamos por todos los lados
¿Hasta dónde llegaremos sin darnos por aludidos? Algunas organizaciones supranacionales alertan de que la contaminación del aire que respiramos por óxidos de nitrógeno, azufre y carbono procedentes de las emisiones provocan el asma infantil; antes se decía que aumentaba las dolencias. La carga de enfermedad atribuible a la contaminación ambiental por NO2 no deja de aumentar, se calculan unos 4 millones de casos provocados; dicen que en Londres causa un tercio de los nuevos casos. No lo dicen solamente los ecologistas sino que estos se apoyan en investigaciones científicas como la publicada recientemente en The Lancet. Anoten las ciudades más agresivas en este aspecto: Lima, Perú (690 casos por año); Shanghai, China (650); Bogotá, Colombia (580); Beijing, China (560); y Toronto, Canadá (550,), pero la lista es muy larga. No se pierdan los gráficos explicativos que aporta la investigación. ¿A qué esperan la OMS y las autoridades nacionales para dictar políticas más restrictivas? Ganarían en salud, protegerían su medioambiente y se ahorrarían mucho dinero en asistencia sanitaria; y sus ciudadanos serían más felices porque su vida sería más saludable. Por cierto, no dejen de leer Las chimeneas del CO2 en La Vanguardia.
SÍ, al placer de beber agua del grifo, cargada de calidad
Las organizaciones ecologistas vienen luchando desde hace tiempo porque termine la moda consumista de beber agua embotellada. Alertan de que es innecesaria, ecológicamente inviable y un despilfarro económico, además de un engaño a los consumidores en algunas ocasiones. Defienden que disfrutar de la bebida de agua de grifo de calidad es posible, deseable, ecológicamente responsable y mucho más barato. Hace unos meses la Unión Europea manifestó su interés en adaptar su normativa para impulsar el uso de agua del grifo; hace unos días, el Parlamento Europeo se ha posicionado en el mismo sentido. Lean este artículo publicado recientemente en el periódico El País y fomenten en casa su consumo. Únanse a campañas como #PideJarradeAgua, de la OCU cuando coman o beban en bares y restaurantes. Reclamen al ayuntamiento de su localidad que el agua que le llevan a su casa sea de calidad; algunas veces no sucede así. Ah, y consuman solamente la necesaria.
Por cierto, ¿quieren conocer la calidad del agua que beben y muchas más cosas de España y del mundo? Pinchen aquí.
La salud planetaria se asegura con dietas personales acordes
Mucha gente no se da cuenta, pero las dietas humanas están totalmente vinculadas con la sostenibilidad ambiental. Es indudable que el incremento de la producción de alimentos en los últimos 50 años ha contribuido a mejorar la reducción del hambre severa y la esperanza de vida pero también ha generado cambios de dieta planetaria poco saludables. Las tradicionales –basadas más en alimentos de origen vegetal– han cambiado hacia un “modelo alimentario de estilo occidental” –un alto consumo de calorías, alimentos altamente procesados, bastantes azúcares añadidos, sodio y grasas no saludables– procedentes de altas cantidades de productos animales, con los consabidos peajes ambientales que supone; en ellos, el gran incremento de productos utilizados en la ganadería intensiva para hacerla económicamente rentable, que después dañan el planeta y nuestra salud. Por otro lado, no se está priorizando el consumo de alimentos vegetales de temporada y de agricultura de cercanía. Así el planeta sufre trastornos en su salud, que nunca será perfecta porque la entropía siempre está presente.
Todo esto está teniendo sus impactos en la salud humana, a escala personal y colectiva, con elevados gastos sanitarios, pero también es insostenible a escala ambiental. La producción actual de alimentos ya está impulsando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y demasiados cambios drásticos en los usos del suelo y el agua.
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Pesticidas hasta en la sopa juliana, y no es un chiste fácil
Hace unos días, varias organizaciones ecologistas volvieron a insistir en que los pesticidas apestan la vida de las plantas -de la biodiversidad que lleva conexa- y la nuestra. Fue en el marco de la Semana sin pesticidas, que se hace coincidir con la entrada de primavera. El asunto es tan grave que sorprende la lentitud de la UE y de los sucesivos gobiernos de España para encarar soluciones. Sepan que España es líder europeo en el consumo, dudoso honor, debido a los incrementos medios de un 5% anual desde 2011. Aparte del impacto en la vida silvestre, de la biodiversidad aniquilada, los ríos y nuestra comida ya lo notan. Todo este manejo tóxico se hace en aras de «mejorar» las producciones agrarias y «rentabilizar» el trabajo/la vida de la gente del campo. La Organización Mundial de la Salud (OMS) estima que casi un 20 % de los 12 millones de casos de cáncer que se diagnostican cada año en el mundo pueden atribuirse a las ir a exposiciones ambientales. ¿De verdad hacen falta tantos, no hay alternativa a los tan peligrosos? Algo estamos haciendo mal. La gente de Ecologistas en Acción nos detalla más cosas; no se lo pierdan y comiencen a exigir un mundo libre de pesticidas. Un recuerdo especial para las ONG como Greenpeace que llevan tanto tiempo dando la batalla contra el glifosato de Monsanto, acorralado en los tribunales pero que todavía dará mucho mal.
El desperdicio alimentario manda en nuestras vidas y condiciona la del planeta
Las escuelas miran a menudo al planeta para entenderlo, estudian a la sociedad porque ellas mismas forman parte importante de la vida colectiva. En realidad, son un reflejo de ambos mundos, ¿o se ven reflejadas en ellos? Su ámbito de influencia llega tanto a quienes las transitan cada día como para las familias que mantienen alguna relación con ellas. Por eso deben preparar al alumnado para entender lo que significa vivir el presente, para desentrañar cómo cada cual de manera individual y el conjunto de la sociedad gestionan sus modos de ser, utilizan los recursos del planeta y conviven en un mundo cada vez más complejo; todo para posicionarse, siempre tras un razonamiento crítico.
La FAO afirma que hay muchos alimentos seguros y nutritivos que están inicialmente destinados al consumo humano que son desechados o utilizados de forma alternativa (no alimentaria) a lo largo de las cadenas de suministro; merece la pena leer, aunque este informe sea de hace unos años, Pérdida y desperdicio de alimentos en el mundo.
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El sol, la tierra y el tiempo condicionan la vida; ahora y siempre. Por eso es urgente un pacto reclimatizador
El pasado día 23, Día Meteorológico Mundial, la Organización Meteorológica Mundial nos recordaba que vivimos en una encrucijada de atención urgente. Se nos ha olvidado, o no hemos querido apreciar, la influencia del sol en nuestras vidas en el contexto de un cambio climático, en una salud diferente, en una aprovechamiento de sus poderes para nutrir nuestras energías renovables; en suma, en un contexto social complejo y muchas veces divergente en sus intereses.
Reproducimos textualmente, los subrayados son nuestros, lo que ese día decía el Secretario General de la OMM:
“El aumento de las temperaturas —que está provocando la fusión del hielo y el calentamiento de los océanos— se debe a los gases de efecto invernadero de larga duración en la atmósfera. En 2017 las concentraciones de dióxido de carbono (CO2) alcanzaron las 405,5 partes por millón (ppm) y siguen aumentando. Como consecuencia, desde 1990 ha habido un incremento del 41 % del forzamiento radiativo total. El CO2 causó alrededor del 82 % del aumento del forzamiento radiativo durante la pasada década.
Si se mantiene la tendencia actual de las concentraciones de gases de efecto invernadero, es posible que las temperaturas aumenten entre 3 y 5 °C de aquí a finales de siglo, muy por encima del objetivo fijado en el Acuerdo de París de la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático, mantener el aumento de la temperatura media mundial por debajo de 2 °C y lo más cerca posible de 1,5 °C.
El cambio climático ha provocado un ascenso de los extremos térmicos y nuevos récords de las temperaturas diarias, no solo en el ámbito local, sino también a escalas nacional, regional y mundial. Las olas de calor empiezan cada vez primero y terminan más tarde de lo habitual, y su frecuencia e intensidad han ido en aumento.
Los modelos climáticos prevén un aumento de la temperatura media en la mayoría de las regiones terrestres y oceánicas, episodios de calor extremo en la mayoría de las regiones deshabitadas, precipitaciones intensas en varias regiones y la probabilidad de sequía y déficits de precipitación en algunas regiones. Se prevé que los riesgos relacionados con el clima para la salud, los medios de subsistencia, la seguridad alimentaria, el suministro de agua, la seguridad humana y el crecimiento económico aumenten con el calentamiento global”
Sus palabras resumen una parte de las seguridades científicas, a la vez que alerta sobre sus repercusiones en la vida colectiva. Mientras, los poderes públicos y los partidos siguen desaparecidos en la contienda climática. ¿Qué estamos haciendo? ¿No sería necesario en España un Pacto reclimatizador? La sociedad debe tomar el protagonismo en la defensa de su futuro, habida cuenta de la inacción de los partidos políticos españoles, empeñados en lanzarse soflamas.
No dejar a nadie sin agua para satisfacer sus necesidades básicas
Todos los años por estar fechas oímos burbujear al agua. Viene a decirnos que falta mucho para que sea un derecho humano, que compartirla es todavía una necesidad, que mientras unos la despilfarran otros 2.000 millones de personas ni la disfrutan para satisfacer las necesidades básicas. Pero el asunto va despacio, como nos recuerda este año UNESCO en su informe No dejar a nadie atrás. En él se habla del estado de los recursos hídricos del mundo, de los derechos humanos al agua y saneamiento en el horizonte 2030, de agua y ciudades o pobreza rural, y un poco de las dimensiones físicas y ambientales del agua. Por eso, el día de ayer debería servir también para recordar que el agua nos necesita a nosotros; lo claman los ríos y mares, hasta los lamentos del agua subterránea se escuchan en superficie. Hay que explorar la interacción agua y sociedad en todas sus dimensiones. Apunten unas cuantas razones. Estaríamos hablando de los ODS y de las Agendas 2030. Convertirlos en el eje de nuestras vidas es una necesidad; y el tiempo apremia.
P.D. : ¿Tendremos que cambiar el sistema de gestión del agua en España ante el cambio climático? No podemos seguir viviendo como si nada pasara.
Los eructos de las vacas aceleran el cambio climático; pero, ¿a quién sirven las vacas?
Coincidiendo con el Día sin carne.
De Ecoescuela abierta en El Diario de la Educación.
Los animales domésticos ocupan un lugar importante en nuestras lecturas. Los encontramos tanto en los primeros cuentos infantiles como en los libros empleados en los primeros cursos de primaria. Además, disfrutan de una atención continuada en nuestras vidas. Nos acompañan, nos dan cariño y también muchos servicios.
Con el tiempo, la ganadería se industrializó. Podíamos estudiar si eso está bien o mal desde el punto de vista de los derechos de los animales –asunto importante para debatir–, pero en este caso vamos a hacerlo desde la vertiente contaminante de las granjas intensivas. Utilizan mucha agua, necesitan una enorme cantidad de materias primas para la alimentación y producen muchos residuos sólidos, líquidos y gaseosos.
Hemos de decir, en primer lugar, que la culpa de estas enormes emisiones no la tienen los animales, que se limitan a vivir, sino aquellos que los crían y aprovechan. Por supuesto que las emisiones no son solo de las vacas –en particular sus eructos–, como dice el titular del artículo. A esos seres tan simpáticos que salen en muchos cuentos, que además nos dan leche, se añaden los pedos de otros muchos animales como caballos, ovejas y cerdos (estos últimos son hoy día la mayor fuente de carne del mundo a pesar de su prohibición en algunas religiones), son básicamente los que están acelerando de forma significativa el cambio climático.
Nuestro gran consumo de carne ha disparado la ganadería industrial y con ella diferentes problemas que podemos debatir en clase: gases de efecto invernadero, derechos de los animales, utilización de antibióticos de manera masiva y preventiva…
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Episodios meteorológicos extremos, recurrentes; ¿La evidencia del cambio climático?
Recuerden los finales de enero y principios de febrero, cuando las televisiones nos traían imágenes de temperaturas invernales extremas en EE.UU. y Canadá -un vórtice polar que dicen no tiene relación con el cambio climático-, o nos hablaban de los elevados calores veraniegos de Australia. La diferencia de temperaturas entre algún lugar de un país y otro puedo estar en el mismo día en 100 ºC. Vale, pensemos que ha sido una casualidad -nos da pie a tonterías como la que expresó esos días Donald Trump-, pero los científicos aseguran, ya no solo opinan, que esta polarización meteorológica/climática irá en aumento. ¿Recuerdan The day after tomorrow (El día de mañana)? Claro que las cosas no suceden igual por todo el mundo, que hay regiones más «tranquilas» que otras. En casi todas hay un creciente número de periodos anormalmente cálidos al comienzo de la primavera, con los consiguientes efectos en el ciclo biológico de las plantas que no utilizan el fotoperiodo para regular sus floraciones, con los despistes vitales del resto de las criaturas. ¡Qué decir de los efectos en las personas! The Lancet publicó que en 2017 había acontecido más de 712 fenómenos climáticos extremos, que costaron, entre otras cosas, unos 285.000 millones de euros. Imaginen lo que sufrirían las personas y el resto de los seres vivos. ¿Estamos dispuestos a que siga el carrusel? Pues eso.
La salud planetaria necesita un cambio de dieta urgente
Por si no había reparado en ello, las dietas humanas están totalmente vinculadas con la sostenibilidad ambiental. Es indudable que el incremento de la producción de alimentos en los últimos 50 años ha contribuido a mejorar la reducción del hambre severa y la esperanza de vida pero también ha generado cambios de dieta poco saludables. Las tradicionales dietas –basadas más en alimentos de origen vegetal- han cambiado hacia un «modelo alimentario de estilo occidental» – un alto consumo de calorías, alimentos altamente procesados, bastantes azúcares añadidos, sodio y grasas no saludables- procedentes buena parte de productos animales. Todo esto está tendiendo sus impactos en la salud humana, a escala personal y colectiva, con elevados gastos sanitarios pero también es insostenible a escala ambiental. La producción actual de alimentos ya está impulsando el cambio climático, la pérdida de biodiversidad, la contaminación y demasiados cambios drásticos en los usos del suelo y el agua. Si quieren más fundamentación de esta cuestión, lean el artículo Plate and the Planet de Harvard Chan; no tiene desperdicio ese plato del planeta. Alíñenlo con La dieta perfecta para salvar el planeta y la salud del ser humano, publicado en El País. Y mantengan siempre en la despensa EAT Fundation, que se titula como la plataforma mundial basada en la ciencia para la transformación del sistema alimentario.
Treinta años ya del Protocolo de Montreal, un acuerdo básico para la vida
En ocasiones triunfa el sentido común, incluso en las relaciones entre países, y se conciertan iniciativas globales para proteger a la gente y a la compleja biosfera en la que esta vive. El Protocolo de Montreal -negociado largo tiempo antes tuvo su antecedente en el Convenio de Viena para la Protección de la capa de ozono y fue firmado en 1987- entraba en vigor del 1 de enero de 1989, al ser ratificado por los países necesarios. Supuso un hito en las relaciones internacionales, un ejemplo que podría haberse seguido en otras muchas problemáticas ambientales y sociales, una lección para la lucha contra el cambio climático. Después se han hecho correcciones que han mejorado estrategias y compromisos. La realidad es que se ha salvado la capa de ozono, tan importante para nuestra vida. De la destrucción de la capa de ozono ahora casi nadie habla, pero hace cuarenta años las perspectivas eran muy sombrías. Si no las recuerda, si quiere saber más, aquí tiene dónde mirar.
La contaminación del aire cabalga sin rumbo en las conversaciones de la gente, a la vez que daña la salud y tiene autoría
Quién contamina el aire es corresponsable de la pérdida de salud y las vidas de mucha gente; lo sabe hasta el más ignorante voluntario. Sin embargo, gobiernos y ciudadanos vivimos en el elixir de la nula conciencia, o de la vagancia ignorante y egoísta. El caso de Nueva Delhi es paradigmático pues la contaminación de partículas tóxicas en el aire es unas 35 veces las recomendadas. En esta ciudad vive gente: más de 20 millones. Pero el aire mortífero lo padecen también 14 ciudades de la India, que figuran entre las más contaminadas del mundo y en las que viven otros 20 millones de personas.
No vayamos tan lejos y miremos a Oviedo, Gijón o Avilés , o las restricciones por las mismas causas en otras muchas grandes ciudades. Anímense a leer lo que sucede en Madrid. Por lo que se ve es más sencillo invertir en gastos sanitarios y vidas que en limitar la contaminación. ¿Qué pensaría de nosotros Sócrates, que se preguntaba hacia dónde iba la sociedad de su tiempo? O simplemente Mafalda, que también le daba mucho al coco ante la insensatez del mundo mundial. Ambos encontrarían la autoría de semejantes estupideces colectivas.
Por cierto, ¿respira la vida?
Descarbonizar, se hizo célebre en 2018 por necesidad
Era una de las palabras nominadas a la celebridad por la Fundeu en este 2018 que acaba hoy. Mañana empieza la maniobra para cerrar las explotaciones de carbón, combustible que tiene una parte de la culpa de la notoriedad de la palabra. El cierre de las minas provoca un desastre de empleo y vida en algunas poblaciones. Los administradores de lo público lo sabían y poco o nada han hecho; habrá que actuar con premura para devolver la esperanza a la gente de esos territorios, que la hay fuera del carbón.
Pero descarbonizar puede ser tan famosa o más en el año que mañana comienza; queda pendiente una transición energética que reduzca los combustibles fósiles en la movilidad, que fomente las energías renovables y vaya elininando de nuestras vidas la dependencia de las fósiles. Un consejo: celebre la entrada del año nuevo con el propósito de descarbonizarse a partir del 1 de enero, para acabarlo con un futuro menos negro. Su salud se lo agradecerá.
¡Ojalá disfrutéis de la vida casi descarbonizada, incluso del transporte, en 2050!
Uno piensa en sus hijos y nietos, en aquellos chicos y chicas a quienes dio clase y mareó con aquello del cambio climático y de la necesidad de descarbonizar la movilidad; así los animaba a venir al instituto en transporte público o en bicicleta. Uno debe reconocer que le costaba creer que eso sería posible, como le hacían ver los estudiantes escépticos, en realidad la cosa no les inquietaba mucho, excepto a unos pocos, la mayoría chicas. Pero mira por donde, las cosas parece que empiezan a cambiar y algo habremos conseguido entre todos los insistentes; de hecho, ahora pueden verse más de cien bicis aparcadas a la entrada del centro. La UE se propone, cuesta mucho decir se compromete, a que el transporte esté descarbonizado en 2050. Si la apuesta llega a ser verdad, disfrutaréis de un aire más saludable, significará que las personas han recuperado el espacio urbano, que las ciudades son más amigables. Debemos congratularnos porque parece que, ahora sí, los gobiernos se ponen en marcha y los grandes grupos de transporte también, según nos cuenta Transport & Environment ¡Feliz viaje! Desde aquí animaremos cuando la velocidad sea la adecuada o criticaremos los parones mientras podamos.
Paradoja anticlimática; desde donde el carbón reina (Polonia) se quiere descarbonizar la vida global
Durante estos días se reúnen en Katowice (Polonia) –un enclave carbonizado en un país poco activo en la lucha anticlimática– la Cumbre climática que debe evitar que los acuerdos de París 2012 se volatilicen y nos dejen desprotegidos a todos. Por lo que uno ha visto estos años, ya se ha dejado como entelequia la mitigación, excepto los pesados de los ecologistas, y se apuesta más por la adaptación. Decimos esto porque las restricciones al carbón se restringen cada día en algunos países, porque el transporte con vehículos eléctricos va retrasando su año de generalización, porque la gente no llega a creerse que la contaminación urbana del aire va contra la salud y las limitaciones al tráfico son irreversibles. Se hablará de transición energética; ya veremos si puede más el mantenimiento del puesto de trabajo de unos pocos frente a la salud de todos. La seguridad ambiental debería ser una aspiración universal, unánime, y sin embargo se queda en ideas expresadas que pocas veces llevan a planteamientos razonados. Durante estos días, no sé cómo, habría que lograr que toda la gente debatiese sobre lo que supone París 2012, de que mirase hacia Katowice, y de que empezase a creer de una vez que esto del cambio climático y los desastres asociados es algo más que una ocurrencia de unos cuantos ecologistas desocupados. Apoyemos la paradoja, quizás comprobar el desastre nos impulse a actuar. Solo nos queda una Europa convencida frente a Trump y sus seguidores.