Durante la semana entre el 23 y 27 de septiembre hay planteada a escala mundial una rebelión, también escolar, contra el cambio climático. No es sencillo manejar una acción de este tipo en la escuela, confluyen muchas variables. No se trata de hacer un paro generalizado en las aulas, o de que los más mayores decidan si asisten a clase o no; pero sí que se pueden tratar los motivos que la han podido provocar, encontrar momentos para reflexionar sobre el asunto, para posicionarse y emprender actuaciones propias o frente a los demás.
Para empezar una acción conducente a la formación del pensamiento crítico, será necesario reconocer si en clase hay conocimiento/malestar por los desafíos de la crisis climática, en relación, claro está, con las capacidades del alumnado. Hay que enterarse y debatir sobre causas y consecuencias de lo que se ha dado en llamar crisis climática global; el alumnado tiene noticias del asunto y quizás ha visto de cerca alguna consecuencia, que es posible no llegue a comprender del todo.
La huelga está impulsada por los jóvenes; son quienes más tienen que perder. Quienes ahora están en nuestras aulas se van a ver afectados en mayor o menor medida. Por eso, han de mostrar fuera del centro educativo su disconformidad con el devenir de los acontecimientos climáticos. ¿Qué tal si se encuentran el día 27 cantando y comunicando su propósito como han hecho jóvenes de todo el mundo, cual partisanos; aquí va la letra en español.
“Verdad, compromiso y acción”, dice el manifiesto que anima a la huelga, que está presente en “Sing for the climate”. En la escuela, la huelga se hace al menos trabajando un poco cada día por el clima. La educación debería ser una estrategia de construcción social y de reparación ambiental.
Publicado en Heraldo escolar el 25 de septiembre de 2019.