Conocer los Objetivos de Desarrollo Sostenible es un deber ciudadano. Poner en práctica las actitudes y comportamientos imprescindibles para lograrlo es una necesidad. Conocer debe llevar a apreciar que la Agenda 2030, ese plazo marcado para llegar a ellos, es: universal porque los beneficios del desarrollo deben ser globales y es responsabilidad de todos los países su logro, de todas las personas en su parte correspondiente; indivisible, ya que hay que entender los 17 Objetivos en conjunto, evitando fragmentaciones en su búsqueda; integral, puesto que combina las tres dimensiones del desarrollo, de una parte la económica, pero interaccionando con ella la social y la ambiental; transformadora, puesto que se dirige a erradicar la pobreza extrema como obligación ética, poniendo a la dignidad y a la igualdad de las personas en el centro. Para conseguirlo son necesarias estrategias diferentes a las que nos han llevado hasta aquí, se necesita una manera de ver las cosas que supere el insostenible desarrollo que maltrata al planeta y dificulta la vida de muchas personas, y no solo en el mundo menos privilegiado.
La escuela debe formar parte importante en este compromiso y elaborar su propia agenda. Para ello el profesorado debe identificar los ODS. Después hacer una planificación de su abordaje; la UNESCO da pistas para que el departamento de Educación sugiera. Los proyectos educativos de los centros deben estar condicionados ya a estos objetivos, sin duda más determinantes que los que marcan los desarrollos curriculares. Estos sirven a las materias mientras que los otros suponen un estilo de vida personal, cargado de una reflexiva ética global, imprescindible para el futuro.
Publicado en Heraldo escolar el 15 de mayo de 2019.