Climatizar nuestras escuelas

Suponemos que algunos centros educativos habrán comentado en clase los episodios meteorológicos de tormentas e inundaciones de hace unos días; siempre hay que aprovechar el impacto escolar de los hechos cotidianos. Cabe comentar los eventos de este tipo en clave de naturaleza –masas de aire con mucha agua que se ponen en contacto súbito con otras con temperaturas muy bajas y provocan precipitaciones extraordinarias- o resaltando su negativa influencia en localidades y personas -con resultados dramáticos en algunos lugares-. En estos sucesos ha quedado manifiesta la incertidumbre de las condiciones meteorológicas. Por eso, convendría reflexionar a menudo en la escuela en torno a un asunto clave: ¿pueden las personas dominar la naturaleza y comportarse como si les perteneciese? Si todavía no se han trabajado estas perspectivas en clase cabe hacerse lo en forma de debates o simulaciones en las que afloren percepciones, ideas y compromisos.

Olviden las perspectivas tradicionales de los libros que presentan el clima en forma de lección aprendida, como algo estático. Potencien los contenidos a partir de la interacción entre sociedad y territorio, aborden especialmente las ventajas e inconvenientes de vivir cerca de masas de agua, de ocupar y hormigonar los cauces; quizás tengan alguno cerca. Estudien casos concretos con dimensiones diversas, en cualquier curso. Hablen con los escolares del principio de prevención y de la precaución como estrategia de vida; coméntenles la necesidad de los protocolos ambientales, pues estos episodios se repetirán. Al profesorado tampoco le iría mal ponderar lo que piensa, siente, enseña en clase y practica personalmente sobre estas cuestiones.

  • Publicado en Escolar, de Heraldo de Aragón, el 14 de noviembre de 2018.