Refrescar la educación primaria

Cuando se llevan tantas décadas con una parecida organización escolar puede ser por dos motivos: da resultado en el aprendizaje del alumnado o se teme cambiar pero no se sabe bien cómo hacerlo. Pasan los equipos ministeriales y autonómicos y la vida en las escuelas se perpetúa en similares estadios y tiempos. Por más que se operen leves retoques en la compactación de la jornada escolar y en evaluaciones, prevalece la compartimentación.

En este supuesto, se nos ocurren varias cuestiones para el debate. La primera es si es más útil un profesorado superespecialista o generalista, y en relación con esta: ¿por qué el alumnado graduado, y con máster, en las Facultades de Educación no puede enseñar todos los contenidos de Primaria? Si lo fuera, el dinero ahorrado en itinerancias serviría para mantener abiertas escuelas. La segunda atañe a la necesidad de más profesorado: como refuerzo -para aligerar la atención a la diversidad o facilitar la rotación de los maestros y las clases compartidas- o van destinados al especial bilingüismo de ahora. La tercera se pregunta en qué medida los libros de texto marcan las metodologías; si esa práctica se cambia con una adecuada formación permanente o mediante el desarrollo de proyectos globales; si ayuda la secular organización en materias. Además, qué supone la evaluación entendida como un fin en sí misma –desde siempre hasta ahora- y no como argumento de cambio. También puede que haya que darle una vuelta a la gestión de los centros. Por cierto, si se consulta al profesorado sobre la reforma de Primaria habrá que considerar lo que propone y justificar las cuestiones en las que se le hace caso o no.

Eran solo ideas, para renovar el aire.

  • Publicado en Escolar, de Heraldo de Aragón, el 17 de octubre de 2018.