Innovar o nada

Pocos departamentos de Educación como el actual han planteado con tanto ahínco la necesidad de innovar en la escuela. Desde la distancia, sin que nos adorne la ilusión práctica de los casi dos mil asistentes a un reciente Congreso Internacional en Zaragoza querríamos subrayar algo de lo que allí se dijo. Primero animar a los profesionales a que persigan, y concierten cómo lo hacen, las diez claves/conclusiones de este. Abogan por adaptar la educación al mundo actual para que las comunidades educativas sean espacios creativos de cultura social, en donde se aproveche el asombro del alumnado motivado y se le invite a hacer/se preguntas, para que su formación abandone el academicismo curricular y le conduzca a ser persona.

Seguro que habrá que trabajar tenazmente para lograrlo. Valgan como marcas para el necesario cambio ideas expresadas en las ponencias, que en síntesis sugerían: para transformar la escuela hay que desmontarla primero para volverla a construir y a estructurar con diferentes criterios, sobran tantos horarios y asignaturas (Mar Romera); en España se invierte mucho tiempo en controlar al alumnado, en decirle lo que tiene que hacer, en lugar de aportarle más autonomía (David Marsh); así no hay forma de que el asombro se convierta en deseo para el conocimiento (Catherine L’Ecuyer) para lo cual son precisos nuevos espacios para cambiar la educación en donde el entorno sea el tercer profesor (Rosan Bosch).

Animamos al profesorado y a los responsables educativos a reflexionar sin dilación sobre estos postulados, también a todos los partidos políticos pues tienen compromisos con la sociedad, actuales o futuros. La escuela lo necesita ya. No hacerlo conduce a nada.

  • Publicado en el Escolar de Heraldo de Aragón el 3 de octubre de 2018.