La función educadora es argumento de vida en todas las sociedades. Poco a poco, cada una de ellas ha ido delimitando sus contextos instructivos y ha definido los rasgos que debería tener una persona educada. Los primeros ámbitos formativos son las familias. En unas se habla, en otras abundan los silencios; en unas priman los afectos, en otras se silencian; en unas prevalecen las normas, en otras la flexibilidad. Esos estilos condicionarán la manera de ser de los hijos, su futura personalidad. Día tras día, las familias modulan la convivencia con métodos diversos. Unas veces educan con dominios autoritarios, otras se desenvuelven en ambientes permisivos. En algunas, la sobreprotección de los hijos prevalece siempre, en otras los esfuerzos de concordia son la principal pauta en las relaciones.
El resto de los ámbitos relacionales en donde se educa -escuela, sociedad y gobernanza administrativa- repiten en gran medida los patrones anteriores. Siempre se ha dicho que se educa mejor en la cercanía. La aproximación no es solo física sino que se refuerza con una convivencia en la que no haya demasiados roces amargos, en la que se atienda de una forma adecuada a cada uno de los que se quiere educar, en la que se cultive la motivación de forma continuada a través de propuestas que mejoren el crecimiento personal, en la que se sepa escuchar. Si a ambos lados del mensaje educativo hay individuos honestos, o lo impulsan sociedades cohesionadas, cumpliremos aquel deseo de Benjamín Franklin: Dime y lo olvido, enséñame y lo recuerdo, involúcrame y lo aprendo.
La lejanía del gobernante dificulta la aproximación educativa, por eso el estilo del mismo es tan importante como el mensaje y la imagen vehicular que lo porta. Aquí, en este momento, ha fallado casi todo. Han sido dos años de cercenar educación, ciencia y cultura. Dos años en los que el destinatario no estaba muy atento, quizás despreocupado en exceso y poco receptivo a las palabras, pero en la comunicación educadora ha fallado sobre todo el estilo. Le ha faltado emotividad, proximidad en el mensaje dirigido en particular a quienes más dificultades tienen para educarse o educar a sus hijos. No se ha logrado, a pesar de la pretendida simplificación de la ideas, clarificar los mensajes, diferenciar entre lo mejor y lo posible, lo general y lo específico, lo necesario y lo superfluo. Da la impresión de que se ha hecho del cultivo masivo de enemistades un argumento para seguir adelante.
Lo peor de toda esta continua destemplanza es la pérdida de energía y los efectos negativos que está teniendo en la consideración global de la educación, da lo mismo que sea pública o concertada, obligatoria o universitaria. Ha habido cruzadas de todo tipo. A las regañinas innecesarias se han juntado empeños en volver a ideologías de tiempos pasados o imposiciones poco maduradas (como la aplicabilidad exprés de la Lomce y lo de las becas Erasmus), que se magnifican un día para dar marcha atrás al siguiente. En este último caso, quienes impulsaron las becas de movilidad europea seguro que habían leído a Francis Bacon que decía, ya a principios del siglo XVII, algo así como que los viajes son en la juventud una parte de la educación y, en la vejez, un aporte de experiencia. Por eso desde la UE no han dudado en echar una reprimenda al ministerio por suprimirlas con el curso empezado.
La mejor forma de impulsar la gobernanza educativa es a través de la autoridad respetada. Por mucho que se lleve a cabo, como en la Lomce, una imposición cumplimentada, esta apenas dejará beneficios, el tiempo y las maneras políticas se la llevarán y será un nuevo fraude a la educación en España, tan falta como está de buenas transiciones. Porque todos los daños provocados, voluntarios o no, van a dejar un pesado lastre en la sociedad española. La gobernanza educativa necesita con urgencia impulsos positivos que motiven a casi todos, métodos de intervención que mezclen las normas con la flexibilidad ante la heterogeneidad de los puntos de partida. Si estos distintivos se adornasen de una coherencia del mensaje y de las formas, se lograría un estilo educativo casi glamouroso.
- Publicado en Heraldo de Aragón el 12 de noviembre de 2013. En el sistema educativo español seguían los enfados, las polémicas, sin buscar un lugar de encuentro para resolver algunas.