El asunto no es nuevo, ni ocurre solo en España según denuncian varios artículos del Blog de la Educación Mundial (Ver informe GEM de UNESCO). Los docentes, de cualquier nivel, tanto si quieren abordar una innovación (una adaptación curricular, una modificación de jornada o un simple intercambio) como si simplemente cumplimentan lo cotidiano, deben rellenar cada vez más papeles. En ellos justifican a la administración lo que hacen, o no, pues no siempre coincide lo dicho –debe quedar consistente, al menos bonito- con lo ejecutado. Además, aquí la Lomce convirtió la evaluación en un fin en sí misma; se evalúan todos los estándares imaginables, tanto que las múltiples anotaciones se han convertido en una pesadilla para los enseñantes. Antes se decía que la función básica del profesorado era enseñar bien para que así el alumnado tuviera el mejor escenario para aprender, que la evaluación solo era un método de progreso. Cuanto más tiempo se emplea en rellenar casillas para los que mandan –suponemos que las piden con buena intención y finalidad- menos se utiliza en preparar, en pensar si servirá el método, en cuestionar el proceso, en atender las demandas particulares. La práctica educativa se ha mecanizado.
Así la tarea docente pierde peso en el cómputo de horas que se dedican al trabajo escolar. Para resolver este hay que seleccionar bien las metodologías, llevarlo a cabo con tiempo y anotar detalles para la vez siguiente; no debe faltar el intercambio de éxitos y fracasos con los compañeros-as sobre la cuestión abordada y, después de estas y más reflexiones, programar el futuro. ¡Con lo necesaria que es la continua evaluación de nuestras intervenciones y su correspondiente anotación para progresar!, pero si la atiborramos de estándares corre el peligro de hacerse indigesta; al final no sabemos si lo estamos haciendo bien. Como sigamos en esta dirección, la burocracia educativa –que todavía no convence a una buena parte del profesorado- corre el riesgo de convertirse en la estampa fija de la acción escolar. Mal asunto.
- Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, 2 de mayo de 2018.