El asunto no es nuevo. En la educación siempre han convivido dos intenciones: la transmisora de conocimiento y la formadora de personas. En unos periodos, en unos centros, un estilo ha estado por encima del otro; en la mayoría no está claro. Actualmente suenan voces que reclaman con insistencia un papel activo para la escuela en la vida social; no porque participe más o menos en actividades que la sociedad próxima promueve, sino por su misión de formar ciudadanos que sepan pensar de una manera crítica. Aunque cambie algún método, se desarrollen ligeras innovaciones, la realidad es que la escuela se mantiene en una simplificación de mensajes preocupante, encorsetada por los desarrollos curriculares. Bien es cierto que han aparecido temas de convivencia, de cultura social, pero lo han hecho como conocimientos aprendidos, casi nunca como experiencias vividas. Viene esto a cuento de una reflexión sobre si la escuela debe tratar grandes temas de política global. Seguro que al menos dos son imprescindibles: los grandes principios de la democracia y los valores esenciales de la convivencia. Ambos se pueden practicar en cualquier nivel, aula o centro; por toda la comunidad educativa. Hay que dejar que la vida social entre en clase recogiendo temas de actualidad, con la salvaguarda de que nunca debe hacerse bajo el paraguas del adoctrinamiento, de ningún signo.
El desarrollo del pensamiento crítico es indispensable en la educación; implica educar en el crecimiento del criterio propio, y por tanto en la capacidad de tomar decisiones, anima la libertad de expresión. Pero esta, uno de los grandes logros de las sociedades democráticas, “se degrada si solo dice tonterías”, le escuchamos a Emilio Lledó. Habrá que tenerlo en cuenta siempre, razonárselo en esta época de post verdades a los alumnos y al resto de los componentes de la comunidad educativa para que hagan prácticas en los centros y fuera de ellos; en estos momentos tan propensos al espectáculo mediático, en el que hay que saber discriminar tantos mensajes.
- Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 24 de enero de 2018