Cavilar la innovación

Durante el curso pasado se habló bastante en la educación obligatoria sobre la necesidad de la innovación como contexto necesario para los nuevos tiempos. El asunto no levantó mucha atención; bien porque se piensa que no sea necesaria o debido a que renovar la rutina siempre asusta; también porque a muchos profesores la palabra les genera suspicacias. Renovar se puede entender como algo que afecta a la estructura general de la educación obligatoria, o simplemente a la forma de interpretar en clase una determinada encomienda curricular. Podemos estar de acuerdo o en desacuerdo en que una u otra sean más necesarias o que haya que abordar ambas a la vez; o quedarnos como estamos. Uno, que hace mucho tiempo que empezó con esto, aún recuerda los Programas Renovados de la EGB de comienzos de los 80. Fueron sepultados por nuevos programas, publicitados una y otra vez como el elixir de la necesaria innovación.

El asunto es importante, merece atención ya. Lo mismo de ese profesorado que la considera innecesaria pues el fracaso educativo es únicamente achacable al alumnado, que carece de motivación; un signo de los nuevos tiempos. También para quienes se echan en brazos de los nuevos “gurús pedagógicos”, que aportan un aire fresco para el bien enseñar y el más fácil aprender, sobre todo en parcelas muy concretas relacionadas con la educación emocional, la artística o los idiomas. Que no se despisten quienes para innovar se desprendan de todo lo pasado, olvidando el sentido general de la educación global –cambiante, personalizada, supuestamente acumulativa y frágil-. En medio de unos y otros hay algunos profesores y profesoras dispuestos a mejorar su trabajo, porque son verdaderamente profesionales; intentan concertar o contraponer su experiencia práctica con la teoría pedagógica y miran su influencia en el alumnado con espíritu crítico. Ahora que tenemos todo el curso por delante, que el departamento de Educación está por la labor, es un buen momento de desmenuzar esa saludable polémica entre se puede y sirve, o no y para qué.

*Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, 8 de noviembre de 2017.