Desmemorias de África

Aquella película, “Memorias de África”, arrasaba en los Óscar de 1985 con sus siete estatuillas. Cosechó una gran fama, en parte por la cuidada interpretación de Meryl Street y Robert Redford, dos actores seductores en cada una de sus interpretaciones. Estaba basada en una novela autobiográfica, escrita en 1937 por una danesa que vivió durante 17 años en una granja en las cercanías de Nairobi. Tanto en el libro como en el filme se exponen controversias de la relación entre europeos y africanos, pero casi siempre prevalece una visión paradisíaca, apoyada en amores delicados y paisajes sin límites en el horizonte, que atemperan las tensiones explícitas u ocultas.

Otros muchos filmes con escenario africano nos han llegado plenos de naturaleza y de exhuberancia, como aquella “Mogambo” de Ava Gadner, Grace Kelly y Clark Gable. Esa es la imagen que tenemos de África: selvas y colores, exotismo y aventura. Quizás por eso apenas nos impactan las otras escenas que allí se ruedan, sin protagonistas tan relumbrones como los del celuloide. De vez en cuando, los reporteros nos traen a los informativos alguna foto impresionante o alguna noticia trágica, que en realidad no son más que pequeños apuntes de la vida diaria. Quienes huyen de la desesperanza recorren media África para alcanzar el paraíso europeo, cuya imagen desfigurada les llega a ellos con nuestras películas. Como en el caso inverso, las tomas tienen mucho de ficción, como comprueban los que logran llegar.

Esperábamos con interés la publicación del último Informe sobre Desarrollo Humano 2013 del PNUD. Se titula “El ascenso del Sur: Progreso humano en un mundo diverso”. En él se habla mucho de los impulsores específicos de la transformación del desarrollo (enfoque de igualdad mediante la salud y educación, derecho de participación en la vida pública, confrontación de las presiones ambientales y manejo del cambio demográfico) y se sugieren prioridades de políticas futuras que podrían ayudar a sostener dicho impulso. Como dato positivo, cuenta el informe que en la última década ningún país, de los que había datos disponibles, tuvo un valor del IDH más bajo en 2012 que en 2000. Pero alerta de que la inversión global en desarrollo humano no solo debe hacerse para justificar moralmente a los ricos. Si se logran mejoras en educación, salud y bienestar social, se conseguirá que los países más pobres se incorporen a la economía mundial. Aconseja que la prioridad de la inversión sean estos, pues es necesario insertarlos en el mercado y aumentar sus oportunidades de subsistencia. Recuerda con énfasis a todos, pero en especial a las élites que gobiernan la economía mundial, la convicción de que “La pobreza es una injusticia que puede y debe resolverse con acciones concretas”.

Entre los 34 países que figuran en el tramo de desarrollo humano más bajo, 29 son africanos. Este continente supone un enorme socavón social del que solamente se salvan el norte petrolero y el sur impulsado por Sudáfrica. Es un territorio sufridor de desmemorias: colonizaciones esclavizadoras, esquilmación de recursos, independencias abruptas, fundamentalismos religiosos, programas de desarrollo fracasados, apartheid, etc. Todavía hoy persiste la mudez de nuestros gobiernos occidentales, que miran hacia otro lado mientras continúa la depredación de sus multinacionales y crece la actual colonización china. Ante esta situación, la Unión Europea, la primera donante mundial de ayuda al desarrollo, se replantea esta por sus dificultades presupuestarias. España la ha reducido a la mitad.

Imaginemos, ahora que todo el mundo mira hacia Sudáfrica, una nueva película; esta vez en busca del Óscar social. El título podría ser el del Informe del PNUD de 2012: “El futuro sostenible que queremos… ya está tomando forma”. El mejor guión empezó a escribirlo Mandela. Podría haber sido un buen director, pero acaba de morir. Todos los mandatarios mundiales han estado prestos a darle el último adiós físico. No hubieran servido como actores en este hipotético film porque no actúan según las ideas de Mandela, que tanto alaban ahora. Ni en sus países ni en su relación con África. Para el rodaje se necesitan personas que luchen contra el racismo y la discriminación; que, al unísono, sueñen con eliminar las desigualdades. El casting continúa.

  • Publicado el 19 de diciembre de 2013. África estaba cada vez más al Sur, más lejos del opulento Norte.

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