Los sueños son una estrategia de libertad pues no están tan sujetos a momentos definitivos ni convenciones sociales como la vida cotidiana. Se construyen tanto despiertos como dormidos; los hay individuales y colectivos, compartidos o escondidos. Cada uno los interpreta a su manera, según estados de ánimo o conveniencia, echando mano de teorías freudianas u otras más modernas. Los sueños no son privilegio de las personas relevantes, pero todos recordamos las aspiraciones de Julio Verne, Gandhi, M. Luther King o Nelson Mandela. Imaginaron mundos imposibles que se han hecho realidad. Hoy damos más importancia a lo que anhelan nuestros nuevos ídolos, deportistas o personajes públicos, pero todos imaginamos en algún momento escenarios de vida diferentes a los actuales.
A menudo los medios de comunicación aportan proyecciones de posibles escenarios de vida y salud que realizan algunos científicos y expertos de las organizaciones internacionales; enseguida provocan ilusiones, fugaces en unas personas pero permanentes en otras. Dejémonos llevar, imaginemos un mundo diferente, sin ponerle fecha concreta. En él se ha sustituido la energía nuclear por las renovables, como habían pronosticado en el año 2011 los grupos de investigación de la ONU. A ello habría contribuido el cierre de las centrales en Alemania, Suiza y Austria tras el accidente nuclear de Japón. También habría sido relevante la disminución del consumo energético per cápita por la implicación de la ciudadanía –que adopta hábitos responsables- y las autoridades –que elaboraron una seria legislación- y los constructores –que utilizan como criterio prioritario la mejora de la eficiencia energética-.
En ese universo posible apenas existen refugiados ambientales porque se ha terminado la desertización, ya no se sobreexplotan las aguas de riego ni los ríos, la contaminación casi no existe. La deforestación se ha cortado de raíz porque se realiza una gestión sostenible de los bosques y el consumo de papel se ha reducido a la quinta parte. La gente no abandona sus lugares de origen porque los bancos pesqueros han resurgido por todos los mares y se ha detenido la subida del nivel del agua. La Tierra va librándose de las secuelas de la construcción de grandes infraestructuras inútiles, de los fenómenos meteorológicos extremos fruto del cambio climático debido a mejoras en las industrias y transportes. Los suelos contaminados son una reliquia que se utiliza para ilustrar el pasado y educar a los jóvenes, porque se han firmado acuerdos internacionales que han llevado al procesamiento y depósito de residuos tóxicos, a la recuperación de las basuras sin fraudes ni esclavitudes para el tercer mundo. Las guerras terminaron hace tiempo y los desplazados por estas, unos 5,3 millones de africanos en 2011, han podido volver a sus lugares de origen.
Todo ha sido posible porque hace años terminó la hegemonía del modelo capitalista de explotación de recursos. Así, las grandes multinacionales que cultivaban de forma intensiva en África, América y Asia decidieron apostar por la agroecología con lo que pusieron en valor la existencia de los lugareños y lograron la mejora de sus economías, pues los empleos verdes llegaron a copar el mercado mundial. Los grupos de presión como G-8 o G-20 incentivan la mejora de la economía social y de la salud global –equidad universal en los indicadores del desarrollo humano (IDH) y de los Objetivos del Desarrollo del Milenio (OMD) de la ONU- antes que el beneficio excluyente que los movía a comienzos del siglo XXI, y han constituido el G-Global en la ONU, que funciona como asamblea democrática y controla las especulaciones bancarias. Esta ola de transformación ha llegado a España y a Aragón, donde todos los partidos conciertan políticas para “ecogestionar el territorio”, para contribuir a la mejora del mundo.
Cuando despertemos de esas ensoñaciones sobre la ecología de las personas puede que no recordemos bien si era un sueño individual o colectivo, ni el año que marcaba el calendario. Tal cantidad de logros parecerá excesiva a algunos. En cualquier caso, de vez en cuando es bueno pasearse por el territorio de la utopía, buscando sueños creadores que, al estilo de María Zambrano, nos ayuden a transitar sin miedo entre dificultades y resistencias para abrir caminos.