Cuando hace unas décadas se hablaba en nuestras escuelas del constructivismo y el aprendizaje significativo se hacía hincapié en la distinta tipología de los contenidos: los hechos, conceptos y principios por un lado, los procedimientos y estrategias por otro y, finalmente, los contenidos de actitud en relación con los valores y normas. Entonces se decía que, a pesar de su diferenciación, unos y otros debían enseñarse, y aprenderse, de manera relacionada. De esa forma se conseguía la formación integral que la escuela debía buscar. Algo cambiaba con respecto a la enseñanza tradicional, muy encaminada a conseguir que el alumnado atesorase la mayor cantidad posible de conocimientos. No fue del todo posible.
Los contenidos escolares que se enseñan actualmente admiten varios formatos: hechos, acontecimientos, datos; fenómenos concretos y singulares en forma de fechas, lugares, nombres, localizaciones territoriales; listados de accidentes geográficos; nombres de artistas en distintas disciplinas; símbolos y códigos en materias lingüísticas o no; habilidades artísticas y expresivas; clasificaciones en el medio natural, y así un largo etcétera. Sabemos que la acumulación de contenidos, basada en aprendizajes por repetición –útil en ciertas ocasiones-, de poco sirve por sí misma. Han de ir conectados a conceptos – más sólidos y completos, también más complejos- que permitan ser interpretados por el alumnado y den valor a la construcción de aprendizajes por su aplicabilidad en la vida diaria. Demos un repaso a nuestros libros de texto y separemos los conceptos de todo lo demás. Comprobaremos que todavía abunda la reproducción literal, cerrada e inequívoca -que no exige una comprensión- de múltiples hechos, datos, cifras, símbolos, etc. Sabemos que al cabo de un tiempo, si no se realizan actividades de recuerdo, estos contenidos se olvidan con mucha facilidad. Hemos de reconocer que la construcción de un concepto –siempre abierta- exige tiempo, que puede ser incompleta, que cuesta más a algunos alumnos, pero que es más útil para educar (se).
- Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 22 de marzo de 2017.