El legado que nos ha dejado Zygmunt Bauman es fundamental si queremos entender la vida actual, plena de incertidumbres. Lo está en parte porque la sociedad ha generado unas apetencias colectivas aceleradas y confusas que han llegado a la escuela, que sobrevivía a impulsos poco claros e incluso divergentes desde hace varias décadas. En este estado de las cosas se considera a la educación –que es un proceso largo, condicionado por factores internos y externos, incompleto, sólido y a la vez siempre abierto- como un producto –efímero y ajustado al uso instantáneo- que unos adquieren y otros no. Además se ha extendido el síndrome de la impaciencia –que anula el aprendizaje lento, máxime si el hecho no conlleva una satisfacción inmediata-. Por eso, a bastantes de nuestros niños y jóvenes –habitantes de una modernidad líquida- el parece agobiante el esfuerzo de hacer algo. Si además el mundo cambia de mensajes muy rápido –como sucede ahora mismo- modifica la trascendencia de un determinado conocimiento escolar; en este contexto los empeños pueden parecen engañosos. Por eso, el recurso a la memoria –cuyo proceso produce más desperdicios inmediatos que beneficios visibles- está mal entendido por nuestros alumnos.
Por otra parte, en bastantes ocasiones de la vida –la escuela forma parte de ella- cuenta más el comportarse que el comprometerse. Así no es extraño que muchos alumnos prefieran pautas muy cerradas para lograr el éxito antes que aceptar la invitación de sus maestros para recorrer un camino: aprender por sí mismos con más de una dificultad y bastante aplicación. Además la masa de conocimiento, lo que denominaríamos información que se vuelca en la sociedad y por medios tecnológicos, se convierte en una dificultad en sí misma, que enseñantes y alumnos no gestionan bien. Estos leves trazos, extraídos de “Los retos de la educación en la modernidad líquida” de Bauman, invitan a reflexionar qué significa –nos susurra o reclama- la educación en general, que no parece otra cosa que un acomodo social, dentro y fuera de la escuela.
¡Hasta siempre maestro!
- Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 18 de enero de 2017, nueve días después de su fallecimiento.