Taller de costura

En estos tiempos complejos en los que nos ha tocado vivir escuchamos cada día que la convivencia falla. Cuando autoridades u organismos manifiestan su deseo de mejorar los múltiples desgarros sociales apelan a menudo a la escuela. Atiendan a cualquier esbozo de plan, ya sea en cuestiones de género, marginación o acoso, como en otras de convivencia como vialidad, también la relacionadas con la salud, y muchas más que no cabrían en este artículo. Bienvenidas estas apelaciones a la escuela pero no esperemos que ella sola logre componer los rotos. Los cosidos finos de la convivencia tardan en llegar pues hace falta mucha práctica (artesanía fina) por parte de quien los ejecuta -que no siempre dispone de los útiles necesarios- y a veces la llamada ética, a la que se presta atención y se cree en ella, tarda en repetirse o acaba arrinconada porque prima la confección más industrial de los currículos y fuera de la escuela la sociedad olvida pronto. Al final, el remiendo sirve para unos pocos –hay programas efectivos en algunos centros- pero el resto no logran arroparse con unos atributos que la prevención social les hubiera proporcionado mejor.

Más que un taller, la escuela es un laboratorio de vida a donde cada uno lleva sus créditos desde la sociedad o las familias. Si estos son de buena intención, elaborados con mimo y generosos, tendremos mucho adelantado. Allí se mezclan en proporciones más o menos adecuadas, para que el experimento final sea positivo para la mayoría, aunque haya que repetir algún proceso porque faltó poner las dosis precisas o no se le dio el tiempo necesario. La escuela es también un teatro, en donde los actores muestran emociones y las comparten. La escena final tendrá partes de comedia, momentos más o menos trágicos para algunos, pero seguro que le vendría genial un poco más de lírica. Si entre todos logramos terminar bien la obra -ayudará la prevención y el acompañamiento de la administración- habremos contribuido a que la compostura ética que la sociedad exhibe sea más duradera y se eviten bastantes rotos o descosidos.

  • Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 7 de diciembre de 2016.