Silencio, se rueda

Cuando dormimos se liberan los sueños porque las ideas se entremezclan con experiencias y deseos. A veces nos presentan una existencia tan placentera que el despertar nos incomoda. La infancia es la época de las ensoñaciones, aunque en cierta manera la vida nunca deja de ser un sueño. Por eso, en estos tiempos de aflicción debemos apelar más que nunca a ellos para seguir adelante. ¿Quién no ha imaginado un futuro ideal para sus seres queridos y no querría ponerse detrás de una cámara mágica para filmar que este se ha hecho realidad?

La película de la vida representa la ficción novelada de muchos deseos. Se escribe con guiones que se retocan constantemente porque las escenas imaginadas a veces no se cumplen. Si el eje central del filme improvisado fuese el porvenir de la humanidad enseguida se encontrarían protagonistas: las niñas y niños del mundo. Son los que más sueños construyen y más tiempo tienen por delante para hacerlos realidad. Con esta misión -vivir lo posible- la obra habría de ser necesariamente coral; no caben actores principales y secundarios porque el final del relato debe verse siempre en clave de esperanza. Así lo intentan varias ONG que cada día escriben episodios para ganar la batalla a las desigualdades y rescatar los futuros robados.

Sin duda la película tendría algo de documental. Habría que buscar información para asegurarse de que las escenas filmadas captasen aciertos y descuidos en el tratamiento de la infancia; así se podría presentar una secuencia sobre el mejor futuro posible. El dato recogido en el último Informe de Unicef que afirma que la mortalidad infantil ha descendido un 40% entre 1990 y 2011 es un estupendo comienzo.

Para el rodaje lo mejor sería visitar las escuelas, que son el latido del alma colectiva y dan los mejores amaneceres en un documental. En los centros españoles podríamos filmar momentos gratos. Los escolares, aunque a veces les cueste ilusionarse con el trabajo diario, todavía disponen de recursos materiales y el profesorado está bien preparado. Aún así, algunos planos podrían salir borrosos porque la crisis ha empujado ya a más de 2 millones de niños por debajo de los umbrales de pobreza (últimos datos Eurostat). En las escuelas de África encontraríamos escenas muy diferentes porque lo único que sobra en las improvisadas aulas son las ganas de trabajar. Seguramente no habría que repetir las tomas porque los escolares africanos responden con una sonrisa grata a cualquier estímulo. Quizás algunos faltasen al rodaje porque sufren enfermedades perfectamente curables asociadas a la falta de higiene o saneamiento (Informe Unicef) que matan a unos 19.000 niños menores de 5 años cada dos segundos (el 80% en solo 24 países). Es posible que algunos no salgan en el filme pues 61 millones (especialmente las niñas) no acuden cada día a la escuela (según la Unesco) a sacar su billete para el viaje al futuro.

Sin embargo, el momento clave del proyecto fílmico llegaría con la financiación. Sin duda habría que acudir a la Oficina de Ayuda al Desarrollo de España, que quizá no atendería la demanda porque sus ayudas han disminuido un 40%. En la última Asamblea de la ONU su Secretario General afirmaba haber obtenido 1.500 millones de dólares extra para fomentar la educación hasta 2015. Serán bienvenidos porque muchos interesantes proyectos acabaron mal por los despistes propios de la condición humana. Al final, es probable que las aportaciones solamente den para componer secuencias de imágenes fijas organizadas de forma artesanal, como las ayudas actuales, perdiendo las sonrisas de los niños.

También es difícil ponerle título al filme. Se podrían copiar los de películas conocidas: “Regreso al futuro”, “Viaje a ninguna parte”, “Descubriendo nunca jamás”, etc., que expresarían diversos estado de ánimo. Quienes lean este artículo pueden mirar a su alrededor para imaginar su película sobre la infancia y contribuir a que sea un éxito de taquilla. Necesitarán sus sentimientos para romper los muros que nos impiden ser dueños de los deseos. Así se podrán conseguir compromisos colectivos y presionar a los gobiernos para que ayuden a que millones de niñas y niños puedan, gracias a la educación, concluir con bien su deseado viaje al futuro.

  • Se incluyó en la edición del 23 de octubre de 2012. Quería llamar la atención sobre el reciente informe de Unicef España Estado Mundial d e la Infancia 2012

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