Andan inmersos los colegios en un súbito proceso febril generado por la necesidad de tener a punto todos los criterios que les permitan evaluar bien. Les cuesta, y el tiempo apremia, diciembre está cerca. Los profesores intentan aprenderse toda la terminología evaluativa que les ha llegado de golpe. Se les entremezclan los perfiles competenciales con los estándares de aprendizaje y los criterios de evaluación.
Hace un par de décadas, con la Logse, se acuñó una frase que decía que la escuela era el lugar donde más se evaluaba y menos se cambiaba. No nos atreveríamos a sostener con rotundidad semejante axioma, pero quien lo pronunció sus razones tenía. Desde entonces, ahora todavía más, la evaluación tiene fin en sí misma. Su carácter discriminatorio puede sobre todos los demás. Sin embargo, la evaluación debería ser una parte del proceso. Quienes legislan lo aseguran una y otra vez. Pero la teoría queda muchas veces lejos de la realidad. El profesorado cumplimenta lo mandado. Así una parte importante de las tareas de evaluación no la siente como propia, pues tiene como destinatarios principales a otros agentes educativos. Esta función mediatiza los resultados. Desmotiva al profesorado para extraer conclusiones con las que modificar la práctica. La ordenanza supera al interés y a la motivación, que es de lo peor que puede suceder en una escuela, en un instituto.
El departamento de Educación ya ha hecho públicos los completos instrumentos que van a testear a los alumnos de esta etapa, los requisitos que van a ayudar a situarlos en la carrera del éxito escolar. La orden explica el carácter de la evaluación. Dice que debe ser global y sistémica. Pero puede que en esa tarea se difumine ese carácter procesual para el profesorado dentro del cometido sumativo para el alumnado, la continuidad evaluativa al lado de una dimensión preventiva, los resultados académicos con el nivel competencial, etc. Se necesitará mucha dedicación y entrenamiento. !Qué haya suerte!
- Publicado en Heraldo escolar el 26 de noviembre de 2014. Por aquellos días, en los centros educativos se los profesores se interrogaban qué y cómo evaluar.