Igualdad es una palabra ambivalente, que se torna con facilidad huidiza; apenas nos cuesta pronunciarla y siempre estamos lejos de alcanzarla. Educación es una palabra contundente, asociada a una idea transformadora. Pero no nos fiemos, ya que esconde una dosis de verdad en sí misma transgresora: cambiar para aprender a ser cada vez más uno mismo, para crecer, lo cual supone que ese alguien en el proceso educativo anterior no estaba educado/a. Si intentamos combinar ambas en la vida diaria, en su formato de ideas no de palabras, nos encontramos con evidentes dificultades. En cualquier caso, conseguir ambas, aunque sea por separado, es un proceso largo, premeditado, colectivo y sujeto, como todo en la vida, a parones no deseados. Pero siempre, si esas posibles dificultades las teñimos de esperanzas, el proceso se consolida, incluso es posible que se acelere, la finalidad transformadora siempre estará más cerca.
Transportemos todos estos deseos/controversias al sistema educativo. La igualdad sobrevuela leyes, normas y proyectos educativos; es una de las ideas privilegiadas en los discursos políticos que tan cercanos tenemos. Aun así, ese paradigma –ético en su configuración primordial- nunca se da completo en las aulas. La composición de los grupos de curso siempre atesora desigualdades, en forma de género o de capacidades e intereses del alumnado, como también los quehaceres del profesorado. Los centros educativos son diversos, aunque apliquen las mismas normas. Las familias no interpretan al unísono el sentido de la educación compartida. En esta tesitura, en la seguridad de que el proceso será largo y siempre inconcluso, qué tal si todos los implicados en avanzar hacia la utopía transformadora que es la educación presentamos a los demás las propuestas de igualdad, para concertar en conjunto la necesaria educación que aminore las desigualdades vivenciales del futuro. Los partidos políticos deben demostrar con hechos su elevado compromiso en este esfuerzo que nos alejaría de las desigualdades que ahora nos sonrojan.
* Publicado en Heraldo escolar el 2 de marzo de 2016