Validar las reválidas

En contadas ocasiones, la educación logra seducir a quienes estudian. Lógico, pocos estudiantes razonan que superar dificultades a la hora de aprender los catapultará hacia estadios personales de madurez, de mayor actitud o de ser mejores, como pasos previos para prepararse ante lo que la vida les presente en adelante. Supuestamente, los exámenes tipo reválidas testean qué individuos están más preparados para enfrentarse a nuevos estudios o son más hábiles para conducirse por la vida. Si se superan, puede que se conviertan en un salvoconducto que mejora la autoestima, confirma el valor de  los desvelos y trabajos anteriores y devuelven una entrada para acceder a otros mundos educativos y participar en el espectáculo multicolor que es aprender. Pero claro, esta dimensión sancionadora o impulsora de cualquier prueba no está exenta de dificultades. Quienes la elaboran pocas veces se ponen en el lugar de los que deben superarlas, inseguros por edad y formación; el “deben conocer”, argumento único de quienes evalúan no lo es de los que aprenden. Además, las pruebas, excepción hecha de las de diagnóstico que están planteadas para hacer una lectura crítica del sistema, deben discriminar en muy pocas cuestiones los supuestos fundamentales de una disciplina escolar compleja que se ha abordado en varios cursos escolares, en momentos de maduración diferentes. Y han de ser resueltas en poco tiempo, otra dificultad añadida. Dado que hemos de suponer que los validadores serán los más aptos, les pediríamos un esfuerzo previo de concreción pedagógica. Habrían de hacer visibles al profesorado, al alumnado y a las familias las intenciones de las reválidas para que su superación sea algo más que una cuestión académica. Habrán de confeccionar un instrumento validador fiable, que compendie ese espíritu de análisis crítico del sistema que se vende como objetivo cuando se publicitan las pruebas. Como esto todavía no está seguro, es un acierto la suspensión cautelar de estas pruebas. Hay tiempo para organizar una serie de procedimientos que nos ayuden a revalidar, que supone asegurar la validez, el sistema, y mejorarlo a tenor de los resultados.

* Publicado en Heraldo escolar el 3 de febrero de 2016.


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