Inquietantes luces en la sombra

La publicación por la NASA de la foto de la Península Ibérica iluminada durante la noche del 4 de diciembre  de 2011–una fiesta de luces según esta agencia- fue una de las imágenes de aquellas fiestas navideñas que recogieron todos los medios de comunicación. Los focos de Lisboa, Barcelona y su cinturón, Madrid y Sevilla y el resto de los puntos luminosos -la península estaba parcialmente oculta por las nubes- han suscitado curiosos comentarios en todos los medios de comunicación: algunos lectores aludían a la belleza de las imágenes, otros al desierto lumínico/poblacional que suponía la España interior, varios criticaban semejante despilfarro energético generalizado en tiempos de crisis. Unos días después, las fotos de la esfera de cristal iluminada (32.256 lámparas LED) con la que desde Times Square (Nueva York) se felicita el nuevo año daban la vuelta al mundo e invitaban a la alegría a pesar de los malos augurios económicos.

Sin duda la luz se asocia a belleza, esperanza y una vida mejor. Ejerce sobre nosotros una atracción especial, con raíces que se sustentan en mitologías como la egipcia con el dios Ra o la nórdica con Heimdall y en varias religiones como el cristianismo con su luz divina. Supone en todos estos casos la salida de las tinieblas, de lo incógnito y se relaciona con sabiduría y riqueza. Por eso no es de extrañar que la presencia de la luz acoja nuestros sentimientos y nos disimule la cotidianeidad de las cosas. Durante mucho tiempo el consumo de luz y de energía se asoció a la mejora de las condiciones de vida; hoy las ideas han cambiado debido a las sucesivas crisis energéticas y al encarecimiento de los precios, aunque no lo han hecho con la contundencia necesaria. La “Hora del Planeta” que la organización ecologista WWF impulsa en todo el mundo no consigue reducir el consumo. En España, en esa hora (del día 28-3-2011) no bajaron los kilovatios consumidos en domicilios (que suponen el 30% de la energía eléctrica final) según registró Red Eléctrica Española. Tanta parafernalia se queda en apagados simbólicos de algunos edificios y poco más. Aunque el consumo de electricidad cerrará 2011 en España con un descenso del 1,9% con respecto al año anterior, estas cifras parecen responder a una desaceleración de la actividad industrial antes que a una mejora de la eficiencia productiva o a unos hábitos restrictivos en los domicilios españoles. Porque estos aumentaron su consumo de electricidad en 2010 (últimos datos del Instituto para la Diversificación de la Energía-IDAE) a pesar de los diferentes planes Renove.

Seguro que estos comportamientos sociales le hubieran proporcionado argumentos a Don Ramón Mª del Valle-Inclán para componer unos buenos esperpentos, como hizo en “Luces de bohemia”. La ceguera que hace 100 años observaba el autor pervive hoy; sirve para echar una reprimenda a una sociedad imprudente, que en gran medida depende del exterior para su aprovisionamiento energético. El nuevo presidente del Gobierno quiere mantener el precio de la luz pues los ciudadanos critican esta subida, mientras muchos de ellos se despreocupan de sus consumos energéticos y de apagar las luces y aparatos cuando no los necesitan. Ciertos paralelismos con aquella época obligan a la revisión crítica de las prácticas colectivas e individuales, para que la luz simbólica nos evite ahondar en el disparate. La simple parada en “standby” de la legión de electrodomésticos supone entre un 5 y 10% de la energía utilizada en domicilios según denunció la asociación de consumidores Facua y certificó la Agencia Internacional de la Energía. Tal derroche en un año en la UE equivale al total eléctrico consumido en América central y el Caribe.

La lectura crítica de la sociedad que hacía la bohemia en la obra citada la llevan a cabo hoy las corrientes ecologistas, pero también algunos ciudadanos comprometidos y los organismos públicos que ofrecen ayudas para la reducción de los consumos en viviendas. Parece que, como antaño, también necesitamos iluminaciones en la sombra que nos ayuden a resolver los contradictorios signos de los tiempos. Hemos de ser capaces de verlas.

  • Publicado en Heraldo de Aragón el 6 de enero de 2012 tras visionar el mapa mundial del derroche lumínico y energético que publicó la NASA, que puso la estrella luminosa de aquellas navidades. Las nuevas fotos de los satélites tres años después muestran que nada ha cambiado.

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