Con demasiada frecuencia, la escuela española se ve sacudida por una nueva ley educativa. Con ella aparecen, además de intenciones transformadoras y cuestiones organizativas, unos currículos diferentes. Se han publicado recientemente en el BOE los de Educación Primaria y Formación Profesional Básica, que deben empezar a desarrollarse en septiembre para los cursos impares. Por ahora solo figura la relación global, sin especificar los cursos en los que se recomiendan los niveles de dificultad o de concreción de cada uno. Los profesores, que están desorientados ante la desaparición de los ciclos, deben hacer frente a adaptaciones rápidas para poner en marcha lo que las autoridades educativas les mandan. En general, estas tareas, a pesar de su relevancia, se contemplan demasiadas veces con un cierto distanciamiento pedagógico. Los profesores han debido realizarlas en tantas ocasiones que han perdido parte de la ilusión transformadora que deberían conllevar. Por eso, algunos dudan si va a servir o no el esfuerzo, otros piensan que las editoriales ya les harán el trabajo. Además, este año los ánimos del profesorado en general están mucho más bajos que en otros periodos de efervescencia transformadora. Por si todo lo anterior fuera poco, la organización horaria semanal que acaba de anunciar el Departamento va a provocar fricciones a la hora de organizar la tarea escolar en los colegios.
Mientras esto sucede, se puede perder, ya ha sucedido otras veces, una ocasión magnífica para dar sentido al día a día escolar. La reflexión compartida de lo que se enseña y cómo se enseña debería ser la primera misión de cada curso. Hace falta debatir sobre la idoneidad de unos u otros contenidos, de su adaptación a las capacidades de los escolares, si se necesitan nuevas metodologías y de cómo afectan a la organización escolar. En fin, de todo lo que supone la compleja tarea de la educación en la escuela, que no es fácil. A pesar del convulso momento, merece la pena hacer el esfuerzo.
- Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 26 de marzo de 2014. Los nuevos currículos de la Lomce para Educación Primaria provocaban por entonces poco entusiasmo en la escuela.
