Internet para todo

A la mayor parte de nuestros alumnos, nativos digitales, le costaría imaginarse su vida sin Internet. Si no pudiesen chatear, tuitear, wasapear, etc., durante unos días vivirían en un paréntesis existencial. Entre los profesores, los hay analfabetos digitales (cada vez un poco menos) y expertos tecnológicos. Mientras estos mantienen su clase a base del blog o de pizarras digitales, evalúan a sus alumnos con exámenes on line, han diseñado plataformas de ensueño con su materia, etc., los primeros huyen de todo que signifique la revolución tecnológica, como no sea para poner un DVD o proyectar un Power point en la pantalla. Aunque se han programado muchos cursos de formación, y casi todos los centros han incorporado Internet a su gestión e información, todavía demasiados profesores tropiezan con dificultades para manejar recursos informáticos sencillos o no encuentran  rentabilidad a la tecnología para mejorar los aprendizajes de sus alumnos; quizás el software educativo no es resolutivo.

En este momento crucial, no coinciden los nuevos lenguajes de comunicación entre profesores y alumnos. Esto sucede cuando Internet ha pasado a ser un contenido educativo, se utiliza como herramienta de búsqueda para mejorar saberes y hacer trabajos, acerca imágenes y ejemplos educacionales, inunda nuestras vidas. A pesar de esta incidencia, las pruebas PISA resaltan que la capacidad lectora de nuestros alumnos en soportes digitales es baja, incluso inferior que en papel. Además, mucho de lo que viaja por las redes no es inocuo para los alumnos, que deben ser preparados por profesores y familias para una navegación segura que les ayude a discriminar lo bueno de lo malo. Pese a la trascendencia del tema, pocas investigaciones se han hecho sobre las condiciones de utilización de Internet como recurso de aprendizaje. Por todo esto, no podemos retrasar más una reflexión colectiva sobre las potencialidades educativas de las nuevas tecnologías, debemos afrontarla ya y actuar en consecuencia.

  • Publicado en Heraldo escolar, pág. 6, el 6 de noviembre de 2013, cuando algunos profesores y alumnos de los colegios españoles se enredaban con los libros de texto electrónicos de la Lomce.

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