Enseñar no es fácil

Aristóteles ya dudaba qué enseñar y cómo. Desde entonces no se ha encontrado una manera universal de resolver esta tarea. Por eso no debe sorprendernos de que cuando alguien accede a la docencia, o imparte una materia nueva, dude si sabrá hacerlo bien. Como la ilusión suple a la experiencia, se preocupa de tener su programación, de repartir los contenidos a lo largo del curso, dedica muchas horas a estudiarse los temas y a proveerse de los recursos tecnológicos que ahora se hacen imprescindibles. Para superar sus inseguridades utiliza estrategias que ha aprendido en la carrera, o en los cursos de formación. A veces repite, sin quererlo, los estilos de los profesores con los que aprendió. A menudo, busca consejo en sus compañeros más veteranos. Cuando escucha en clase las respuestas de sus alumnos, corrige cuadernos o exámenes se lleva más de una decepción. Constata que solo una parte de lo que ha creído enseñar lo aprenden sus alumnos. Comprueba que los conocimientos teóricos no siempre son buenas herramientas para la práctica.

También el profesorado que lleva muchos años en la docencia, y se preocupa, pasa periodos en los que duda si enseña bien. Se pregunta, como Aristóteles por el cómo: si deberá utilizar otras estrategias para que los alumnos se interesen, si la heterogeneidad del alumnado hace difícil la tarea, si debe seguir escrupulosamente el libro de texto o no, etc. Le preocupa también el qué: si los contenidos de la materia son demasiado complejos, si la teoría se aprende mejor que la práctica o lo más conveniente sería compaginar ambas, etc. Las mismas preguntas curso tras curso. En las reuniones de ciclo o de departamento se consigue armonizar la organización escolar pero no da tiempo, la urgencia puede a la trascendencia, de revisar si los resultados académicos negativos se producen por la complejidad de la enseñanza o son siempre debidos a la desgana de los alumnos. Quizás se deba a que no logramos encontrar la clave educativa para “enseñar a aprender”.

Publicado en Heraldo Escolar, pág. 6, 25 de septiembre de 2013.


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