Más de uno nos hemos preguntado desde que empezamos a dar clase si la división en materias en Primaria obedece a razones pedagógicas. Porque la práctica nos demostró que los escolares de estas edades se quedan con pequeños detalles de cuestiones que aprenden en la escuela, o en los escenarios de convivencia. Esas mínimas referencias no las estructuran en su memoria en tal o cual materia, sino que los conocimientos e ideas fluyen en su cabeza de un lado para otro, sin organización curricular, más bien configuran una amalgama que con el tiempo se reposará. Así nos lo contó Piaget. Por eso, si nos fijamos en cómo se realiza el aprendizaje del alumnado -lo que debería fundamentar todo proceso educativo- no encontramos justificación para la actual organización curricular. Debe ser así porque siempre lo ha sido, desde que los medievales se inventaron lo del “trivium” y el “cuadrivium”, las llamadas vías o caminos por las que podían adquirirse todos los conocimientos. Desde entonces pequeños cambios semánticos.
Puestos a soñar imaginemos unas escuelas en donde no hay áreas como ahora; los chicos y chicas experimentan en “escenarios de aprendizaje”, algo así como los “centro de interés” de Decroly pero muy renovados, porque el mundo ya no es el mismo que imaginó el pedagogo belga, y mucho menos el de Pestalozzi, otro impulsor educativo. A lo largo de la Primaria el alumnado se movería por los espacios sociales de la familia, la localidad y otros más alejados. Se preguntaría por cómo la energía va y viene en su vida, si consume materia y genera residuos, si le afecta que el aire cambie. Buscaría las prácticas más adecuadas para llevar una vida saludable, viajaría a los escenarios socionaturales en los que han deambulado sus antepasados y ahora les cobijan. Querría saber de dónde viene la información y cómo la utiliza, y un más o menos largo etcétera según la edad. En estos cometidos le ayudarían estrategias de comprensión y expresión (con algunos de los contenidos actuales útiles), tantas como fuesen necesarias para ser cada vez más autónomo en la construcción de sus aprendizajes. Un sueño posible si nos atrevemos a romper moldes.
- Publicado en Heraldo escolar el 20 de mayo de 2015