Algunos opinan que el talento es el único argumento para triunfar en la vida, que es el más valioso requisito para sacar buenas notas. Pero el talento, ese tesoro natural que se necesita para cualquier actividad, no puede ser enseñado, ni aprendido. No tiene mérito tener más o menos. No significa mucho para manejarse en las aulas de cualquier nivel educativo si no va acompañado de la capacidad más multiplicadora que se conoce para alcanzar las metas imaginadas: el trabajo personal. En general, unos alumnos más y otros menos, también nos pasa a los adultos, son algo indolentes. Como estudiantes se esfuerzan por encontrar la manera de utilizar el mínimo esfuerzo para alcanzar la meta. Normal. Se fijan más en el fin y no reparan en que el medio –los procesos- es sumamente importante. Los maestros, los padres, han de ser conscientes de que el trabajo -tarea personal desarrollada tras un aprendizaje continuado- es el mejor aprendizaje que pueden desarrollar niños y jóvenes. Pero esto se dice muy fácil, y muchas veces se logra con bastantes dificultades.
Los chicos y chicas no están acostumbrados a conseguir algo tras un esfuerzo programado. La insatisfacción de sus deseos -el logro parcial o la no obtención plena de sus intereses- los sume en el limbo del fracaso. Esta palabra es un estigma en la educación en estos momentos, porque se la identifica únicamente con un suceso lastimoso, incluso con estrépito. Pero si nos fijamos en su acepción de obtener solo un resultado adverso -no totalmente placentero- es algo también puede educar. La vida es un camino en el que uno se encuentra con la constante posibilidad de no lograr el éxito prematuro. A sobreponerse de los trompicones también se aprende. Si se consigue que quien emprende una tarea aventure la relación entre esfuerzo y logro, vaya paso a paso, sepa reconocer cosas que no ha hecho adecuadamente, reconozca la crítica de los otros, es que está aprendiendo a trabajar. Este rédito personal será para las personas, para los niños y jóvenes también, mucho más duradero que cualquier estímulo que les llegue procedente de la sobreprotección o del premio inmediato.
- Publicado en Heraldo escolar el 22 de abril de 2015.