Cuando se transita por la A-2.403 entre Aliaga y Ejulve uno se queda sobrecogido por un paisaje monocromático, oscuro y con la tierra descarnada, que impide el deleite que siempre proporciona lo natural. Se intuye que un gran incendio asoló sin piedad estas tierras. Vienen a la memoria escenas de belleza sucia, esa que impregna tanto el resplandor nocturno multicolor de las llamas abrasivas como las siluetas de los árboles calcinados. Estos permanecen como testigos de un pasado sin futuro asegurado, en el que se enseñorea el color negro aunque surjan algunas hierbas primaverales. En estos montes se ha configurado un paisaje similar (“un bosque sin vida, lleno de oscuridad y de suspenso”) al que contemplaría Dante Alighieri en su viaje a los infiernos en “La Divina Comedia”.
El viajero seguramente desconoce que en julio de 2009 una gran tormenta eléctrica desató el mayor desastre natural que se ha vivido en esa zona: se calcinaron 8.500 hectáreas en Aliaga, Cañizar del Olivar, Ejulve, Villarluengo y La Zoma. Por eso, de la belleza del bosque que en otro tiempo impresionaba a los visitantes y que exhibían con orgullo sus habitantes solo quedan los mudos esqueletos de sus más vigorosos ejemplares. Desde entonces, las gentes de esas tierras turolenses, heridas en su corazón por lo ocurrido, han visitado a menudo la tierra quemada, han organizado acciones de repoblación, han soñado con volver a disfrutar de su bosque. Todavía emerge la tristeza en sus ojos cuando hablan del incendio de aquel verano. En su memoria personal, en la cultura colectiva de estos pueblos y en otros lugares de Aragón afectados en aquel fatídico verano (18.000 has calcinadas) permanecerán para siempre las escenas que vivieron. Por desgracia, estas tragedias marcan a los que las padecen y no son interiorizadas por quienes las contemplan en la lejanía, en particular desde la ciudad.
Los incendios suponen una calamidad mundial de la que España no se salva, aunque durante el año 2010 la suerte y la meteorología ayudaron a que no se propagasen tanto. La Universidad de Maryland recoge en un mapa los incendios en tiempo real, que conforman cada semana una estampa pavorosa de cómo se calcinan lo mismo selvas africanas o amazónicas que bosques norteamericanos, chinos o europeos. Para aminorar sus efectos son imprescindibles la prevención y la asignación de recursos suficientes. La primera se logra educando a los ciudadanos y administradores en la cultura de la conservación; la segunda con una buena gestión global de los montes. Ya que ninguna de las dos se ha logrado plenamente (el 80% de los incendios se debe a negligencias o son intencionados) habrá que recordar la preocupación del Justicia de Aragón que en su Informe de mayo de 2010 recogía avances en la gestión pero destacaba que se podía mejorar el porcentaje de recursos destinados a prevención, el diseño de un plan global forestal, la inversión por hectárea o los efectivos dedicados a la limpieza y vigilancia de los bosques.
Hemos visitado de nuevo la zona quemada con motivo de un certamen literario escolar convocado por el CRA “Pablo Antonio Crespo” de Aliaga cuyo tema era el medio ambiente y su conservación. Muchas de las composiciones presentadas trataban aspectos relacionados con aquel suceso y describían con sentimiento experiencias personales y deseos colectivos. El incendio sigue vivo en toda la zona. Incluso se ha constituido una plataforma ciudadana por aquellos que no quieren permanecer siempre atrapados en él. Recuerdan que en Teruel “sus montes no se olvidan”, que lucharán por la restitución de sus bosques a través de la educación ambiental de los ciudadanos y también que quieren participar en su gestión. Aspiran a cambiar el color negro de misterio e incógnita por el verde esperanza, que dominaba siempre en los bosques de sueños que ideaban los escolares. Todas estas iniciativas de educación y participación son un buen ejemplo para otra gente que se tiene que enfrentar a tragedias colectivas surgidas tras los desastres naturales. Sin duda, las palabras del filósofo chino Kwan Tzu: “Si planificas para un año, siembra trigo/ Si planificas para una década, siembra árboles/ Si planificas para una vida, educa personas” pueden transmitirles un poco de ánimo y marcarnos a todos el punto de destino.
- Publicado el 4 de julio de 2011. La naturaleza quería salir del infierno, en aquella tierra asolada por el fuego un par de años antes.