Biello Sobrarbe, país olvidado, escondido entre imponentes montes. Tuviste esplendores pasados como atestiguan el dolmen de Tella, las construcciones defensivas y religiosas o los blasones que todavía resisten en casas solariegas. Tristes Pirineos, tristes montes del maestro Pallaruelo, país de anochecida que vio partir a su gente de las aldeas escondidas, harta de arrastrar por estos montes ásperos sus vidas sin esperanza. En ocasiones fueron la soledad y la ausencia de futuro los que derrotaron los endurecidos corazones de los montañeses, otras veces los embalses anegaron las pocas tierras fértiles y ahogaron entre sus aguas las ilusiones pendientes. Nadie sabe el dolor que te causa haber perdido los dos tercios de la población durante el siglo XX.
Sobrarbe bello que el viajero descubre al entrar por la puerta del sur donde la atalaya de Abizanda abre de par en par un entorno privilegiado. Porque no solo albergas el Parque Nacional de Ordesa-Monte Perdido o el Parque Natural Posest-Maladeta sino que todo el territorio es un museo natural que hay que conocer y conservar. Añisclo cuya contemplación acerca dimensiones geológicas que solo las ninfas de la naturaleza pudieron haber modelado y sin embargo es obra del pequeño Bellos. Arañazos del agua presentes en el relieve kárstico del Castillo Mayor que más parece una mesa para los dioses. Montes con unos bosques mixtos que jamás el pintor pudo imaginar, de donde manan las aguas todavía libres hacia el Cinca. Río rápido, pero a la vez paciente, que esperaba los deshielos de la primavera para ver a los nabateros luchar con sus aguas mientras lo maldecían: “Cinca traidora que as pedras mostras e os hombres afogas”. Los montañeses salieron casi siempre victoriosos en estas lides, seguramente por el afán de llegar al Ebro con una parte de la riqueza de sus bosques a cambio de un poco de sustento para pasar los crudos inviernos.
El Sobrarbe que surge ahora sigue enviando su más preciado tesoro, el agua, hacia el sur. En justicia merece que se le restituya al menos una parte de lo que aporta, que se cumplan antiguas promesas y que se atiendan nuevas demandas. Complementa su grandioso escenario natural con un rico muestrario de perseverancia social. “China-chana” puede despertar del letargo porque exhibe todo un mosaico de pulsaciones sociales que se desprendieron de las cargas seculares que las atenazaban. En sus pueblos y aldeas vuelven a ver humear sus “chemineras”, sus casas han recompuesto parte de la figura. Algunos se afanan en recuperar la vida perdida con actividades hoteleras de calidad, otros apuestan por la gestión sostenible de la ganadería. Las organizaciones sindicales encontraron en la recuperación de pueblos abandonados una encomienda colectiva. Permanecen activos intentando ser un foco cultural dentro de la comarca. Nuevo Sobrarbe en el que la masa boscosa alcanza el 90% del territorio, una excepcionalidad que debe ser una seña de identidad fundamental. Así lo han entendido pequeñas empresas, diversos colectivos que desarrollan iniciativas medioambientales y culturales con ilusión y compromiso. Sus gentes, sus ayuntamientos y comerciantes, han de esforzarse en acompasar sus impulsos e intereses en la búsqueda de un proyecto común, sin duda basado en su riqueza ambiental.
Quedaron pocos hombres y mujeres, ahora son casi 8.000 porque durante la última década han aumentado. No son muchos pero guardan en el cofre del Sobrarbe tesoros suficientes para renacer tras olvidar lloros pasados. El Cinca, la amarra dinámica de estos valles, quiere recuperar con su gente el protagonismo, aquel que el Ebro le había robado según cuenta Lucano en “La Farsalia”. La UNESCO ya elevó estas tierras a las máximas categorías de excelencia ambiental. Escenario perfecto para acopiar placeres sensoriales y cambiar la medida del tiempo.
El lejano pálpito colectivo, que tan bien ha recogido la Ronda de Boltaña, de quien hemos tomado prestados muchos sentimientos y algunas ilusiones, todavía late. Por eso sus gentes necesitan que Aragón no las olvide en tiempos de crisis. Estos pueblos han de contar con ayudas similares a las que disfrutan los enclaves deportivos próximos, que demasiadas veces los oscurecen. Hay que conseguir que Sobrarbe tenga primavera, no sea nunca más un país perdido.
- Publicado en Heraldo de Aragón el 27 de enero de 2012. Todo preparado para renacer cuando el Sol anunciase la primavera.