Universo Ordesa

El Programa de la UNESCO sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) festeja sus 40 años de existencia. Durante este tiempo ha impulsado diversos procesos de investigación y divulgación para armonizar la acción del hombre con la conservación de la biosfera, para poner en valor la gestión sostenible de la ecosfera, que no es otra cosa que el conjunto de relaciones que mantiene la esperanza de vida múltiple en la Tierra. Este programa es más conocido porque selecciona Reservas de la Biosfera; las 553 existentes hasta ahora están repartidas en 107 países por todo el mundo. España cuenta con 40, que se localizan desde la cordillera Cantábrica hasta el Cabo de Gata-Níjar, desde Menorca a El Hierro. A finales de junio se celebró en Dresde (Alemania) una conferencia internacional “Por la vida, por el porvenir, reservas de biosfera y cambio climático”. El comunicado final resalta que está en juego el futuro de muchas reservas debido a la presión humana directa e indirecta que soportan, principalmente por las cambiantes condiciones climáticas globales que amenazan a todos.

En Aragón, la Reserva de Ordesa-Viñamala fue declarada ya en 1977 como la máxima expresión de vida multiforme. Desde entonces estos lugares únicos han sido conocidos por la opinión pública, de forma especial tras la concesión del Premio Príncipe de Asturias de la Concordia 2001 a la Red Mundial que las agrupa. El Parque Nacional de Ordesa y Monte Perdido es el corazón de la reserva y supone, desde su creación en 1918 y su posterior reclasificación en 1982, un icono del que los aragoneses deberíamos sentirnos orgullosos y loar sus cualidades. Las Tres Sorores vigilan el fluir de las aguas, los sonidos del viento y el aleteo de los pájaros. También observan con preocupación el traqueteo y las voces de los más de 600.000 visitantes anuales, en particular durante julio y agosto en los que 150.000 personas atiborran los senderos y perturban la vida del parque. Seguramente los gigantes calcáreos se preguntan por qué la gente lo visita como si de un peregrinaje se tratara. Es posible que sea por su riqueza natural o geológica, tal vez por su cromatismo, o puede que Ordesa ejerza un peculiar magnetismo. Sin embargo observan con preocupación que buena parte de los visitantes se limitan a hacer el recorrido sin detenerse en los valores que el enclave atesora, ni pensar en lo que representa. Quizás las razones que mueven a muchos son el consumo de medio ambiente o la necesidad de viajar a lugares diferentes para acumularlos como visitados.

Ordesa es algo más que un gran museo de la naturaleza en forma de Reserva de la Biosfera o Parque Nacional. Pirineos-Monte Perdido (español y francés) es Patrimonio de la Humanidad como las manifestaciones aragonesas del mudéjar, el arte rupestre mediterráneo o el Camino de Santiago. Debería convertirse en un laboratorio de futuro que aprovechasen tanto los científicos como los administradores o los colectivos implicados en la protección ambiental, para imaginar proyectos que vinculen la conservación de la biodiversidad con el desarrollo socioeconómico para el bienestar de la humanidad. El Patronato que diseña el Plan Rector de Uso y Gestión del Parque debe incentivar esta función ecopedagógica para provecho propio y de los visitantes. También ha de programar actuaciones para que la sociedad aragonesa sienta estos lugares únicos como uno de sus tesoros, imagen que por ahora está demasiado escondida. Hay que trabajar de forma coordinada para que los principios de conservación de la naturaleza –esos que le dan los reconocimientos a Ordesa- pasen de ser chispazos puntuales a prácticas habituales por todo Aragón.

Hasta ahora Ordesa ha resistido a las maniobras especulativas que lo cercan, similares a las que se opusieron a su ampliación, pero hay que permanecer vigilantes para preservar y enriquecer lo que el geógrafo francés Franz Schrader describió a finales del siglo XIX como un inmenso poema geológico. Los valores que atesora deben convertirlo en el siglo XXI en un tratado de educación ecológica global para aragoneses y visitantes. Conseguir esa dimensión como Patrimonio de la Humanidad debe ser nuestro reto ahora que lo gestionamos desde Aragón. Sería el mejor homenaje posible a Lucien Briet, el impulsor del Parque hace casi 100 años.

  • Publicado el 8 de agosto de 2011, para hacer ver que los tesoros naturales son uno de nuestros primeros argumentos de vida.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ecos de Celtiberia