Toallitas húmedas

Se han convertido en las reinas de la higiene personal, pero su estrellato es engañoso. Ahora ocupan un lugar preeminente en los supermercados como “lo más plus”. Su primera paradoja existencial es que tienen una vida útil efímera: duran unos segundos, se cargan de cosas sucias y enseguida se tiran. En el envase, nada sostenible por su alto consumo de recursos, dice que son biodegradables y por eso pueden ir al inodoro directamente. Mentira de las grandes, pues llegan intactas a las plantas de tratamiento de las aguas, lo que supone un incremento del 20 % en el costo de la depuración del agua. Pero parece que han llegado para quedarse; tienen un gran poder de seducción y lo mismo limpian la cara que un mueble, los culitos de los bebés y zonas íntimas.

La OCU (Organización de Consumidores y Usuarios) hizo hace un par de años una investigación con 19 marcas diferentes. Entonces ya recomendaba su retirada por sus perjuicios ambientales y la publicidad engañosa que difunden: no son biodegradables en su conjunto. Unas partes tardan en hacerlo varios años; otras no lo hacen nunca, como los microplásticos de las fibras sintéticas. Alguna marca aconseja tirarlas a la papelera del baño, pero nos tememos que la gente no lee la letra tan pequeña. Quizás no tienen contenedor higiénico en esa estancia; cosa extraña hoy en día pues allí deberían ir otros materiales de uso higiénico –los algodones, los pañuelos de papel o los palitos de los oídos, que ya nadie recomienda–; pero claro, afean. ¿Por qué nos cuesta tanto separar los residuos en los cuartos de baño? Los expertos dicen que las toallitas deberían utilizarse solamente para usos muy ocasionales, en determinadas personas ultrasensibles al papel higiénico o que no se puedan lavar sus partes sensibles con agua.

Frente a ellas, el papel higiénico actual es sumamente delicado. Viene en prácticos rollos desde que los hermanos Scott así lo vendieron en 1867 y ya no es como aquel “El elefante” –que, por cierto, no tenía marca– que enseñoreó los váteres españoles de la posguerra. Aun así, no lo desperdicien, pues WWF calcula que cada día se destinan más de 300.000 árboles a fabricarlo para al final tirarlo; cada familia española utiliza más de 100 kilos anuales. Tarda en imponerse el chorrito en el inodoro.

Una gran cadena española de supermercados, de las que más vende, anuncia “papel higiénico WC húmedo” elaborado tras grandes inversiones en investigación, y desechable por el inodoro; pero no dice cuánto tiempo tarda en biodegradarse cada subproducto y sugiere no echar al inodoro más de dos toallitas simultáneamente. ¿En qué quedamos? Además, para colmo de la anti-ecología, aconseja utilizar la mayor descarga posible de la cisterna. ¿Leerán los consumidores estas instrucciones? El caso es que la venta de toallitas húmedas crece exponencialmente; se calcula que se venden más de 50 millones de paquetes al año solo para bebés. ¿Cómo se para este contrasentido?

Una vez usadas, las toallitas viajan por la red de saneamiento y atascan los sistemas de depuración, en grandes ciudades sobre todo. Los productos que se tiran al inodoro han aumentado un 20 % en los últimos años en la Comunidad de Madrid, lo cual significa unos 4 kilos por habitante. En Valencia han bloqueado varias veces el sistema de canalización hacia la depuradora; en Zaragoza contribuyeron a reventar uno de los tanques de tratamiento, que por esa causa estará varios meses parado. La “EurEau” (Federación Europea de Asociaciones Nacionales de Suministradores de Agua Potable) está alarmada y no sabe cómo resolver un problema que va creciendo, ni acierta a dar con la manera de educar a los ciudadanos. Y avisa de que el costo de recogerlas alcanza ya unos mil millones de euros anuales, que lógicamente habrán de repercutir en todos los usuarios, con el consiguiente enfado de quienes no las emplean por sus elevados peajes ambientales.

Paradójicamente, hasta ahora, a pesar del problema que causan en las redes de saneamiento y depuración, no necesitan ninguna autorización para ser puestas en el mercado. Por eso, hasta el Senado ha tratado este tema y quiere regularlas. A pesar de que las famosas toallitas son también una ruina para los bolsillos, cada vez son más utilizadas. ¡No hay manera de entender ciertos hábitos colectivos!

*Publicado el 27 de noviembre de 2018 en Heraldo de Aragón.