El escenario de la vida es complejo. Algunos lo llaman Historia, así con mayúsculas, otros simplemente diario. Acopia eventos importantes junto a notas que hablan de cosas sencillas, también guarda algunos datos materiales. Su autoría es universal pues lo construyen tanto las personalidades relevantes como los simples ciudadanos del mundo. El diario de la vida existe, depositado en muchos tomos, y constituye la memoria colectiva. Es muy antiguo. Se escribe con distintas grafías, pues cada civilización ha ido rellenando una serie de hojas. En tiempos remotos se empleaban unas pocas para resumir lo más importante en forma de crónicas. Muchísimos impulsos del latido social se perdieron porque no llegaron a anotarse. Pero ahora, si se quiere, lo que sucede cada día se puede releer en el futuro. Todo lo almacenan los medios informáticos.
El diario ambiental no necesita hojas porque deja rastros en todo lo que nos rodea. Europa quiso ser verde; se vistió con estos ropajes y consiguió ejercer en el mundo un cierto liderazgo. Pero empieza a desteñirse poco a poco. Esos manchurrones se aprecian en el cambio de posturas ante la lucha contra el cambio climático, hasta hace un tiempo la marca de calidad europea. Como ahora prima la economía en todos los manejos políticos, la Unión recibe por todos los lados presiones de quienes nos organizan la vida a golpe de euros. Ahora se presta a hacer caso a los poderes industriales que se quejan de los altos costes que deben soportar para realizar su actividad, frente a países con legislación ambiental menos estricta. Por eso, va a autorizar el consumo de un petróleo pesado procedente de arenas bituminosas altamente contaminante. Además, las continuas presiones de Gran Bretaña y Francia por un lado, que tienen enormes intereses en energía nuclear, y las de los grandes monopolios eléctricos por otro, tratan de convencer a los mandatarios de cada país de que se debe revisar la actual política energética restrictiva.
La deriva de la UE va a consistir en cambiar los objetivos sobre aminoración del cambio climático acordados en 2007: se retrasan de 2020 a 2030 las reducciones de gases de efecto invernadero, se quita peso a las renovables, se abandona la eficiencia energética, la línea fundamental que marcaba muchas actividades productivas y de la vida diaria. Quedan enterrados aquellos apoyos a las empresas y a los ciudadanos para mejorar sus instalaciones y reducir consumos. Pero renunciar al ahorro energético en una Unión que actualmente compra más del 50% de su energía al exterior es sencillamente suicida. La credibilidad educadora de la UE se tambalea, y lo hace por las presiones de quienes más poder tienen y más riqueza acumulan frente a los ciudadanos, que se limitan a resolver problemas de energía cotidianos, con costes crecientes por otra parte. Cómo pedir a los europeos su participación en otras acciones de interés colectivo si ahora se les dice que todo el esfuerzo anterior se abandona. Al menos, en la Consejería de Industria de Aragón todavía queda una corriente de esperanza hacia las energías limpias.
La vía libre que la UE acaba de conceder a la explotación de las reservas de gas mediante la controvertida técnica de la fracturación hidráulica es otra decisión controvertida, pues deja a cada estado miembro la posibilidad de planificar los proyectos tras evaluar los posibles efectos acumulativos (impactos y riesgos ambientales) antes de conceder las autorizaciones. Se inaugura así un nuevo sistema de gobernanza. Sorprende a los ciudadanos esta laxitud de la UE que se lava las manos en este asunto mientras regula hasta los recipientes de aceite en los restaurantes.
Qué pena que aquella UE que luchaba en Río 92 por mantener la coherencia ambiental haya escondido sus ideales en la billetera. Qué decir de Japón, que después de las bombas atómicas y de Fukushima ha decidido retomar el uso generalizado de la energía nuclear, o de EE.UU., que ahora quiere convencer a sus ciudadanos de que el calentamiento es real. La vida en este planeta cada vez se encuentra más en suspensión, nos diría Amin Malouf. Tras tantas palabras encadenadas al cambio climático seguimos desorientados. Pero no podemos rendirnos; usemos los temores a lo desconocido para reconstruir un impulso ambiental en este 5 de junio.
- Publicado en Heraldo de Aragón el 5 de junio de 2014, Día Mundial del Medio Ambiente.