¿Inteligencia escolar? ¡Diga!, hubiera exclamado Tonucci

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Es de sobras conocido que la escuela casi nunca aprovecha las inteligencias de quienes la componen; llámense profesorado o alumnado. Incluso nos atreveríamos a decir que los gestores educativos esconden la suya en el cajón, abrumados por la tiranía/urgencia de lo organizativo. La escuela, en general, tiene como misión sacar a flote el talento de niños y niñas, desarrollar su creatividad, impulsar las vocaciones particulares. Todo ello, en el contexto de aprendizajes útiles para la vida. Por el contrario, debe ser a propósito porque el desvío dura ya demasiadas leyes y años, la escuela es el lugar perfecto para las rutinas, los calendarios exigentes, los contenidos poco útiles y el paraíso de los exámenes uniformados para todos los alumnos, independientemente de sus destrezas y capacidades.

Hagan un repaso de su paso por la escuela, piensen si ha cambiado mucho desde entonces, hablen con sus hijos e hijas del asunto, coméntenlo con el profesorado de sus hijos. Lean esta antigua entrevista a Ken Robinson para reconocer en ella pensamientos propios o desacuerdos. Unos y otros le servirán para argumentar su conversación. Pero la escuela no puede seguir tal cual, después de tantas leyes educativas.

Vaya desde aquí un homenaje a Francesco Tonucci, explorador de inteligencias escolares (Frato), ilustrador de los pulsos de la educación y creador de «La città dei bambini«. Distinguido con el Premio Unicef Comité Español 2019. Gracias Maestro.

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