Episodios meteorológicos extremos, recurrentes; ¿La evidencia del cambio climático?
Recuerden los finales de enero y principios de febrero, cuando las televisiones nos traían imágenes de temperaturas invernales extremas en EE.UU. y Canadá -un vórtice polar que dicen no tiene relación con el cambio climático-, o nos hablaban de los elevados calores veraniegos de Australia. La diferencia de temperaturas entre algún lugar de un país y otro puedo estar en el mismo día en 100 ºC. Vale, pensemos que ha sido una casualidad -nos da pie a tonterías como la que expresó esos días Donald Trump-, pero los científicos aseguran, ya no solo opinan, que esta polarización meteorológica/climática irá en aumento. ¿Recuerdan The day after tomorrow (El día de mañana)? Claro que las cosas no suceden igual por todo el mundo, que hay regiones más «tranquilas» que otras. En casi todas hay un creciente número de periodos anormalmente cálidos al comienzo de la primavera, con los consiguientes efectos en el ciclo biológico de las plantas que no utilizan el fotoperiodo para regular sus floraciones, con los despistes vitales del resto de las criaturas. ¡Qué decir de los efectos en las personas! The Lancet publicó que en 2017 había acontecido más de 712 fenómenos climáticos extremos, que costaron, entre otras cosas, unos 285.000 millones de euros. Imaginen lo que sufrirían las personas y el resto de los seres vivos. ¿Estamos dispuestos a que siga el carrusel? Pues eso.