El reciclaje desordenado de nuestros equipos tecnológicos esconde peligros para la salud de los más pobres y el medio ambiente
Nos impactó lo noticia que asegura que millones de personas –muchas con mujeres y niños- se dedican en América Latina a la recogida de basuras. Cerca del 90 % lo hacen de forma no regulada, exponiéndose a peligros derivados del contacto con materia fecal, materiales tóxicos, residuos químicos, jeringuillas usadas, pilas y baterías. Aunque hay varios proyectos para hacer las cosas bien, que comprenden el respeto por el medio ambiente, se avanza despacio. Aquí tenemos la recogida y selección muy regulada, pero bastante gente que mantiene una existencia difícil hurga en los contenedores de basura domiciliaria, buscando la supervivencia; también se exponen a contagios no deseados. Pero en esto, como en casi todo de la vida, hay quien gana (o pierde) en la búsqueda de un sustento en la basura. Asómense un momento al vertedero mortal que es Ghana, en donde acaba una buena parte de nuestros desechos tecnológicos. Quédense con el nombre de Agbogbloshie. ¿No les entran ganas de reorientar su consumo, sabiendo que en una pequeña parte todos somos responsables?