En la crisis ecosocial que nos sepulta hay que explorar la potencia creativa de la educación

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Las nuevas generaciones deben recorrer caminos difusos en la búsqueda de su existir, con múltiples intersecciones. Los cambios sociales y ecológicos son ya irreversibles; para los jóvenes, es imprescindible enseñar/aprender a adaptarse a ellos. No sirven antiguos métodos para encontrar diferentes convivencias. Hay que reinventar la enseñanza, hasta ahora una amalgama de tradiciones y coerciones del sistema social. Solamente un extremo vital, el desafío del cambio climático, podría sostener la aventura. Pero hay más. Hay que reconectar a la infancia con la naturaleza, para que esta pierda su misión de museo; hay que revisar el concepto de frontera, tan ideologizada que aísla más que cualquier accidente geográfico. Porque para romperlas llegarán muchos migrantes ambientales y desplazados climáticos a convivir con nosotros, porque su acogida es de justicia social. Lean “La situación en el mundo 2017” del Worldwatch Institute y lleven el debate a sus aulas. Los colegios e institutos deben ser críticos, responsables y éticos; algunos ya han empezado. Es nuestra penúltima esperanza.

P.D.: Mientras esto ocurre, las sociedades occidentales se hacen cada vez más exclusivistas. Cada vez hay más voces que alertan de que se dirigen hacia el colapso.

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