Con el glifosato no se juega; las autoridades que lo aprueban deben anteponer ante todo la salud de los ciudadanos
Llevamos varios años con la polémica de si el glifosato -el herbicida más utilizado en el mundo y por lo tanto viajero dentro de nuestros alimentos- deteriora tanto la salud como dicen. Las empresas que lo comercializan y los lobbies que las defienden dicen que no. Pero hemos de saber gestionar lo que se nos dice. La autoridades deben aprobar o no su uso, por lo que las organizaciones ecologistas hablan de que eso supone un cheque en blanco con efectos perniciosos. ¡Estamos tan hartos de que nos engañen que nos hacen ser precavidos! Leímos con preocupación que la orina de los franceses tiene rastros de glifosato. Algunas localidades como Barcelona le han declarado la guerra. Alguien nos tendrá que explicar a quienes no entendemos del asunto por qué es tan malo para la salud y lo que debemos hacer para prevenirnos. Hace un par de años la OMS lo titulaba como “potencialmente cancerígeno” mientras la UE rebajaba su peligrosidad. ¡Queremos saber! Puede adherirse a la campaña de Greenpeace que busca la prohibición del producto en la UE.