Las guerras del nunca acabar quieren ser olímpicas
La masacre de palestinos, la invasión de Ucrania, las guerras de África, los bombardeos de Yemen, las persecuciones étnicas en todo el mundo no deben inquietarnos. Todo se parará para que podamos disfrutar de los JJ OO de París, porque olímpico significa igualdad, hermanamientos, competición sana. Estas bienaventuranzas se expresan en el desfile del conjunto de los países al unísono con sus banderas hermanadas -que nadie las vea como exclusivistas- para mostrar que es posible un mundo en paz. Esos dos centenares de enseñas patrióticas más los cientos o miles de banderas ondeando en las orillas del Sena o en las gradas de los estadios a lo largo de los juegos quieren decirnos que en la diversidad está la igualdad. Se cuenta en los mentideros de las ONG humanitarias que el Consejo de Seguridad de la ONU ha decretado que Israel mantenga treguas parciales diarias y permita la entrada o de medicinas y alimentos en Gaza si quiere participar.
Los castigos a los inmigrantes, las negaciones de asilo, las ayudas internacionales en migajas, el atosigamiento de los diferentes por razón de identidad sexual o religiosa, las dictaduras y sus dictadores, etc., se apuntarán a la tregua olímpica. Todo mal global se detendrá para que podamos disfrutar de la nobleza y esfuerzos de los deportistas; para que sepamos valorar los trabajos de los mandatarios del COI. Muchos gobernantes de los países en liza dejarán sus obligaciones y olvidos para hacerse una foto olímpica en París. Los rusos no, por eso de su invasión de Ucrania, pues deshonrarían el olimpismo.
Se comenta por Tik Tok que la concentración de mandatarios mundiales en París servirá para programar reuniones entre demócratas y dictadores que fortalezcan el derecho humano a competir sin armas mortíferas, solamente con la aptitud deportiva. Los bien pensados lo damos por bueno, ya que se trata de empezar a construir la justicia universal, que dudamos si no debería ser un requisito de país para poder participar en los juegos del deporte y en espectáculos internacionales de todo tipo.
Los detentadores de los derechos audiovisuales (Comité Olímpico Internacional y los respectivos de cada país) se han sumado a la euforia ética conscientes de que “París bien vale una misa global, un esfuerzo de paz”. En primer lugar han decidido que en cada jornada se guarde, debajo de la antorcha olímpica, 1 minuto de silencio por quienes sufren barbaries bélicas en todo el mundo. Además, van a instalar potentes monitores de forma gratuita en los lugares pobres del mundo, sea en la África esquilmada o en cualquier chabola de Nairobi o Lagos; tampoco se han olvidado de la Asia profunda; ni de los asentamientos de refugiados en la frontera de EE UU, en Sudán, en Turquía, en Ruanda, Pakistán o allá donde malviven afganos, eritreos o gente de esa que es apátrida sin desearlo. En Líbano y Jordania piensan entregar a los refugiados palestinos televidentes una rama de olivo, como símbolo de la olímpica paz mundial. La gente del COI ha concertado hasta el eslogan de la campaña: “Todos somos mundo, disfrutemos de olimpismo aunque no sepamos del todo lo que es”. Para simbolizarlo sustituirán en su logo los círculos (aros o circunferencias que nunca sé lo que son pues están huecos) por cuadrados, expresando así sus deseos de cambio. Lamentamos que buena parte de los medios de comunicación hayan enterrado las guerras con su apabullante información olímpica. ¡Qué decir de los enfervorecidos y patriotas comentaristas deportivos!
Última hora: Las marcas patrocinadoras han avanzado que estudiarán si dedican el 0,7 % de sus beneficios al Fondo Mundial de la Reparación Voluntaria (FMRV) de los desastres materiales de las guerras. Al mismo tiempo, han sugerido que los deportistas que ganen medallas hagan lo mismo con el dinero que suponen las preseas. Para empezar han decretado que antes de cada acto de entrega se guardará el silencio de respeto por lo que sufren.
Soñaba despierto. Cuando volví en mí pensé en escribir algo. Me preguntaba si con estas palabras dañaría de alguna manera a los deportistas, hombres y mujeres, a quienes hay que reconocer su valía obtengan o no medalla. Me digo si adornando mis deseos con alguna ironía habré tratado bien a las muchas personas que sufren en tiempos de alegría global. Mil disculpas a todas si así ha sido.
Me da por pensar que pudiera haber algo positivo con esos supuestos mensajes de paz ligados al deporte, televisados a todo el mundo. Seguramente el Secretario General de la ONU, señor António Guterres, se habría alegrado. He leído que también lamentaba que las olimpiadas no se celebrasen en tiempos de paz. Me reafirma en que el deporte no puede disfrutarse aislado de la “poliética”, de que debe llegar a ser un arma poderosa de paz. Supongo que la mayor parte de las mujeres y hombres que compiten en los JJOO compartirán este deseo. Felicidades por su esfuerzo y ánimos para su compromiso en favor de LA PAZ.
P.D.: El 6 y el 9 de agosto de 1945 dos bombas atómicas cayeron sobre las ciudades de Hiroshima y Nagasaki. Sus damnificados se merecían un recuerdo olímpico.