Semana Santa en Gaza

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El mundo rico se prepara para disfrutar de su fe cristiana o para embarcarse en sus merecidas vacaciones; ambos cometidos son una forma de restaurar mente y cuerpo. Los españoles, necesitados como estamos de dejar de ser nosotros para ser otros, suspiramos de alivio en estos días. Vuelve la fe religiosa (con algo impostado si solo la limitamos a esto) para recordar la injusta muerte de Jesús, sacrificado por sus ideas.

En Gaza esta semana será como las muchas anteriores: muerte, hambre, odio y destrucción. El ayuno (otra escapada cristiana y musulmana de la comida opulenta, en este caso por el Ramadán) allí es permanente. Dudamos que valga como camino a la beatitud. Allí las televisiones no retransmitirán nuestras procesiones de dolor, ¡bastante tienen con el suyo! Allí las desgracias se acumulan mientras aquí pensamos en divertirnos; ¡Qué vamos a hacer si tenemos tan escaso poder para cambiar el mundo!, me comentó un amigo. Me imagino una procesión en la Andalucía resplandeciente y multitudinaria, y en la más austera Castilla, portando un cartel o en lazo en sus imágenes que recuerde el martirio de los habitantes de Gaza, a quienes no se les preguntó por sus ideas. Porque aquí recordamos un martirio, ¿o no?

Los camiones de ayuda humanitaria se encuentran en procesión ante la frontera de Rafah, en donde ayer Guterres desgranó toda su letanía sobre la necesidad de sentirnos personas convivientes. Unos segundos le dedicaron algunos informativos. Estos días los protagonistas muertos serán los rusos sacrificados por los fanáticos religiosos. Las vidas muertas no valen todas igual. El largo periodo de magnicidio israelí en Gaza dura ya desde el 7 de octubre de 2023; echemos cuentas de los muertos causados, puede que 32.000. Estos días los protagonistas en nuestras teles y medios de comunicación serán los asistentes a las procesiones o los que procesionan hacia lugares de vacaciones (ida y vuelta). 

Semana Santa en Gaza, una lucha por recoger alguno de los paquetes con comida y agua que caen del cielo. Mientras redacto estas líneas me entero de que la devoción por alquilar balcones en las ciudades andaluzas debe tributar como ingreso. ¡Hasta las religiones pueden ser inhumanas! Lo hemos visto en Israel-Gaza donde los terroristas de Hamas y el ejército israelí se ejercitan en llevarle la contraria a la misericordia de sus dioses: seguro que algo tendrán. En Gaza no hace falta alquilar palcos para ver el sufrimiento real, no representado. ¡Qué habrá empujado a los terroristas de Moscú de estos días!

COROLARIO que podría escribir el franco-libanés conocedor de varias culturas Amin Maaluf: ¿Sabremos, en los años venideros, edificar entre los hombres, por encima de todas las fronteras, una solidaridad de un tipo nuevo: universal, compleja, sutil, meditada, adulta? ¿Independiente de las religiones?

 

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