Un «no lugar» que pudo llamarse Gaza y los palestinos
Me gustaría poder leer lo que dicen los libros de Historia de comienzos del siglo XXII sobre lo que me imagino como no lugar. Leí en Marc Auger que todo lugar antropológico debe ser identificado con una identidad, relacional e histórica. Sostiene también que los no lugares son espacios donde manda el anonimato. Por eso, se emplea en abordar una antropología de la sobremodernidad. Esos “no lugares” son espacios por donde nos movemos casi imperativamente. Son lugares físicos como los aeropuertos, las autopistas o los centros comerciales. Acaso las cadenas televisivas de entretenimiento. En todos la gente –convertida en muchedumbre- deambula por ellos, pero no vive allí. Son espacios de tránsito que no llegan a ser su casa.
Nosotros lo miramos más desde el pensamiento y la crítica social, aunque también la problemática tiene bastante físico. Antes Gaza era un lugar olvidado; ahora ha dejado de existir para casi todo el mundo, más allá del miedo y la barbarie que algunos escriben en su epitafio. ¿Puede un lugar antropológico convertirse en un no lugar? En Gaza y los palestinos pasan cosas, casi siempre desgracias. Quizás sus habitantes se sientan actores de un no lugar, por el olvido que el mundo les hemos dedicado. Por eso me gustaría leer la Historia vista desde el 2100. ¿Qué dirán, si dicen algo, sobre la retirada de la ayuda de los países ricos (EE.UU., Canadá, Francia, Reino Unido, Alemania, Países Bajos, Australia, Italia, etc.) a los fondos de socorro para la Unrwa – agencia de la ONU dedicada al socorro alimentario, sanitario y educativo-. El motivo parece ahora muy débil: que una pequeña parte de sus empleados hayan podido estar próximos a Hamas. Los estragos que causará la retirada han sofocado a las ONG solidarias.
El mundo no puede abandonar a Gaza y los palestinos. ¿Serán al menos “lugares de memoria”? Porque Auger precisaba que un espacio identitario nunca debería considerarse un no lugar. Me pregunto, desde fuera de la tierra de los palestinos si sus desastres son reconocidos como un lugar en el que implicarse. En un no lugar nunca estás en casa; me imagino que los palestinos de ahora no están en casa, ni siquiera la reconocen porque la destruyeron las bombas enemigas.
Me pregunto si ese definido no lugar se asomará al siglo XXII con su presencia en los mapas de la zona. ¿Qué nombre lo identificará si se produce este supuesto? Un escritor ya la ha puesto nombre: zona descontaminada, simplemente. Una crueldad imaginativa o una buena caracterización para un no lugar.
Los no lugares eran/son espacios sociales de anonimato, como lo que antes se llamaba Gaza y los palestinos; ahora mucho más. Todo que carece de identidad –o la tiene difuminada para el resto del mundo- es un no lugar. Por eso deberíamos refrescar la memoria y ayudar a rescatar la identidad de los que ahora padecen un genocidio. Acaso sería el sufrimiento la identidad que los une. Así desde fuera los catalogaríamos como un lugar al que dirigir las miradas. ¿Será un no lugar ese retrete que tienen que compartir 500 personas en Rafat?
Preguntémonos juntos, el lugar del pensamiento compartido con otras personas, si tanto los lugares –y los no-lugares– son realmente las personas que los habitan y los frecuentan. Mejor, preferentemente, las relaciones que se generan en ellos, pero también con sus vecinos; todas las sociedades son interdependientes. Nosotros frente a Gaza y los palestinos: ¿los vemos como un no lugar? Si es así, si los dioses escuchan nuestras plegarias, nunca habrá silencio complaciente, como ahora. Desconocemos qué pensarán los dioses en nombre de los cuales se combate en aquella zona.
Me quedo inquieto por no haber concretado bien si los no lugares existen y por ellos circula pensamiento humanitario impulsado por los aires de la igualdad.