Morir por querer vivir mejor, tragedia de los migrantes

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Nos preguntaremos las razones por las que la Organización Internacional para las Migraciones (OIM) alerta de que flota en el agua ética una parte de la emergencia humanitaria global. Mucho o poco, depende de cómo se mire o se sienta, asustará que unas 3.711 o 3.863 personas pierdan la vida al intentar cruzar una frontera europea. Otras 286.000 lo lograron según la OIM. Muchas o pocas, nunca se sabe; todo depende de quién valore esas cifras en función de qué intereses. Aquí un mapa de Europa y sus flujos migratorios.

De los datos de la OIM se deduce que unas 250.000 lo hicieron por mar. Seguro que no lo viajaron en confortables cruceros ni lo hicieron como pasajeras de los ferris que unen norte y sur del Mare Nostrum. 

La ONG Caminando Fronteras denunciaba el nueve de enero que más de 6.600 personas habían perdido la vida intentando llegar a España. La gran mayoría por la llamada ruta canaria -cada vez en trayectos más largos y peligrosos-. Es de suponer que buscaban una puerta para vivir mejor y han encontrado un mar que no las deja vivir. La citada ONG señala el 2023 como el año «más mortífero» desde que comenzó a tener registros, en 2007. Además, achaca este incremento de la mortalidad a las políticas de control migratorio. No duda en que «se prioriza el control de fronteras» sobre «el derecho a la vida«. Grave omisión que parece convertirse en práctica común. A punto de generalizarse en la vacilante UE, que por ahora se contenta con endurecer las penas de quienes entraron sin todos los papeles en regla. Dicho de otra forma: cada vez más gobiernos hacen la vista gorda ante el informe de Human Rights Watch sobre el estado de los derechos humanos.

P.D.: ¿A dónde podrán migrar, si lo desean, los supervivientes del genocidio de Gaza? Este nihilismo moral ya ha sido denunciado ante la Corte Penal Internacional por el el prestigioso Centre for Constitutional Rights de Nueva York y el Gobierno de Sudáfrica. ¿En qué quedará todo? Mientras tanto nos encontramos ante un suma y sigue del despojo, la expulsión, la tortura, el asesinato, la discriminación y apartheid en los territorios ocupados, como denuncia Human Rights Watch.  

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