El olvido que ya son los gazatíes es nuestro
Casi nadie habla ya de la masacre de Gaza, ni de los destrozos en los hospitales, ni del riesgo de morir del hambre de miles de niños y adultos. Los medios de información ya no la consideran noticia de primera plana; en muchos informativos ni se cita y si se hace tiene el formato de anécdota. Contemos cada uno de nosotros las ocasiones en las que lo ha comentado con amigos o familiares a lo largo de la última semana.
UNRWA (Agencia de la ONU para los Refugiados de Palestina), como otras organizaciones humanitarias no lo ha olvidado. Me dicen que casi todos los días atienden en sus centros sanitarios a unas 10 000 personas; una media 180 mujeres dan a luz cada día; vacunan a los niños y las niñas; que desde el 7 de octubre han procurado atención psicológica a 41.700 personas.
No solo eso. Casi 1,6 millones de personas han sido desplazadas en toda la franja de Gaza desde el 7 de octubre. Casi 830.000 personas desplazadas se encuentran ahora refugiadas en 154 instalaciones de UNRWA. El hambre empieza a matar a mucha gente.
No solo eso. Otras muchas organizaciones humanitarias y algunos países denuncian la masacre y piden un alto el fuego. Entre ellos, sin hacer mucho ruido, España y el Alto Represente de la UE Josep Borrell ha pedido un cese inmediato de la masacre. Pero el ejército de Israel, ¿sostenido y animado por quién?, sigue matando sin piedad en escuelas de la ONU -Elvira Lindo la ha identificado con una guerra contra la infancia– y destruyendo hospitales como Al Shifa, el peor magnicidio que puede haber: ahí donde alguien que acude a ser sanado encuentra la muerte por estar ahí. De hecho, la OMS denuncia más de 230 ataques a la atención sanitaria Palestina.
No solo eso. ¡No olvidemos que la guerra Israel-Hamás sigue! Qué acabe esta guerra; qué cesen los sangrientos ataques israelíes; qué sean liberados por Hamás los israelíes presos; que el primer ministro israelí escuche a las familias de los olvidados secuestrados que le piden parar la guerra y negociar su liberación.
No solo eso. Muchas personas nos resistimos a permanecer impasibles ante este holocausto. ¡Qué sea devuelta la dignidad a tantas personas que sufren! Para algunas ya es imposible. Porque la muerte llegó demasiado pronto. Si los vivos ya transitan en el olvido (sin comida, sin educación o enfermos), qué será de los muertos. ¿Contará la Historia con el olvido este holocausto y los silencios de la comunidad internacional en 2050 por ejemplo? Necesitaremos más de un Abad Falciolince que nos novele «el olvido que ya son (somos) y serán (seremos)».
Después de cada guerra… de Wislawa Szymborska (Nobel de Literatura 1996)
Después de cada guerra alguien tiene que limpiar. No se van a ordenar solas las cosas, digo yo.Alguien debe echar los escombros a la cuneta para que puedan pasar los carros llenos de cadáveres.Alguien debe meterse entre el barro, las cenizas, los muelles de los sofás, las astillas de cristal y los trapos sangrientos.Alguien tiene que arrastrar una viga para apuntalar un muro, alguien poner un vidrio en la ventana y la puerta en sus goznes.Eso de fotogénico tiene poco y requiere años. Todas las cámaras se han ido ya a otra guerra. |
¿Quiénes serán esos alguien de los que habla la poeta?