Un hilo, dentro de una enorme madeja climática, nos conecta con la Antártida
La Antártida está tan lejos que parece un «no lugar». Apenas se comenta algo de ella en las conversaciones cotidianas. Suena que es blanca y parece el suelo de la esfera terrestre. Una planicie helada. Pero esta percepción engaña. Montes y valles conviven debajo de los hielos eternos, que van perdiendo parte de su espesor. Por eso, como dijo el poeta: Antártida solo hay una, nos mira y la miramos pero rara vez encontramos vínculos, más allá de unas fotos espectaculares. ¿Es lo que será o nunca será ya lo que es? Sin embargo, algo tendrá cuando es «objeto de deseo» de las apetencias imperiales desde hace más de 100 años.
Siempre me atrajo el continente helado. Desde la escuela me preguntaba si un continente podría ser un enorme pedazo de hielo. Cuando descubrí sus particularidades leyendo historias de exploradores me quedé helado.
Por ese hilo afectivo me ha interesado, y preocupado a la vez, que según Antartic Sea Ice News el hielo marino de la Antártida acaba de establecer el pasado 10 de septiembre un mínimo histórico para su máximo invernal (16,96 millones de kilómetros cuadrados de extensión- más de 32 veces la superficie de España). Lo ha hecho por un margen bastante enorme pues supone que de un tiempo a esta parte la superficie helada ha perdido unas 3,5 veces la superficie de España.
De ese caudal antártico dependen la cantidad de agua en mares y océanos así como la circulación de las corrientes oceánicas. Se conoce una transgresión (desviaciones sin determinar totalmente su intensidad y sus causas) de la global corriente termo-halina. Esta marca, junto con el calor del agua y del suelo, las condiciones climáticas del sistema Tierra. Ahora debemos soportar por todo el mundo graves periodos de sequía, lluvias torrenciales como nunca, inundaciones de estensas regiones por lugares que antes no se producían, etc. No hace falta discurrir mucho para pensar alguna de sus causas.
Poco más que decir. Pueden encontrarlo en la web antes citada, de la que reproducimos una imagen ilustrativa y el texto que la explica.
Este gráfico muestra la extensión del hielo marino de la Antártida al 10 de septiembre de 2023, junto con datos diarios de la extensión del hielo de los cuatro años anteriores y el año máximo récord (2023 en azul, 2022 en verde, 2021 en naranja, 2020 en marrón, 2019 en magenta y 2014 en marrón discontinuo). La mediana de 1981 a 2010 está en gris oscuro. Las áreas grises alrededor de la línea mediana muestran los rangos intercuartil e interdecil de los datos.
Para complicar más las cosas está el asunto del Ártico. Se pueden apreciar en Datos del índice de hielo marino. La pérdida por década, y consiguientemente su menguante extensión nos mantiene en vilo.
¿Qué podrá suceder -allí pero también aquí- si sigue la tendencia de disminución de la superficie helada? Ese hilo -que va en trayectoria zigzagueante de la Antártida al Ártico- junto con otros forma una madeja enorme, en sí misma y por sus repercusiones. Pero ojo, tiene muchos nudos y enredos. Actúa como una tela de araña -algo en cualquier punto tiene sus repercusiones en todo- pero carece de la simetría que la araña da a su tela. El clima es una malla sin superficies regulares ni la misma resistencia de los nexos.