La casi banalización de la naturaleza, en cualquier sitio.

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Salvo distintas gentes por todo el mundo, el resto estamos acostumbrados a utilizar la naturaleza a nuestro antojo. Además, en estos momentos de calor en España apetece más. Es como si nos permitiese ampliar nuestra libertad. Da lo mismo que sea en un bosque frondoso o en el más mínimo hilillo de agua.

En este verano caluroso la naturaleza está más antropizada que nunca. La senda que te conduce a aquel enclave perdido se ve hoy como un paseo ciudadano sin semáforos. El P. N. de Ordesa y Monteperdido recibía anualmente unos 600.000 visitantes. Tras la espantada al monte del primer verano sin restricciones COVID se superará claramente esta cifra, por más que haya restricciones. Ayer mismo, El Periódico de Aragón publicaba que el vecindario estaba preocupado por la masiva afluencia de turistas -animados por las redes sociales y de beneficio dinerario nulo en la población- y el ayuntamiento había solicitado ayuda a la Guardia Civil. Da fe esta imagen del periódico de las pozas del Molino tomada en este agosto.

Decenas de bañistas en las pozas del Molino de Torla, este mes de agosto.

Cualquier riachuelo de cualquier montaña acoge estos días, sobre todo los fines de semana, una densidad de usuarios mayor que las terrazas «bareras» de la población más cercana. Cualquier lugar donde haya agua ejerce una atracción atávica que nos debería recordar nuestra dependencia de esa. 

Los ríos, sobre todo los de menos caudal, son ecosistemas frágiles con unas complejas relaciones que se descomponen con el primer visitante. Cuando se concentran muchos se altera todo desde el lecho del río hasta los múltiples seres vivos que lo componen. A los ruidos y destrozos visibles se unen los productos no visibles añadidos al agua. Estos pasarán los filtros del agua de abastecimiento de su curso, con los riesgos que conlleva para todos los seres vivos. Los pueblos que se abastezcan posteriormente asumen su potencial carga inadecuada, a veces tóxica. Hoy día, varios ayuntamientos españoles han debido limitar el número de personas que permanecen simultáneamente en las pozas cercanas al pueblo. Lugares que los promotores turísticos ya se encargan de divulgar. La banalización se fomenta vía Internet, Pero se olvidan de hacer pedagogía frente a la fragilidad. Cuando quienes lo visitan se marchan dejan una huella ecológica considerable. 

Qué escribir sobre lo que pasa en las playas.Qué nos dice esta imagen de El Periódico de la playa de Levante en Benidorm el pasado día 6. Lo de las basuras en las playas es para abordarlo seriamente.

Playa del Levante, Benidorm

No solo cuestionar los servicios de limpieza sino el proceder de los usuarios.

Parece que ensuciar esos lugares sean un derecho humano. Menos mal que no toda la gente piensa los mismo.

Hay que debatir mucho sobre el disfrute masivo de ciertos enclaves frágiles. Si nos atrae más el agua, la fiesta o formar parte de una masa de intereses. Hay que saber combinar la libertad de los usuarios sin que esto suponga un ataque frontal a ciertos enclaves bellos. Porque lo de hoy es sin duda la antesala de mañana. Y mañana es ya, ahora mismo.

2 pensamientos sobre “La casi banalización de la naturaleza, en cualquier sitio.

    Joaquín dijo:
    21/08/2023 at 23:42

    … los y las visitantes….
    Creo que lo más estúpido correcto, hubiera sido poner: los visitantes y las visitantes.
    En el artículo anterior ponían algo así ( hablando del calor ) que, los trabajadores y trabajadoras ( serian masculinas pues no ponían: las ) estaban fatigados. Y las trabajadoras, ¿ no se fatigaron ?.

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