Apicidio por la agricultura intensiva multinacional

Publicado el

Ser insecto conlleva sus riesgos. Hay muchas criaturas dispuestas a no dejarles vivir, porque los necesitan para sus aportes de proteínas. Los insectos, no todos, son algo así como la continuación de las flores, que con sus brillantes y variadas tonalidades les están diciendo: ayúdame en la polinización. Las abejas están en la cúspide de los insectos, quizás al lado de las mariposas. La belleza y la eficiencia se confunden y a la vez engrandecen a los personajes.

No a todos los insectos les sucede como a aquel Gregorio Samsa de Kafka que al despertar después de un intranquilo sueño se vio convertido en un monstruoso insecto. Pero el mundo de los insectos es el extraordinario escaparate de la metamorfosis. 

Los insectos viven y mueren como todo ser vivo. Pero casi han desaparecido por los mata abejas que les lanza la especie dominante en el Planeta, que se dice que es a la vez la dotada de mayor inteligencia. Debe ser una tragedia morir envenenado, su secuencia ralentizada daría para una serie de Netflix y esos sitios. Por contra, la metamorfosis de la abeja encandila, aquí National Geographic lo explica en un minuto.

Nacieron las abejas y volaron atraídas por símbolos varios. Hasta que se encontraron con peligros. Los más graves esos insecticidas neonicotinoides que se usan en la agricultura intensiva. Ahora la UE ha condenado a Bélgica por su uso, pero es que en España llevan cinco años prohibidos por la Justicia europea y siguen siendo usados. La incongruencia de la agricultura intensiva: matar a unos para protegerse de no sé que y acabar a la vez con otros cultivos, especialmente frutículas. Cuesta poco adivinar que detrás de esos usos masivos están los intereses comerciales de las gigantes farmaceuticas y químicas Bayer y Syngenta. Pero cuesta más entender los permisos otorgados temporalmente, año tras año, por el Ministerio de Agricultura y Ganadería español. Pasándose por el forro de la camisa aquello que sentenciaba el Tribunal de Justicia Europeo sobre que “el objetivo de proteger la salud humana y animal y el medio ambiente debe primar sobre el objetivo de mejorar la producción vegetal”. 

Las grandes polinizadoras de Europa, de las cuales ya consumían su miel las gentes del Neolítico y así lo han dejado expresado en las pinturas rupestres de La Cueva de la Araña en Bicorp, sentenciadas a su desaparición. Costaba creer que ese momento pudiese llegar. Para saber más de la lucha por la supervivencia de las abejas hay que acudir necesariamente a Greenpeace. La contienda no ha acabado, necesitarán el apoyo unánime de la población. Se echa en falta la voz de los fruticultores, los grandes beneficiados económicamente del trabajo de las abejas. ¿Dicen algo los sindicatos agrarios?

Quienes tengan tiempo no se pierdan esta entrada de hace 10 años, publicamos otras dos en 2015, dos en 2018, otra en 2020 y la última por el mes de febrero del año pasado. En Ecos de Celtiberia sí preocupa la salud de las abejas, por eso nos hemos inventado lo del apicidio.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Ecos de Celtiberia