Adioses y sueños climáticos faltos de reencuentros ecosociales

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Decía Mario Benedetti que había muchas formas de despedirse. Desde aquí queremos encontrarnos. Lo hacemos cada día aun con quienes no conocemos, aunque estemos lejos. La maneras de despedirse de Benedetti las copiamos para pensar en quienes como nosotros aspiran a la transformación social de la economía compartida, del medioambiente que son muchos y a la vez uno, todos con el entramado social. Soñamos que ha triunfado la lucha climática, que vamos por el buen camino. En él damos la mano a otra gente, y a la vez la espalda a los negacionistas. Entre unos y otros repasamos fechas clave en la lucha, reflexionamos sobre los motivos de los olvidos, desterramos el creciente «nunca lo conseguiremos», porque todavía debemos encontrar algunas hojas de esperanza si pensamos en quienes vienen detrás que abren los brazos para recoger nuestro legado.

Aunque a veces nos sintamos «colapsistas», porque el cambio climático se incrementa a velocidades catastróficas

Es una suerte que quede el abrazo emocional, las utopías que unen a gente del norte europeo con el sur africano, del este de Asia hasta el oeste americano. Lo que antes era un consuelo, mal de muchos satisfacción individual efímera, se convierte en la necesidad de que ojalá entendamos que el adiós al futuro no se debe pronunciar en estos cometidos sociales. ¿Saldrá algo de eso de la COP27? Porque, no queda otro remedio, los adioses pueden ser holas que vayan madurando con los días, que nos anuncien vivencias compartidas, el sur con el norte, el este con el oeste, y el centro por todos los lados, ya sean grandes ciudades o aldeas minúsculas.

Al contrario que le sucedía al escritor y poeta uruguayo queremos desear lo que ahora parece que no podemos tener: una menor intranquilidad climática por haber hecho bien las cosas, por haber despertado a tiempo, por desear lo que parecía que no se podía tener: un clima respetado y construido para bien, empujado por mitigaciones y adaptaciones varias.

Lo queremos presentar para que todo el mundo lo vea, lo entienda y desea luchar contra el destino marcado por quienes mandan y tienen sueños con un solo personaje. Esa lucha de personas anónimas, la mayoría no asisten a la Cumbre del Clima COP27 de Egipto, al menos disfrutarán siempre de la unión de fuerzas que es la argamasa de los recuerdos, también sabrán enfrentarse a las incertezas climáticas que nos seguirán acompañando. Pero los rebeldes ante la emergencia climática exprimirán una y otra vez el recuerdo de la lucha. Adioses y gracias Benedetti, y disculpas por haberte reescrito el poema Adioses. En defensa propia. Sucedió que leyéndolo se nos convirtió en un palimpsepto; algún duende había escrito antes en el papel sin que te dieras cuenta. Solo permaneció inalterable aquello de que «Exprimo nuestra vivencia/y no la dejo quedarse/ en el pasado».

Por todo lo escrito y mucho más, aunque la COP27 acabe desdibujada y nos despierte poca ilusión a quienes creemos en que mejorar la crisis climática es posible si existe voluntad de los que mandan y exigencia de la ciudadanía, reproducimos aquí Dale vida a tus sueños de Benedetti, cuyos sueños deberían llevar detrás el adjetivo climáticos, que ahora son un distintivo vital.

Dale vida a los sueños que alimentan el alma,

no los confundas nunca con realidades vanas.
Y aunque tu mente sienta necesidad, humana,
de conseguir las metas y de escalar montañas,
nunca rompas tus sueños, porque matas el alma.

Dale vida a tus sueños aunque te llamen loco.

No los dejes que mueran de hastío, poco a poco.
No les rompas las alas, que son de fantasía,
y déjalos que vuelen contigo en compañía.

Dale vida a tus sueños y, con ellos volando,

tocarás las estrellas y el viento, susurrando,
te contará secretos que para ti ha guardado
y sentirás el cuerpo con caricias, bañado,
del alma que despierta para estar a tu lado.

Dale vida a los sueños que tienes escondidos,

descubrirás que puedes vivir estos momentos
con los ojos abiertos y los miedos dormidos,
con los ojos cerrados y los sueños despiertos.

Gracias Maestro, aunque no sabemos si ahora mismo redactarías de idéntica forma tus poemas que hemos «reclimatizado».

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