Negar la escuela a un niño-a debería considerarse delito universal

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En verdad no sé mucho como va eso de la vigilancia del cumplimiento de los derechos humanos, el acceso a la educación entre ellos. Puede que sea una de las faltas más graves que la humanidad ha atesorado permanentemente a lo largo de los siglos. Se me ocurre una interpretación crítica de la realidad a escala global: idea frágil que manejan el conjunto de personas que reservan los derechos humanos para unos y los niegan fraglantemente a otros, generalmente los pobres y excluidos de la sociedad del bienestar, la justicia y la democracia.

Aprender en la enseñanza reglada fue durante siglos un privilegio de los ricos, de los hombres, de según quién, cómo y dónde. Pero claro, ha pasado tanto tiempo desde que se inició en algunas sociedades la escuela para casi todos que clama a los dioses la situación actual. En muchos países siguió pautas diversas pero al final la educación llegó a casi todo. Por lo que se refiere a España no fue hasta 1401 cuando el obispo Diego de Anaya, funda el colegio mayor de San Bartolomé para estudiantes pobres y le proporciona recursos para poder dar becas de estudios. Así, muy poco a poco, llegó a ser realidad la asistencia a la escuela, que en muchos casos daba un protagonismo al clero en las tareas docentes. Las ideas republicanas de principios del siglo XX lo cambiaron casi todo pero llegó la Guerra Civil y el cielo educativo se oscureció. Eso sí, después de su finalización, de manera paulatina, los niños y niñas, separados por cierto, fueron escolarizados casi todos. Bien es cierto que el protagonismo del clero no cesó del todo pero el derecho a la educación es una realidad en España en el siglo XXI, como también en muchos países. La escuela española titubea en este comienzo de curso: nuevos programas educativos complican la convivencia con ciertas carencias y desigualdades. Ojalá este curso sea el inicio de la diferente normalidad (creativa, inclusiva, formativa para la vida, centrada en el alumnado, sin sufrir los desacuerdos políticos de la sociedad española, con una profesorado formado en las nuevas exigencias pedagógicasetc.). Ahora mismo, parece un aula de aquellas de las películas en donde los traviesos de la clase se lanzan pelotitas de papel y cosas más contundentes. Queda mucho por mejorar. La destrucción política de la educación es una batalla permanente en España. Estamos cansados de sufrirlo, de soportar mentiras interesadas. También debería ser delito en el ordenamiento jurídico español no proporcionar una educación de calidad, que limite las desigualdades, adaptada al mundo actual. 

También ha comenzado un nuevo curso escolar en Europa; en Latinoamérica están terminando las vacaciones; no podemos decir nada del resto del mundo pero suponemos que las situaciones educativas habrán mejorado. Se pueden consultar los Informes de la Unesco de la educación en el mundo. Hasta aquí queríamos llegar. Sepamos que Unesco denuncia, datos de hace una semana, que unos 244 millones de niños, niñas y jóvenes entre 6-18 años siguen sin escolarizar. Mientras compramos los materiales escolares para nuestros hijos e hijas, en otros lugares personas de su edad deambulan por la nada o son sometidos a trabajos imposibles para su edad. Al final ven degradadas su vidas y sus esperanzas. Según Unesco, «el África subsahariana sigue siendo la región con más niños y jóvenes sin escolarizar, con un total de 98 millones. Además, es la única región en la que esta cifra aumenta. Especialmente grave es el caso de Nigeria como denuncia el informe Visualización de Indicadores de Educación para el Mundo (VIEW, por sus siglas en inglés) de la Unesco, que incluye una base de datos mundial sobre desigualdad en educación. La segunda región con más población sin escolarizar es Asia Central y Meridional, con 85 millones».

Un recuerdo especial merecen los niños y niñas ucranianos. Se calcula que serán más de 650.000 los que están sin escolarizar. Nos preocupa también si la educación que reciben los 4 millones ya escolarizados, en condiciones complicadas, a veces fuera de su país, estará exenta de enseñanzas patrióticas o religiosas excluyentes, de esas que se riegan con odios seculares. Puestas en clave revanchista han estado presentes en las escuelas de todo el mundo, en los colegios ligados al clero cristiano, en las madrasas del mundo musulmán, en las dictaduras en donde el credo principal es el mantenimiento del régimen, etc.

Negar la educación es un delito colectivo. ¿Qué tipo de pena merecería?

¡Por un nuevo curso escolar más humanitario y ecosocial, en cualquier lugar del mundo!

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